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Channel: NIDO DE CUERVOS. Cine fantástico y de terror
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Crítica: La Soga

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Os voy a hacer una confesión, pequeños lectores de mentes retorcidas. Nos encantan las películas de terror, pero aquellas cuyas historias están basadas en hechos reales, son las que hacen que se me pongan las enaguas para plantar arroz. Tenemos múltiples ejemplos de la perversidad humana llevada al cine. Ed Gein, que ha inspirado a personajes tan dispares como Cara de cuero en “La Matanza de Texas” (1974), Buffalo Bill en “El silencio de los corderos” (1991) o incluso el personaje de Eustaquio Habichuela de la serie infantil “Agallas, el perro cobarde”. Al cine se llevó también y de forma sustanciosa la historia de los asesinatos perpetrados por Ronald DeFeo, dando lugar a la saga “Terror en Amityville” (1979), o los de La Familia de Charles Manson en “Manson Family Movies” (1984). Pero no siempre son necesarios litros de sangre para poder ahondar en lo más perturbado de la mente humana. La elegancia con la que Alfred Hitchcock toca un tema tan macabro como el de “La soga”, es casi tan escalofriante como la misma historia.


“Hitchcock se inspiró en la obra teatral para el guion de su película y aunque respetó la obra original, fue más sutil con las partes sexuales”


Corría el año 1924, Leopold de 19 años y Loeb de 18 tonteaban con la idea de lo que se tenía que sentir al matar a alguien. Comenzaron a dar vueltas a la idea de poder cometer el asesinato perfecto. La víctima de sus delirios fue Robert Franks, de 14 años. La prensa lo denomino “El crimen del siglo”. Loeb murió en prisión, pero Leopold, tras un alegato de doce horas de su abogado, Clarence Darrow, se libró de la pena de muerte.

Desde luego nos queda claro que una historia como esta tiene para sacar jugo por todas partes. El primero en hacerlo fue el dramaturgo inglés, Patrick Hamilton, que en 1929 estrenó una obra de teatro basada en este crimen. La obra de Hamilton era dura, al menos para la época. Hitchcock se inspiró en la obra teatral para el guion de su película y aunque respetó la obra original, fue más sutil con las partes sexuales. A pesar de que esta no sea, ni de lejos, una de las cintas más conocidas del afamado director, he decir que, para mí, es mi favorita. A la hora de analizar los puntos que se deben tener en cuenta serían: la historia que se cuenta y el enfoque de la misma. La elección cuidada de los personajes. Los aspectos técnicos de la película.


“El tratamiento que Hitchcock da a la historia huye de todo lo explícito en cuanto a violencia física se refiere”


Lo primero, saber que esta película supuso un punto de inflexión en la obra de Hitchcock. Su relación con el productor David O. Selznick, había sido fructífera. Con él ganó en 1940 el que sería su único Oscar, a la mejor película con “Rebeca”. Pero esta simbiosis se rompió y Hitchcock montó su propia productora, Trasatlantic. Con ella creó “La soga”.

Como ya hemos dicho, el argumento de la película es simple. Dos jóvenes, cuyas creencias éticas les hacen creer en el derecho de poder disponer de la vida de los demás, asesinan a un compañero y esconden su cuerpo en la misma habitación donde a continuación se disponen a dar una fiesta. El tratamiento que Hitchcock da a la historia huye de todo lo explícito en cuanto a violencia física se refiere, para ahogarnos en el mar de la psique humana. Sabemos que se ha cometido un asesinato, sabemos que hay un cadáver presente, somos cómplices absolutos de los asesinos. No nos estremecemos ante el acto vil en sí, sino ante la posibilidad de que los/nos descubran.

Si grandiosa fue la labor de dirección, cabe destacar la culpa que en ello tuvo el reparto escogido. Brandon, encarnado por John Dall y Phillip, por Farley Granger, serán los jóvenes que cometen el atroz acto. Brandon, seguro de sí mismo, de su superioridad intelectual para con el resto de mortales, seguro de estar respaldado por la ética de Nietzsche elevada a la máxima potencia. Brandon es seguido por el menos seguro Phillip, que bebe con ansia de la certeza que tiene Brandon respecto a la legitimidad de su acto, pero sin llegar a saciarse. Los dos jóvenes serán el epicentro de la escena junto con el sublime James Stewart en el papel de Rupert. Rupert había sido años antes profesor de los chicos, y había compartido junto con Brandon las disertaciones del asesinato controlado destinado sólo a unos pocos. Este personaje logra tenernos en un “ay” durante toda la película, y a qué negarlo, su agudeza e inteligencia hace que nos pongamos continuamente de parte de los asesinos pensando “que no lo encuentre, que no lo encuentre”.


“Más que una película, pareciese que nos encontramos en una obra de teatro y esto es gracias a su forma de rodaje”


Personajes secundarios en esta sinfonía coral serán los de la maravillosa Joan Chandler. Joan tendrá el papel de Janet, la prometida al joven que ha perdido la vida, David Kentley interpretado por un fugaz en escena, Dick Hogan. El resto de invitados a la fiesta mortuoria serán Cedric Hardwicke y Constance Collier, como el padre y la tía del fallecido. Douglas Dick, en el papel de Kenneth, exnovio de Janet y mejor amigo del fallecido. Por último, Edith Evanson, dando vida a la señora Wilson, empleada de la casa que nos pondrá los nervios de punta en no pocas ocasiones.

Y por último resaltar las cualidades técnicas. Bien es cierto que la cinta puede tener alguna laguna argumental por parte de Arthur Laurents y Howard Bristol, pero estas quedan reducidas a la mínima potencia ante la maestría de todo lo demás. En primer lugar, se hace saber que esta fue la primera película a color filmada por Hitchcock. La labor de escenografía de Emile Kuri y Howard Bristol es sencillamente perfecta. Somos un invitado más a la fiesta, somos una persona más en ese salón de música donde por momentos, parece faltar el aire. Más que una película, pareciese que nos encontramos en una obra de teatro y esto es gracias a su forma de rodaje. Se hace saber, también, que os encontráis ante la primera película grabada enteramente en un plano secuencia. Si bien es cierto que hay truco, pues las cintas de la época eran de una duración limitada y había que cambiarlas cuando se terminaban, Hitchcock usó inteligentemente el zoom en la espalda de los personajes o planos muy cerrados en esos momentos de cambio de cinta.

Como un niño con zapatos nuevos se lo pasó Hitchcock, rodando esta película, experimentó lo que quiso en argumento, dirección y fotografía y yo le doy las gracias por ello y por esta brutal y sutilísima película que no me canso de ver. Como último punto y si sois observadores, tal vez echéis de menos el típico cameo que el director solía hacer en sus películas. Venga, spoiler, estad atentos a las imágenes iniciales de los créditos.



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