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Channel: NIDO DE CUERVOS. Cine fantástico y de terror
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Crítica: Annabelle: Creation

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“Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y trájola al hombre”. Y es que la costilla, es un lugar recurrente en el mundo del cine al cual ir a sacar ideas, o más bien, a arrancarlas prestadas. Benditos los denominados Spin-off, fuente inagotable (y segura) de negocio al trabajar sobre conceptos ya testados previamente sobre el terreno. Y la costilla, en este caso, tiene nombre y apellido: James Wan. En el año 2013, Wan presenta en sociedad su obra más exitosa (con permiso de “Saw”) y título de cabecera, guste más o guste menos, para el cine de terror sobrenatural de nuestros días: “Expediente Warren” (“The Conjuring”). Y de ella, de su sugerente prólogo, la susodicha costilla da para darle una película propia a una siniestra muñeca. “Annabelle” (John R. Leonetti, 2014), nace para intentar aprovechar la buena inercia generada por la cinta de Wan y de paso generar lo que se conoce como dinerito fácil. No tengo números a mano, aunque no dudo de la rentabilidad de la empresa... otro cantar ya es, en términos estrictamente cinematográficos, lo que consiguió sacar Leonetti de tan potencial extracto embrionario, que fue más bien poco, por no decir, nada.

Tras el rotundo fracaso de crítica de la película (no sin razón), uno podría pensar que lo último que querrían ver los aficionados al fantasmagórico universo creado por Wan, sería una nueva profanación de su icónica muñeca, suficientemente maltratada ya por la cinta de Leonetti. Está claro que no es lo que pensó David F. Sandberg, cuando se animó a intentar seguir exprimiendo la teta con una nueva secuela, o precuela, en este caso, de aquella. Con el añadido, de que no sería precisamente Sandberg un tipo que generase ilusión en el aficionado al género, vista esa mediocre y prescindible carta de presentación que firmó con “Nunca Apagues la Luz” (“Lights Out”, 2016). Con todo, “Annabelle: Creation”, lejos de ser ya un rumor de mal gusto o una broma macabra, es toda una realidad. 

Pese a la enorme pereza que me producía volver a ponerme en manos de la rubia muñequita diabólica, más estando en manos de un hasta la fecha, poco competente cineasta como Sandberg, hay una cosa que jugaba muy a favor de esta nueva entrega y no es otra que lo bajo que había dejado el listón Leonetti con la anterior película. Muy mal tenía que hacerlo Sandberg para hundirse más en el barro, por lo que así de entrada, las pocas expectativas que puede generar una película como “Annabelle: Creation”, podrían significar a priori su principal activo, como así ha terminado siendo, pues sin estar ante ninguna maravilla, solo hace falta entrar en el siempre odioso (aunque muchas veces necesario) terreno de las comparaciones, para apreciar mucho más las virtudes de una precuela que pese a su simpático guiño final de cara a la galería (y metido con calzador), se desmarca y mucho, por suerte, de la infame película de Leonetti. 

No es el único guiño. De hecho, la obra en sí es todo un “homenaje” a las dos películas dirigidas por Wan (ojito al detalle que se le dedica a “Expediente Warren: El Caso Endfield”, la cual por cierto, también tendrá en breve su propio spin-off con “The Nun”), de las cuales hereda directamente su forma de entender el terror y gran parte de los mecanismos que esta contiene: tiernos infantes a los que aterrorizar, un acertado uso de las luces y las sombras, desorbitados efectos sonoros y un montón de gags de lo más reconocibles en un reconocible escenario, es decir, un poco acogedor casoplón, para no faltar a la tradición. A esto hay que sumar algunos elementos de cosecha propia de agradecer, como el intento de contar una historia, que aunque a grandes rasgos es la misma de siempre que ya hemos visto mil y una vez en otras películas de este tipo, en forma es algo diferente, introduciendo algunas pinceladas que contribuyen a disfrazar un poco la trama, dándole algo más de complejidad, lo que a la postre contribuye a generar ciertas dosis de suspense, fuera de los cuatro sustos de turno de rigor, que por supuesto, también encontramos en “Annabelle: Creation” y que por sí solos, a estas alturas, ya no dan para satisfacer a según que tipo de espectador. 

La película no deja de ser un producto típico sobre posesiones y casas embrujadas, pero la incursión de algunos personajes, como el de la siniestra mujer de la casa y su atormentado esposo, le otorgan un halo de misterio que consiguen acercar la propuesta a lo visto por ejemplo, y con esto no estoy desvelando absolutamente nada de la historia, en la notable “The Boy” (William Brent Bell, 2016), lo cual sin duda agradecerán y mucho aquellos que ya estén vacunados de tanto susto sonoro y situaciones sospechosamente familiares de las que “Annabelle: Creation” no siempre sale airosa, aunque es cierto que contiene un par o tres de secuencias bastante efectivas (divertidas incluso), gracias al buen manejo del que el director, David F. Sandberg, hace de la oscuridad, en lo que significa una extensión o versión 2.0 de su anterior película, con bastantes mejores resultados en conjunción con la marca Wan, muy patente en todos estos pasajes. 

Cabe destacar también la lograda atmósfera que consigue generarse a lo largo de todo el filme, haciendo de la mansión, un imponente escenario muy al estilo de la segunda aventura de los Warren y que en algunos pasajes y salvando las insalvables distancias, puede remitirnos a la gloriosa "La Guarida" ("The Haunting", Jan de Bont, 1999) aunque sacando la épica de la ecuación, siendo en ocasiones, mucho más protagonista incluso que la propia muñeca Annabelle, que la verdad sea dicha, y aunque pueda sonar raro, a la postre termina siendo un elemento absolutamente prescindible dentro de la historia. Podría haberse hecho la misma película sin muñeca, y apenas habría habido diferencia, pero claro, el reclamo publicitario no habría sido el mismo. Esta inclusión con calzador de la muñeca, se hace muy palpable en determinadas secuencias, que más allá de ser meros acuses de recibo, o puro y duro fanservice, no tienen la menor trascendencia a efectos prácticos. 

Pero sí, el listón estaba tan bajo, que no cabe duda de que estamos hablando de una entrega bastante superior a la película de 2104, pese a su simpleza, bastante más cuidada a nivel argumental (obra de Gary Douberman, quien ya venía de escribir dos mediocridades como la propia “Annabelle” o “Wolves at the Door” y que repetirá el universo Wan con “The Nun”) y sobretodo, en todo lo que tiene que ver con una puesta en escena que salvando las distancias, recuerda al mejor Wan, al menos en forma, ya que la sensación de terror que desprendían las dos entregas de los Warren (aplicable también a la saga "Insidious"), aquí son una utopía, más allá del susto tonto de turno (donde se sigue abusando de los recursos sonoros). Sigue quedando bastante claro, tras dos películas, que el recorrido de la muñeca Annabelle (simpático también el guiño a la leyenda que gira entorno al juguete real), no va (ni puede ir) mucho más allá de aquel prólogo con el que Wan comenzó su “Expediente Warren”, por mucho que se empeñen en ello, con imposibles nuevas secuelas. Al menos esta, no es nociva para la salud.

Por cierto, abstenerse de ver el trailer, sería una buena idea para intentar disfrutar de la película. El tema de los trailers destripadores, comienza a ser un tema muy preocupante para los que gustamos de esto del cine.

Lo mejor: Su gran ambientación y lo divertidos que siguen siendo algunos gags made in Wan, pese a estar ya más vistos que el tebeo. 

Lo peor: Pese a que intenta proponer algunas cosas propias, al final no deja de ser un sucedáneo de los expedientes Warren.



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