La noche tiene tantos componentes para cambiar la percepción de las cosas, que se puede decir de ella que es intrínsecamente extraña. Dicen que de noche todos los gatos son pardos, pero en realidad lo que no se atrevían a decirnos es que los gatos no son pardos, son negros y vigilan con sus ojos amarillos que sigas entre los vivos. Hay algo crucial en nuestras vidas de lo que no se ha hablado y es que la noche está muerta. Aprendemos a vivir entre esa muerte pero no sabemos interpretarla, porque todo aquello que ocurre de noche y que parece mucho más irreal que si ocurre de día, está condicionado por esa muerte. Lo que pasa es que nuestra mente viva aún no sabe cómo lidiar con las cosas de la muerte. No os dejéis engañar, no es la luna la que influye en nuestro comportamiento, salud o estado de ánimo, es la noche quien lo hace y lo hace porque está muerta y quiere que lo entendamos de una vez por todas.
“Dead Night es una experiencia cinematográfica extraña que explora el terror desde dos líneas temporales diferentes”
"Dead Night” es el debut como director de Brad Baruh, gran consumidor y fan del cine de terror con considerables referentes como Don Coscarelli, con quien ha trabajado estrechamente como productor de “John dies at the end” (2011) y “Phantasm V: Ravager” (2016). Baruh apuesta por las mezclas posibles o imposibles en una cabaña en el bosque. Y no, no esperéis nada como “The Cabin in the Woods” porque los tiros van por otro lado, pero sin duda consigue amalgamar una serie de componentes claves en el cine de terror clásico que, pese a la extrañeza que provoca, logran superar su primera prueba con este señor sentado en la silla del director.
“Dead Night” es una experiencia cinematográfica extraña que explora el terror desde dos líneas temporales diferentes pero que lamentablemente, pese a la potencia de su segunda parte, no termina de cohesionar bien sus elementos y no es lo suficientemente robusta para destacar. En general, el gran problema radica en un montaje tan caótico como desacertado, que no es capaz de conservar las reacciones o sensaciones que una escena provoca, en la siguiente secuencia, partiendo los momentos claves de tensión a la mitad y dejando a medias a un paciente espectador que se mueve más que a lomos de un salvaje corcel.
Así, en la primera parte de la película, aparte del prólogo, no pasa nada relevante, lo que la hace bastante plomiza pese a utilizar el recurso del spoiler intencionado para crear curiosidad en cuanto al desarrollo de los acontecimientos y no en cuanto al fin, como suele ser habitual. La idea de desarrollar una línea temporal futura a través un programa de televisión que narra los hechos que también se vivirán en una meta recreación cinematográfica de los hechos, utilizando escenas dramatizadas con terceros actores, hubiera resultado original si no hubiéramos visto exactamente lo mismo en “American Horror Story: Roanoke” (2016) de una forma inmensamente más acertada e intensa. Primera parte fallida, por tanto, que sirve sólo como introducción de unos personajes con los que tampoco empatizas demasiado, pese a mostrar el drama de una enfermedad.
“hubiera resultado original si no hubiéramos visto exactamente lo mismo en American Horror Story: Roanoke (2016) de una forma inmensamente más acertada e intensa”
En la segunda parte, todo se viene arriba y ya se muestra la propuesta que debió ser desde el principio: gore, zombies, brujas, asesinos, bosques, sectas, presencias espeluznantes, dinamismo, algún jump scare y algo de humor negro. Basta con todo esto para que la experiencia gane enteros y se nos dirija a un lugar donde todos somos más felices porque estamos más entretenidos. La parte negativa de todo esto es el diminuto poso que cada una de estas características deja en la narración debido a un guión que no profundiza en ninguna de las ramas que ofrece y se queda vago en folclore y en explicaciones, dejando demasiados cabos sueltos.
La parte técnica muestra unas luces y sombras propias del bosque de noche. Las luces brillan en los efectos especiales, el casting y la fotografía, en especial cuando el bosque nevado protagoniza los escenarios elegidos y se crea una especie de mágico cuento maligno de invierno. Esto no impide que la luz se apague también y esas sombras derivadas de ese montaje terrible, emerjan para dejar claro que “Dead Night” no va a sobresalir. Creo que el principal impedimento para que esto ocurra es que Brad Baruh ha tocado demasiados palos sin tener un objetivo claro y eso es justamente lo que se le transmite al espectador.
“la elección de los actores por sí misma justifica el visionado. El gran nombre de Barbara Crampton, quien como actriz me parece muy justita pero que tiene un carisma incuestionable, es reclamo suficiente“
No cabe duda de que la elección de los actores por sí misma justifica el visionado. El gran nombre de Barbara Crampton, quien como actriz me parece muy justita pero que tiene un carisma incuestionable, es reclamo suficiente para que “Dead Night” sea un buen plan nocturno. Esta mujer hace que cada aparición suya sea especial pese a no tener su mejor momento interpretativo en esta película. A su lado A.J. Bowen, un clásico en las películas de Adam Wingard y Ti West en un plano secundario que se queda pequeño para el talento de este actor, pero que tiene sus momentos. “Dead Night” no es la película que podría haber sido de haber hecho una inmersión más profunda en la naturaleza más folclórica de los bosques y sus repercusión en la vida de una familia elegida o no al azar, pero se deja ver con agrado y como ejercicio introductorio de este director, es curiosa. Extraña pero curiosa.
Por la noche, cuando me sienta extraña y crea que mi cabeza no me deja dormir o que la cena no me ha sentado bien y esté nerviosa, recordaré que a la noche muerta hay que escucharla. Puede que en esos momentos, el cuerpo sea más intuitivo que la mente y sepa que la oscuridad es sólo el lenguaje que utiliza la muerte para contarnos cosas, porque estoy convencida de que la noche es una gran conversadora y aunque sea extraña, también sabe ser amable así que en su muerte, también nos guía y nos enseña que cada momento tiene su belleza y su fealdad y que sus gatos pardos seguirán alerta para nosotros. Descansa en paz, querida noche.