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Channel: NIDO DE CUERVOS. Cine fantástico y de terror
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Crítica: The Belko Experiment

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Para algunos, levantarse cada mañana para ir a trabajar, es una pesada losa que cuelga del escroto. Luego está también esa gente a la que le encanta su trabajo y están encantados de dedicar su vida a la causa. Son aquellos que dicen cosas como: “yo si me tocara la lotería, no dejaría de trabajar”. Tarados los hay en todas partes. Pienso, que esto, a no ser que seas músico, funcionario o diputado, tiene que ser algún tipo de patología. Los que hemos tenido o tenemos un trabajo de mierda y que el escroto nos llega ya hasta los tobillos, sabemos lo tortuoso que puede llegar a resultar lidiar con según que cosas y sobretodo, con según que gente. Ese microsistema de falsedades en el cual, los mismos que te ríen las gracias te clavan el puñal cada vez que les das la espalda... ¿Cuantos de nosotros no hemos fantaseado en alguna ocasión con la erótica idea de matar a nuestros jefes o compañeros de trabajo? Bienvenidos a “The Belko Experiment”.

El historiador Alan Jones de la revista Total Film Magazine, incluyó al australiano Greg McLean dentro de lo que él acuño como el “Splat Pack”, un selecto grupo de directores modernos caracterizados por la brutalidad y violencia de su cine, junto a otros cineastas como Alexandre Aja, Darren Lynn Bousman, Neil Marshall, Eli Roth, James Wan, Leigh Whannell o Rob Zombie. McLean, regresa al género puro y duro, después de haber mordido recientemente la manzana del mainstream o terror para toda la familia con “La Oscuridad” (“The Darkness”, 2016) y lo hace con esta esperada “The Belko Experiment”, a medio camino, como reza en el cartel promocional, entre “Office Space” (Mike Judge, 1999) y “Battle Royale” (Kinji Fukasaku, 2000), si bien, podemos encontrar claras referencias a otras películas como “El Experimento” (“Das Experiment”, Oliver Hirschbiegel, 2001), "Cube" (Vincenzo Natali, 1997), "El Método" (Marcelo Piñeyro, 2005), "La Purga" ("The Purge",  James DeMonaco, 2013) o “Circle” (Aaron Hann/Mario Miscione, 2015).

En “The Belko Experiment” se pone nuevamente sobre la mesa, la condición humana y su naturaleza. Charles Darwin en su teoría de la evolución de las especies, habló sobre la selección natural, de como aquellos individuos más fuertes se adaptan al medio para sobrevivir. Entre todos ellos, es el ser humano (después de las cucarachas, lo cual no deja de ser tan poéticamente macabro como revelador) el gran especialista en esto de la adaptación a las circunstancias del entorno. En este caso, McLean plantea como microsistema un edificio de oficinas de una importante multinacional afincada en Colombia y desoja los primeros pétalos de la margarita haciendo un fidedigno retrato de las bondades y miserias de tan particular escenario, en un ejercicio similar aunque algo más satírico que lo mostrado por Won-Chan Hong en “Office” (“Opiseu”, 2015).

¿Hasta cuando puede uno regirse por las normas preestablecidas y los límites marcados por la propia moralidad? En “The Belko Experiment”, los participantes del impuesto experimento, deberán adaptarse al entorno y a sus peculiares circunstancias si quieren sobrevivir. Ochenta empleados que tendrán que posicionarse y escoger entre los dos posibles destinos que el experimento plantea, o bien aferrarse a la humanidad que se supone nos caracteriza (o debiera), o bien dejarla de lado en un intento desesperado por sobrevivir, haciendo bueno aquello de que el fin justifica los medios, más  si es en nombre de un bien común. McLean, a partir del guion original de James Gunn (“Guardianes de la Galaxia”) vuelve a plantear una nueva criba, al igual que ya hicieran Aaron Hann y Mario Miscione en “Circle”.¿Quién merece vivir más que los demás?¿Quién se sacrificará para otros vivan? Cuestiones morales que al final, no tienen excesiva trascendencia, pues como se comenta, estamos ante una nueva reimaginación con más “re” que “imaginación” de la mítica “Battle Royale”. Un sálvese quien pueda plagado de violencia, tensión y algún que otro ramalazo de humor negro, que pese a la falta de originalidad, seduce con suma facilidad y se disfruta de principio a fin, pese a visitar constantemente lugares recurrentes.

En “The Belko Experiment”, de entre el cúmulo de ideas que coge prestadas de otros títulos, destacan algunos ramalazos de genuina serie B que conseguirán transportar a los más nostálgicos a episodios de nuestra adolescencia tan entrañables como fueron “Perseguido” (“The Running Man”, Paul Michael Glaser, 1978) o “Fortaleza Infernal” (“Forteess”, Stuart Gordon, 1992), en el sentido de como manejar al rebaño a base de tecnología (y hasta ahí puedo leer en esa dirección para no desvelar más de la cuenta), ese “pequeño” empujoncito para que cada uno saque lo mejor de sí en esta entretenida escenificación de lo frágiles que pueden llegar a ser los cimientos sobre los cuales están edificadas las reglas de nuestra sociedad, en donde un pequeño temblor, puede hacer que todo se venga abajo como un castillo de naipes.

A destacar, lo bien integrados que están los no muy recurrentes, pero certeros gags a modo de humor negro a lo largo de todo un metraje de carácter eminéntemente dramático y repleto de situaciones tensas. Un fresco contraste que vuelve a poner de manifiesto lo efectivo del binomio terror/humor cuando la mezcla se hace bien. La película en ningún momento cede ni en su cuota de tensión ni en su duro tono, a pesar de los chistes que a modo de migas de pan, se van dejando por el camino, incluso cuando estos se alejan de la sutileza general y caen un poco en la gracieta fácil, personificadas todas ellas, en el personaje interpretado por Sean Gunn (“Guardianes de la Galaxia”) a modo de bufón de la corte dentro de un reparto repleto de rostros reconocibles para los asiduos al género como son los de John Gallagher Jr. (“Calle Cloverfield 10”, “Hush”), Tony Goldwyn (“Ghost”), John C. McGinley (“Seven”), David Dastmalchian (“El Caballero Oscuro”) o Michael “Mary Poppins” Rooker (“Guardianes de la Galaxia”, “Henry, Retrato de un Asesino”).

“The Belko Experiment” significa un nuevo viaje con destino conocido a la verdad más oscura de la naturaleza humana. Un aparente título de terror de corte psicológico con poso, que termina desenmascarándose para mostrarse como lo que es, un notable divertimento burro plagado de violencia y algo de humor negro, amén de mostrar una certera radiografía de algunas de las miserias con las que muchos tenemos que lidiar a día a día dentro de ese maravilloso circo que muchas veces significa nuestra ocupación laboral (en los tiempos que corren, un mal envidiado por otros tantos). Una sobria puesta en escena, con un excelente uso de la banda sonora y un ritmo envidiable, para lo que sin duda significa el regreso triunfal de Greg McLean al cine de terror de pura cepa que nunca debió abandonar después de su efímero paso por el mainstream de corte más comercial y, por supuesto, una película a recomendar por servidor, a poco que alguna vez, hayas deseado (como yo) estrangular a tu jefe con tus propias manos o a alguno de tus "estimados" compañeros de trabajo.

Lo mejor: Tensa y adictiva a partes iguales, el acertado uso del humor negro y el siempre seductor dedo que hurga en la llaga de la moralidad.

Lo peor: Bajo su aparente trascendencia y dilemas prestados, se esconde un moderado splatter en toda regla. Sus últimos compases a modo de explicación empírica, no resultan todo lo satisfactorios que debieran, a pesar del buen sabor de boca que deja su imagen final... aunque tampoco sea del todo “suya”.



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