Hace poco más de un año se anunciaba en este blog el lanzamiento de la película: Would you rather, levantando cierta expectación entre algunas de las personas que visitan con frecuencia el contenido del mismo. He de anunciar que a priori, cuando visioné el tráiler, me pareció que podría ser una película muy interesante, una de esas serie b desconocidas que depararan gratas sorpresas, máxime si tenemos en cuenta que las historias con gente muy dispar, en cuanto a caracteres, encerrada en espacios confinados y que tienen que hacer frente a diversas situaciones o pruebas (en la mayoría de los casos límites para seguir con vida) me suelen agradar y mantener atento durante todo metraje.
Existen multitud de títulos que abordan las someras coordenadas mencionadas, desde la magnífica El Experimento de Oliver Hirschbiegel (no confundir con el remake americano del año 2010 que era muy inferior), la estupenda Saw de James Wan (el resto de secuelas es otro cantar, aunque la segunda parte mantenía el tipo), la interesantísima y muy recomendable The Killing Room de Jonathan Liebesman, la entretenidísima y muy tramposa Identidad de James Mangold o la irregular Exam de Stuart Hazeldine. Destacaría también la (buena) cinta española de Marcelo Piñeyro, El Método, a pesar de no encajar en los parámetros del thriller o del terror.
Así que con los precedentes mencionados en la memoria y con ganas de dejarme llevar por un carrusel de tensión, angustia y crueldades, me dispuse al visionado del film del señor Guy Levy (que podría traducirse por: Tú qué prefieres).
El argumento es (o debía ser) una escusa para generar situaciones límite, a saber: un grupo de ocho personas son invitadas a participar en una velada organizada por una fundación filantrópica, donde deberán superar diversas pruebas (no se les comunica de qué tipo), siendo la persona que las supere obsequiada con una cuantiosa cantidad de dinero.
La protagonista de la historia, Iris (Brittany Snow) es una joven que a duras penas se gana la vida como camarera y debe hacerse cargo de su hermano enfermo que necesita un trasplante de médula para seguir viviendo. Junto a ella otros siete participantes con motivaciones similares a las de Iris son invitados por Shepard Lambrick (Jeffrey Crombs), anfitrión de la velada y dueño de la fundación que lleva su apellido, a participar en la mencionada velada. Entre los invitados destacan desde el inicio Amy (Sasha Grey) y Lucas (Enver Gjokaj). También concurren a la cena, Julian el hijo de Shepard, Bevans el mayordomo del excéntrico anfitrión y dos acompañantes de este último. A medida que avanza la cena, la tensión va aumentando y cuando el (maquiavélico) juego se inicia (a los comensales se les da un mínimo de tiempo para que decidan que prefieren entre dos alternativas nada agradables), estalla la violencia, la crueldad y los instintos de supervivencia más primarios.
Desgraciadamente no es oro todo lo que reluce y el prometedor inicio se viene en seguida a bajo y la función es una sucesión de lugares comunes, clichés, situaciones absurdas y caprichosas e incongruencias sin explicación.
Las películas que abordan esta temática no suelen necesitar ni grandes presupuestos ni complejas producciones, pues basan su fuerza en un guión potente que vaya incrementando la tensión y proporcione algún que otro giro inesperado y en unas interpretaciones cuando menos eficientes y que consigan empatizar con el espectador para arrástralo al sufrimiento que se muestra. En este caso, el guión no aprovecha las múltiples posibilidades que ofrecía el planteamiento inicial y amén de predecible hasta el aburrimiento, no depara ningún giro imprevisto. Sólo un final (realmente) cruel e irónico demuestra un mínimo de lucidez en la roma mente del guionista, Steffen Schlachtenhaufen (lástima que sólo fuera un instante). ¡Si es que las decisiones que deben tomar los protagonistas y ponernos el corazón en un puño se antojan simplonas y ridículas (en la mayoría del metraje)!.
Las interpretaciones son flojas, destacando un estupendo Jeffrey Crombs que se cree su personaje y mantiene el tipo y nuestro interés por lo que se nos cuenta (demostrando tener algunas horas de vuelo en estos menesteres) y una voluntariosa Brittany Snow. El resto del reparto cumple con su cometido al igual que lo hacen las piezas de atrezzo que decoran la mansión donde transcurre la mayor parte del relato (aunque un atrezzo muy llamativo y sexy como la señorita Grey). ¿De verdad alguien piensa que Sasha Grey puede dar el salto al cine convencional? No debió abandonar las blue movies, yo al menos en ellas la disfrutaba mucho más (manoseando, lamiendo e introduciéndose “cositas”).
Para colmo de males al director, cuya realización no pasa de correcta (se nota que puso el piloto automático y se dedicó a disfrutar del cheque), no se le ocurre levantar un guión tan flojo y plano aportando al menos grandes dosis de sangre, casquería y mala leche que habrían hecho mucho más intenso y llevadero el visionado de la película. ¡Otra lástima!.
Lo cierto es que habría preferido algo mejor, cuanto menos distinto, aunque para ser completamente justo con la película, sus 93 minutos de linealidad monótona (tal vez esto es lo que más me indigna) no se me hicieron muy pesados. A toro pasado tendría que haber elegido una de Sasha Grey ligerita de ropa. Tal vez la próxima vez tenga más tino con mi elección.