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Channel: NIDO DE CUERVOS. Cine fantástico y de terror
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Crítica: Siete Deseos

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¿Quién no ha soñado alguna vez con encontrarse la lámpara mágica? Aquella que una vez encontró Aladino y que al frotarla, un genio apareció para concederle tres deseos. Tres deseos nos bastarían a algunos, para hacer de este mundo un lugar mejor. Los menos altruistas, que los hay, seguro que los emplearían en un sinfín de prácticas onanistas, muy válidas también todas ellas. Pero cuidado, cuidado con lo que deseas, pues vivimos en un mundo en el que nada es gratis, tampoco los deseos. Robert Kurtzman ya nos puso sobre aviso y nos advirtió de los peligros de pedirle favores al genio de la lámpara en “Whismaster” (1997), divertida serie B producida por Wes Craven, que luego tendría varias secuelas, a cual más hedionda, por cierto.

Lo último que uno querría no obstante, sería encontrarse con la susodicha lámpara, frotarla como si no hubiese un mañana y que de dentro no saliera el esperado genio, sino John R. Leonetti, alguien con quien nadie que ame esto del terror, querría toparse nunca, pues hablamos de aquel, que no hace tanto tuvo la inquina para con los aficionados al género, de dirigir la terrible “Annabelle” (2014). Por si no hubiese sido ya cuasi irreparable el daño perpetrado, hace aun menos, firmó otro ejercicio de terrorismo cinematográfico rodando algo como “Lobos en la Noche” (“Wolves at the Door”, 2016). Pero sí, esta vez no va de genios la cosa, va más bien de demonios, o de directores endemoniados. Dicen que el mal nunca muere y Leonetti ha regresado. Lo hace con su tercer intento por rodar una película de terror y no morir en el intento (o que al menos no muera el espectador de aburrimiento). ¿Su título? “Siete Deseos” (“Wish Upon”).

“Siete Deseos” se engrosaría dentro del denominado “horror teen”, o lo que vendría a ser lo mismo, películas de terror chorra para principiantes, eventuales o espectadores de tierna edad. Y como no podía ser de otra forma, contiene a rajatabla toda la mierda que suelen contener este tipo de productos. Una historia que no necesite más de una u dos neuronas para ser procesada, un montón de personajes adolescentes a cual más detestable, a los cuales deseas ver morir entre horribles sufrimientos, algún tipo de maldición de tres al cuarto (también vale un asesino enmascarado deudor del cine slasher) y un buen puñado de gags a modo de sustos tontos o muertes más o menos vistosas, para que los jovenzuelos espectadores puedan soltar la carcajada en la sala de cine, eso sí, sin pasarse nunca de la raya, pues esta es una película que incluso podrían ver sus madres.

Todo esto hace de “Siete Deseos”, una película que tiene muy poco que ofrecer al aficionado más habitual del género. Un poquito de “Wishmaster”, un poquito de “Destino Final” (“Final Destination”, James Wong, 2000) y luego unas pizcas de macabra actualidad en forma de crítica tibia a algunos de los males endémicos más sombríos de la sociedad actual, como son la fiebre por las redes sociales o el clasismo. Y por supuesto, todas esas miserias que vienen de fábrica cuando uno llega a cierta edad en lo que refiere a la relación con el resto del rebaño. Nada nuevo que no hayamos visto mil y una vez en este tipo de películas de ¿terror? Que en muchas ocasiones, terminan degenerando en auténticas parodias del género.

Los objetos malditos son otra de las constantes del género y “Siete Deseos”, además de adolescentes detestables, también tiene el suyo propio. Una caja de música de origen chino que ejerce de improvisado genio de la lámpara y que hará bueno aquello de que nadie da duros por pesetas. Pese a sus esfuerzos por ofrecer algunas muertes más o menos elaboradas que levanten el ánimo del respetable, la cajita en cuestión se queda muy lejos de las hazañas perpetradas por otros objetos malignos de leyenda y eso que aquí la apuesta se hace a caballo ganador, intentando emular la exitosa fórmula de “Destino Final” que para tantas entregas ha dado y digo “intentando” porque en ningún momento llegan a alcanzar el nivel de genialidad visto en la saga iniciada por James Wong.

Barbara Marshall vuelve a indagar con torpeza y a base de tópicos una vez más, en las relaciones adolescentes para dar forma al guion. Al igual que en “Desafío” (“Triple Dog”, 2010) y “Viral” (2016), la guionista se recrea en un perfil de adolescente no solo desgastado en este tipo de cine, sino además, con el que es muy difícil identificarse a pocas neuronas que uno tenga. Puede que cara a un mercado doméstico, es decir, el estadounidense, siga resultando, al menos, vendible, pero, si hablamos en términos un poco más universales, me niego a creer que sociedades más desarrolladas intelectualmente que la norteamericana, la cual vive en su particular ecosistema, puedan verse reflejadas en este tipo de personajes estúpidos a los que lo único que les interesa (y hablo en clave de la protagonista femenina de la historia) sea ligarse al guaperas deportista de turno, no hacer el ridículo ante sus ridículas amigas o masturbarse emocionalmente con el muro de facebook de sus compañeros de clase. Igual sí, igual toda la juventud de hoy está podrida y no es solo una mierda yankee, pero permitidme que viva en la ignorancia de creer que esto no es así.

Muy poco más que destacar de una película simplona, previsible y muy falta de mala leche que comienza haciendo gala de cierta simpatía y termina aburriendo al más optimista. Sigo sin entender como algunos realizadores se empeñan en perder su tiempo e hipotético talento en este tipo de productos sin ninguna personalidad y que no hacen más que masticar la mierda que otros han regurgitado previamente. Pero claro, luego, cuando se arriesga y se intenta hacer cosas diferentes, y me viene el pelo el ejemplo de la reciente y genial “A Ghost Story”, salen los obtusos de turno a reírse de aquello que evidentemente, no han entendido o no han querido entender, porque para ellos, el fantástico tiene que ser siempre el mismo perro con diferente collar. A todos ellos, a todos aquellos que buscan más de lo mismo, que buscan películas que no requieran de ningún tipo ni de esfuerzo ni de implicación por su parte, es a quienes les recomiendo esta “Siete Deseos”. Igual ellos si saben encontrarle una gracia que desde luego yo, no he sabido verle por ninguna parte.

Lo mejor: Tiene un par de muertes graciosas.

Lo peor: Cine teenager de encefalograma plano con fecha de caducidad corta (el tiempo que tardes en conseguir enrrollarte con la moza que te has llevado al cine).



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