“A las 2:40, por el canal 7 de H-50 llama el Z-2 y manifiesta que, una vez se ha entrevistado con la familia y observado el interior de la casa, según comunica, se le ha puesto el vello de punta... Estando sentados en compañía de toda la familia, pudieron oír y observar cómo una puerta de armario perfectamente cerrada, cosa que comprobaron después, se abrió de forma súbita y totalmente antinatural... Momentos después pudieron percatarse y observar cómo en la mesita que sostenía el teléfono, y concretamente en un mantelito, apareció una mancha de color marrón consistente que el Z-2 identifica como babas... En el recorrido que hicieron por diversas habitaciones de la casa observaron un crucifijo de madera al que, el fenómeno al que estamos haciendo referencia, le había dado la vuelta, arrancándole el Cristo adherido al mismo... Que, según manifiesta una de las hijas, tomó el Cristo del suelo y lo adhirió detrás de la puerta de la habitación junto a un póster produciéndose también de forma súbita y extraña, tres arañazos sobre el citado póster...".
"Como conclusión, los cuatro agentes certificaban que allí, en la humilde casa de Vallecas, hay una serie de fenómenos de todo punto inexplicables.” (fuente JIMÉNEZ, Iker. Enigmas sin resolver II, Ed. Edaf. Madrid, 2005)
Tras salir del cine, lo primero que hice fue investigar más sobre “el caso Vallecas”, y éste que leéis es el informe policial de 1992, único en nuestro país en el que se afirma la existencia de un fenómeno paranormal del tipo “poltergeist”. Si el objetivo de Paco Plaza era llevarme el mal cuerpo a casa lo ha conseguido y con creces.
Con “Verónica” estamos ante una de las películas del año, sin duda, para los del género y un poco seguro también para los menos puristas, los que ven una o dos pelis de terror al año y porque “dicen que es buena”. Ésta he de reconocer que lo es, pero aquí no sólo tenemos una historia sobre la Ouija y los fenómenos de posesión que pueden conllevar aquello, tenemos una gran historia sobre la soledad en la adolescencia, algo que puede ser realmente igual de aterrador y peligroso que hacer una sesión de espiritismo a lo kamikaze.
Plaza, inspirado en el “Caso Vallecas”, regresa al género que con la saga “Rec” (2007) ya nos puso de los nervios en la butaca, pero con más profundidad y registros, sin buscar el susto fácil, lo evidente. Aquí podemos explorar en los entresijos del Madrid de los primeros años 90, con todos sus clichés, con una labor de documentación y casi de homenaje simplemente excepcional. Seguramente habrá quién en parte no entienda la esencia de “Verónica” igual que el espectador que ha crecido en esa época, un mundo de barrio, de la calle, donde no existía lo digital, sino todo era analógico, palpable: desde los fascículos para coleccionar, walkmans, juegos de mesa, carpetas con recortes músicales, estrellitas para pegar en el techo hasta walkie talkies o, cómo no, juegos peligrosos como la Ouija (y sus leyendas urbanas que forman parte de nuestro subconsciente colectivo). El director valenciano nos ha traído un monumento visual casi documental y fiel a lo que fue esa época en España, más concretamente en el Madrid de Vallecas, y que será recordado en el cine español por mucho tiempo.
Con ese hiper-realismo, y esa historia creíble, la misma que le faltan a muchas de las películas del género que intentan copiar una y otra vez la fórmula americana para intentar darnos miedo, el film nos adentra en la vida de Verónica (interpretada maravillosamente por una primeriza Sandra Escacena), una adolescente en plena explosión de la pubertad, que se encuentra sola. La pérdida de su padre hace que tenga que ejercer su figura en la familia, compuesta por otros tres hermanos y su madre (Ana Torrent, protagonista también en “Cría Cuervos” de Saura o “Tesis” de Amenábar), la cual por su duro trabajo en el bar la aísla de muchas responsabilidades que ahora recaen sobre Verónica, lo que la impide establecer esa comunicación y cariño claves en la adolescencia de su hija. En este entorno cada vez más asfixiante, decide practicar una Ouija con sus compañeras de clase para intentar ponerse en contacto con su padre (un puntazo el momento eclipse solar) pero algo sale mal y ni sus amigas, ni en su colegio de monjas, parece que le darán toda la credibilidad a lo que parece acechar su vida y la de sus hermanos pequeños.
Plaza, también estudiante en su juventud en un colegio eclesiástico, afirma como desde ese tipo de enseñanza se intenta dar veracidad a lo sobrenatural y espiritual, por encima de la ciencia. Ese mismo sentimiento lo plasma a la perfección en la cinta, jugando al despiste entre ser crédulos de lo que le pasa o pensar que ella misma puede ser la causante de su mal. Una perspectiva que durante todo el metraje se moverá de un lado a otro para hacernos caer en una gran tensión, emocional y mental. ¿Qué pensará Plaza sobre las posesiones y fenómenos paranormales? No hay una verdad absoluta, en cierta forma.
Al buen ritmo al que sucede la historia, se junta que tenemos unas actuaciones muy bien resueltas por parte de todos, tanto el grupo de hermanos pequeños (atención al papelón de “Antoñito”) como la protagonista parecen uña y carne (como otras vez hemos visto en películas como “It” o “Goonies”). El papel de la monja ciega (Consuelo Trujillo), fumadora, brusca, y visionaria, me resulta un poco menos creíble, algo forzado aunque efectivo en parte, por ponerle alguna pega al reparto, pero no es un personaje principal, con lo que bien queda el reparto de minutos.
En la parte técnica visual y técnica, tenemos una gran labor de planos inteligentes y subjetivos, donde nos meten de lleno en la casa de la familia, donde casi podemos sentir como las sombras por la noche con la luz apagada nos susurran al oído (gran trabajo de iluminación), donde los espejos de los armarios se convierten en enemigos del subconsciente y aún parecen seguirme por los pasillos días después. Un montaje inteligente y cuidado, no habitual sinceramente en nuestro cine.
El fenómeno “Héroes del Silencio” que tanto influyó a los jóvenes de los primeros 90s, se convierte en otro elemento regresivo perfecto para identificarnos con la protagonista, para naturalizar la historia, para hacerla creíble, tanto como los miedos y horrores que ésta siente y ve. ¿Cuántos hemos sufrido cierta soledad en la pubertad? Un momento de nuestras vidas clave, en el que necesitamos experimentar, soñar, saber y sentir el apoyo de nuestros padres. En el caso de la mujer aún más intenso, tras la primera menstruación, un momento de cierto pánico y que en ésta película será un desencadenante más hacía el destino final. Una señal de que somos vulnerables. Además a la buena banda sonora, se le une el uso de sintetizadores, que bien me recuerdan al más puro cine italiano, aquel en el que por momentos parece Plaza inspirarse, concretamente en Fulci, para darnos una película con algunos elementos subversivos, no propios del cine de terror.
“Verónica” es una película con estilo y sello propio, original en la forma, quizás incomprensiblemente sencilla en su guión para algunos, que esperarán más miedo visual, más carnaza, más posesiones, pero eso es a lo que mi juicio la hace una película única. Solo por esa sensación de agobio y de tensión según pasan los minutos, donde uno parece andar descalzo por aquel piso de Vallecas, y el respeto por una historia que por desgracia fue real, ya merece la pena verla. Disfrutadla sin ataduras.
Lo mejor: Sabe hacerte pasar miedo, nostalgia y humor al mismo tiempo, transformándola de lleno en un nuevo clásico, español y de quilates. No me imagino esta misma historia grabada de mejor forma.
Lo peor: La limitación del guión y algún personaje desencajado, pero poco dañino, para el disfrute general.