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Crítica: La Reina de los Condenados

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Un domingo de lluvia en la mesa de saldos del videoclub me encontré con esta película de 2002. Desde entonces la vi tantas veces que perdí la cuenta. A pesar de que en un principio la pensaba como una expresión de todo lo que me gustaba (Vampiros, música Metal y erotismo), después de leer los libros de “Crónicas Vampíricas” me dejó un poco decepcionada. Es bien sabido el ritmo vertiginoso que puede tener una película para quien ha leído el libro en que se basa. Este caso es aún peor ya que hablamos de dos volúmenes de la saga escrita por Anne Rice. “Queen of the damned” además de llevar el nombre del tercer tomo, también nos muestra partes de “Lestat, el Vampiro”, el segundo de ellos.

Personalmente recomiendo aquél para cualquier interesado en saber más sobre el vampiro “enfant terrible” de Lestat: es un libro CLASSIC Anne Rice. O sea que los vampiros con dones como leer mentes, quemar otras personas y demás están asegurados. También el saber más sobre la familia de vampiros, sus dudas sobre su razón de ser (y van…) o humanos queriendo convertirse en vampiros y éstos despreciando su vida eterna. A pesar de que no estoy hablando de Crepúsculo, las “Crónicas vampíricas” pueden llegar a resultar un poco tediosas a partir de que en el tercer libro la autora haya comprendido de qué iba la autorreferencia y no la deje afuera en casi ninguna página.En la peli muchas cosas quedan afuera, cosas que leyendo el libro hacen de nuestro Lestat un personaje mucho más querible. Por eso es probable que terminemos viendo a Stuart Townsend un poco falto de ganas interpretándolo (y aquí prefiero apenas mencionar a Tom Cruise, que le ha dado alma a un Lestat inolvidable- y mucho más carismático-).

“Queen of the damned” tiene un comienzo bastante acertado, apostando a lo gótico aunque luego lo vaya dejando de lado. La frase que da inicio y dice “La inmortalidad parece una buena idea, hasta darte cuenta de que la vas a pasar solo”, nos advierte de la diferencia entre libro y película. En el primero, Lestat busca sentido a su existencia como vampiro mientras que en el film lo que más anhela es compañía. Por eso, el vampiro despierta tras años de descanso para formar parte de la escena gótica, convirtiéndose en un rockstar e incitando a los demás vampiros a salir: “Come out, come out, wherever you are” reitera, buscando no se sabe bien qué. Por otro lado, conocemos a Jesse, que en su infancia tuvo una familia y ahora no sabe bien quién es. Ve en Lestat y sus canciones una chance para conocer sobre lo oculto, los vampiros y otra forma de vida.

Si bien el personaje de Marguerite Moreau no es tan impactante como el de Akasha- interpretado por la fallecida cantante Aaliyah-, cumple un rol esencial: Si al principio esperábamos que la película sea sobre vampiros, luego comprendemos que éstos son una excusa para contar la historia de amor entre Lestat y Jesse. (Relación que citando una vez más el libro, no existe de tal manera, pero aquí funciona según la norma heterosexual que solemos ver en casi todas las películas).

A partir de casi exactamente la segunda mitad, aparece la “Reina de los condenados”, madre de todos los vampiros, Akasha. Personaje que lleva el nombre de la película, y al que lamentablemente apenas vemos desarrollarse. Aunque al principio puede llegar a resultar sobreactuado, es necesario recordar que el personaje proviene del Antiguo Egipto, y gracias a su sensualidad y vanidad, éste termina saliendo airoso. En relación con la historia de Jesse y Lestat, Akasha podría bien ser la tercera en discordia.

A continuación, aparecen algunos SPOILERS:

La escena central de la película transcurre en el concierto de Lestat, que para quien ha asistido alguna vez a recitales del género metal o gótico, éste se ve algo infantil. Especialmente me refiero a los vampiros volando por el aire, convocados por un Lestat que prefería estar “Antes muerto que solo”, mientras los fans continúan como si estos vuelos fueran parte del show. En cuanto aparece la Reina, seducida por la música de Lestat, ambos se elevan y desaparecen. Lestat entonces se convierte en consorte y rey de Akasha, saciando su sed de sangre con playas enteras de humanos. “El mundo es nuestro jardín” le dice ella, ante la perplejidad de Lestat (o lo que se denomina en cualquier relación como el “comienzo del fin”). Advierte que a pesar de que los favores de la Reina le convienen, ella es egoísta y sus ansias no tienen límite. Mientras tanto el resto de los vampiros antiguos y poderosos planean matar a Akasha, ya que si sigue saciando su apetito, la Gran Familia-los mortales descendientes de ellos, y lo que los conecta con el mundo de los vivos- corre peligro.

Akasha irrumpe en esta situación casi como si llegara un pariente no deseado a una reunión familiar. Todos los vampiros que creían en el secreto de su especie para coexistir con los humanos, y no que éstos sean usados como mera carne, terminan atacando y destruyendo a Akasha. Lo peor de esta secuencia final, así como todas las anteriores escenas de inmolación o vuelos, son los FX. Incluso con las mejores intenciones, resultan nefastos para tan sólo quince años atrás- con el presupuesto que sea-. Una mención especial merece la desintegración de Akasha. Simplemente evitable.

El gran punto a favor de la película es el soundtrack. Compuesto por el Gran Jonathan Davis, tiene varias canciones originales y cada una de ellas vale la pena. El “blood, sex and nü metal” que transmiten es lo más destacable de la película, incluyendo videos a lo “Gabinete del Dr Caligari”. En cuanto al final, si bien es muy diferente al del libro- en el cual Lestat se reencuentra con Louis-, el del film funciona. Todo lo que Lestat buscaba era compañía, y en Jesse la encontró. A pesar de las varias falencias que tiene visualmente y en el guión, la película logra trasmitir una atmósfera gótica y de melancolía.



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