Hay una suerte de cadencia en el cine de género relacionado con las posesiones que tiene siempre el mismo discurso: todo está inventado. En torno a esto, parece que producir nuevos filmes tiene que entrar en una serie de secuencias inequívocas que nos lleven al paroxismo de ver una y otra vez las mismas escenas con los mismos guiones y las mismas resoluciones. Afortunadamente, esto no es cierto, y no deja de ser más un mantra que persigue desenfocar la naturaleza de algunas cintas que han sido capaces de dar una vuelta de tuerca al subgénero y que se han convertido en excelentes ejemplos de que usar las mismas herramientas puede dar lugar a productos muy interesantes. “La autopsia de Jane Doe” (2015) representó una nueva forma de tratar los convencionalismos con una artesanía muy cuidada y centrar el foco del guion en aquello que sucede con un cuerpo que ha estado poseído y ahora debería estar muerto.
“cuando ni el propio reparto se cree lo que vive, poco puede hacer el espectador por ponerle más énfasis”
Con la premisa de esta película se presenta también “Cadáver” ("The Possession of Hannah Grace") y, claro, había expectación por ver qué podía resultar de unas imágenes promocionales bien hilvanadas con el discurso de un terror claustrofóbico. Lamentablemente, en este caso la cinta de Diederik Van Rooijen se desmorona prácticamente desde su inicio.
Un inicio de película desenfocado que ofrece, no obstante, pinceladas de un guion sólido que ameniza las escenas pre créditos; eso sí, con unos efectos algo desfasados. Hay buenas connotaciones en la protagonista principal con un pasado oscuro, algo arquetípico pero que bien conducido suele dar buenos resultados. Pero la propia interpretación de esta durante todo el filme y del resto del elenco deja mucho que desear, quedando a la altura del betún por ser escasamente convincentes en la situación que viven. Y cuando ni el propio reparto se cree lo que vive, poco puede hacer el espectador por ponerle más énfasis.
“se torna mediocre cuando se trata de una sucesión de escenas idénticas que aburren y sacan hasta alguna risa de incredulidad”
Decíamos que el pasado recurrente de la protagonista parece jugar un papel importante…y lo hace. Pero ahí acaba todo. Su relación con el cadáver poseído es prácticamente insulsa; parecen dos historias paralelas forzadas a encontrarse para un guion tedioso, lento, con una primera parte enfocada a la tensión y el descubrimiento en el que reiteradamente se avisa a la protagonista de un discurso demasiado repetido: estás loca, son producto de tu imaginación. La sucesión de secundarios que le advierten de lo mismo hastía y luego mosquea, pues van cayendo en una hilera de asesinatos perpetrados por el ente a cada cual más ridículo e innecesario.
Un ente cuya historia tampoco profundiza en demasía, pues actúa como el clásico ser demoníaco cuya única novedad es que cuanto más asesina, más vuelve a la vida. Literal. Esta vuelta de tuerca parece una excusa para mostrar asesinatos inverosímiles que rozan las cintas “slasher” pero cuyo modus operandi es siempre el mismo con una batalla de sonidos idéntica: cansa después del cuarto caso así.
“un producto convencional con un toque diferente, pero que acaba convirtiéndose en un producto mediocre con un toque demasiado convencional”
Y eso es todo en la película. Un cansancio tras otro que, aunque suena aceptable al principio, se torna mediocre cuando se trata de una sucesión de escenas idénticas que aburren y sacan hasta alguna risa de incredulidad. Poco hay de rescatable en esta cinta que ha pagado el pato de un director novel en esto del cine de terror y un guion plasmado de agujeros que va a marchas forzadas para ofrecer un producto convencional con un toque diferente, pero que acaba convirtiéndose en un producto mediocre con un toque demasiado convencional.
No quiero siquiera hablar del montaje de la película. A las personas valientes que acudan a visionarla seguro que les llegará la estupefacción cuando el filme roza su último tercio: hacía muchísimo tiempo que no se veía un bocado de ritmo tan descarado. En definitiva, “Cadáver” es un producto demasiado arquetípico que pretendió asomarse a esa gama de cintas que, trabajando un tema explotado, querían dar otro sentido a su contenido. No lo consigue ni por asomo, pero su pretendida valentía y algunas escenas hacen que, sin resultar obvia su recomendación, sí pueda darse el gusto por algunos “jump scares” hilvanados y alguna escena interesante. Ah, y por cierto: basta de localizaciones de títulos tan escandalosas.
