Como dijo Vito Corleone, “Un hombre que no pasa tiempo con su familia, nunca será un hombre de verdad”. Cada familia tiene sus cuestiones, de más está decirlo… y en “Leatherface” volvemos a encontrarnos con los Sawyer. Cuatro años pasaron de la última “Texas Chainsaw 3D”, en la que Leatherface terminaba encerrado en un sótano al cuidado de su prima. Esta vez la película es en forma de precuela de la primer “La matanza de Texas” de 1974. Mucha agua ha corrido desde entonces y si bien algunas pelis fueron más alabadas por los fanáticos que otras-aunque todas manteniendo casi la misma trama-, siempre queremos saber más sobre el origen y andanzas de nuestros asesinos favoritos (O de algún Sawyer perdido).
Es en “Leatherface” que intentan mostrarnos la infancia-apenas- y juventud de Jeddediah. Luego de ser maltratado por su familia porque no tiene esa alma de asesino que los demás no temen demostrar, es usado por ellos como carnada para conseguir nuevos jóvenes que se bajen del vehículo en que vienen besuqueándose y se conviertan en las próximas víctimas. (¿¿Por qué todavía no aprenden a NO BAJAR DEL AUTO??) Después de haber atacado a la hija del sheriff-porque si están los Sawyer es necesario que haya sheriffs haciéndolos quedar a ellos como los buenos hasta que se demuestra lo contrario-, Jed es enviado a un reformatorio. Nos encontramos con él pasados 10 años, pero no sabemos quién es porque le han cambiado el nombre y tenemos tres personajes posibles. Aquí viene una escena en la que Lili Taylor salva la película (aunque siempre es un alivio verla y le creemos mucho como cabeza de familia).
A continuación, todo se desmadra y termina con el reformatorio incendiado, y 5 prófugos. Entre ellos están los tres potenciales Jed, más una asesina demente y una enfermera secuestrada-la cual nunca entendimos porque tiene tanto protagonismo, si en definitiva no influye demasiado en la trama-. Estos cinco personajes son los que tienen la ya conocida tarea en películas de este tipo de hacernos sentir empatía. Mientras el sheriff los persigue podemos conocer algo de la personalidad de cada uno. A saber: la clásica virgen con pasta de “final girl”, que cuando tiene que sobrevivir termina dejando a más de uno con la boca abierta. En este caso encarnada en la enfermera, que si bien su puesto en el reformatorio es bastante irreal (nunca entendimos qué hacía una joven y bonita enfermera en un reformatorio lleno de hombres que hacía varios años no veían una mujer cuerda), en el rol de rehén está más creíble. En oposición a esta, Clarice es una interna del reformatorio. Violenta y sexual, nada le afecta excepto su amor/locura por Ike. Junto con él, toman de rehén a los otros tres y pareciera como si lo único que buscasen son testigos de su violencia y locura.
Por otro lado, tenemos a Bud y a Jackson-amigos inseparables del reformatorio-, su misión es proteger a la enfermera Lizzy de la pareja de secuestradores mientras escapan de la policía. En todo lo que dura la persecución de estos sujetos-innecesariamente larga, casi como la película-podemos rescatar que visualmente tiene buenas intenciones. Los clásicos tonos tierra y paisajes rurales de las antiguas “Masacre de Texas”; la escena en el restaurante, que nos recuerda a “Natural born killers” haciendo que la pareja demente nos guste aunque sea un poco, o “la gran American History X” que le hace Bud al malo de Ike.
A continuación, algunas palabras sobre el final que contienen varios SPOILERS: Cuando el sheriff logra dar con los personajes que sobrevivieron a esta persecución, todo parece ir simplemente rápido, y la palabra clave es SIMPLE. Esperábamos una vuelta de tuerca que en ninguna parte de la película llega, otra vez los sheriffs se buscan vengar de los Sawyer y no lo consiguen.
Pero lo peor del film es que no hay ningún tipo de razón o excusa para que “Leatherface” sea quien termina siendo excepto porque su mami lo dijo. Esto por momentos termina haciéndonos dudar de que si lo que estamos viendo es “Texas Chainsaw Massacre” o “Viernes 13”, lo cual resulta extraño cuando la idea de la película es explicarnos los orígenes del personaje y las razones de su manera de actuar-o asesinar-.
Incluso quizás en los créditos de “La masacre de Texas: el inicio” le hayamos encontrado más sentido a la historia de aquél Leatherface que había nacido deforme y por eso tenía algo terrorífico o supernatural. Aquí, su deformidad proviene de un disparo que le da en plena cara dejándole la mitad de la misma en carne viva. Tampoco entendemos por qué dejó de hablar, ya que en ningún momento del film hay suficiente información sobre la personalidad de Leatherface ni la influencia de su madre sobre él. Solamente nos queda inferir que el monstruo no era él, sino lo que hicieron de él su familia y luego el reformatorio. Toda posibilidad de ser alguien diferente fue cercenada como la cabeza de la enfermera Lizzy, quien veía en Jed/Jackson una persona confiable y amorosa –“This isn´t you. It´s your crazy mother”, grita en vano ella-. Pero él a la hora de elegir entre la enfermera o su madre, no duda en hacer lo que la segunda le ordena. Fin SPOILERS.
En fin, una película poco recomendable y menos recordable, excepto como para estirar hora y media más la maratón de “Masacre de Texas”. Lo que sí me quedo pensando es en la frase de Don Corleone, porque aunque aquí sea una mujer la cabeza de familia, todos coinciden en que lo que importa es la familia, y no dudan en matar por ésta.