Después de ver lo que nos ofreció con aquel descafeinado e impersonal desvirgue titulado “Mamá” (2013), he de ser sincero y reconocer que nunca le tuve mucha fe a este regreso de “It” a primera linea de playa. Si ya de por sí este tipo de remakes, los que se atreven a tocar cosas que no necesitan ser tocadas (otro ejemplo reciente lo hemos visto con “Cementerio de Animales”) no me suelen despertar el más mínimo interés, aunque al final siempre me los termine tragando, el hecho de poner al frente del proyecto a un tipo hasta la fecha, de tan poca solera y con tan dudosos antecedentes, hacían de “It” (2017) y su excesiva campaña publicitaria previa al parto, una experiencia a priori muy poco deseable. Prejuicios, con todas las letras. Me la tuve que tragar... no sería la última vez.
“el cineasta ecualiza a su gusto, ya sin red, lo visto en la segunda parte de la miniserie noventera, para ofrecer algo completamente distinto”
Como cineasta y pese a todo, a Andrés Muschietti (Andy, en su alter ego hollywoodense) sigo sin verle el sello, esa impronta personal e intransferible que diferencia a los buenos directores de los grandes directores. Tiempo al tiempo. Lo que sí me ha demostrado el argentino (y voy a atribuirle el mérito a él) es una pillería incuestionable y un dominio del momento que roza lo brillante, al saber adaptar (valga la redundancia) esta nueva adaptación de la mítica novela de Stephen King a las tendencias que hoy rigen el mercado y a las corrientes populares. Vistas las dos películas, me queda claro que si algo ha sabido hacer Muschietti, es otorgarle sentido al concepto remake.
De eso se trata o debería tratarse la broma esta de los remakes, de adaptar algo del pasado a las circunstancias de otro momento, al menos cuando hablamos de reimaginaciones de películas que ya han dejado huella en el currículo del género, caso de la miniserie de “It” de 1990. Otro cantar y otros fines bien distintos serían, si de lo que hablamos es de entender el remake, como una oportunidad de rehacer algo que no se hizo bien en su momento, algo que aun tendría incluso más sentido y que curiosamente, no solemos ver en excesivas ocasiones, ya que como siempre, el negocio manda y lo que realmente atrae al público es que llueva sobre mojado. Vamos, que parece que la pone más dura el hecho de ver como se destroza un clásico que la oportunidad de reparar un juguete roto. Pero ese debate sobre la estupidez humana ya será para otro día.
“No nos andemos por las ramas, esta It: Capítulo 2 no deja de ser una nueva entrega de Pesadilla en Elm Street”
Como digo, Muschietti ya hizo del oportunismo un don con “It” (2017), prescindiendo del terror clásico tanto de la novela original como de su adaptación televisiva y transfigurando la experiencia hacia una suerte de “Stranger Things”, uno de los grandes fenómenos del momento, que supo explotar todos los anhelos de temporada del aficionado. No solo el gusto por la excelente serie de Netflix (de la cual llegaría incluso a reclutar para la causa a uno de sus protagonistas), también esa fiebre casi desmedida por lo retro. Así, su “It” se presentó en sociedad como una cinta de aventuras adolescentes con tintes de terror que como no podía ser de otra forma, se metió al público en el bolsillo. Me incluyo.
Esa fue la apuesta fácil. A caballo ganador. De ahí que aun tenga más mérito esta “It: Capítulo 2”, donde una vez más, el cineasta ecualiza a su gusto, ya sin red, lo visto en la segunda parte de la miniserie noventera, para ofrecer algo completamente distinto. Si con “It” pasó del terror a la aventura, con esta segunda parte lo hace del drama a la serie B gamberra. El resultado salta a la vista tras unos 170 minutos de metraje que vuelven a poner en evidencia la inteligencia de sus responsables. Y es que no nos engañemos, la segunda parte del “It” televisivo era un tostón de dimensiones épicas, tostón que Muschietti ha sabido reconducir hacia otros derroteros completamente distintos para convertirlo en una especie de homenaje a ese terror de serie B episódico que tanto calado ha tenido en el género y entre sus fieles.
No nos andemos por las ramas, esta “It: Capítulo 2” no deja de ser una nueva entrega de “Pesadilla en Elm Street”. Lo cual, ya es el mejor elogio que se le puede hacer a la película. Quita a Freddy, pon al payaso de moda, y bueno, no hay que darle muchas más vueltas. Todo en la película, y digo TODO, está prestado de la saga iniciada por Wes Craven (ojito al “sutil" guiño final en este sentido), desde la conducta del propio Pennywise, hasta la naturaleza de todos las secuencias de terror, pequeños fragmentos de pesadilla que irán sufriendo los protagonistas con ese tufo asfixiante a Elm Street y a carne quemada como embriagador telón de fondo. Y aquí nos topamos de narices con uno de los grandes activos del filme, el nivel de sus sketches, bastante más inspirados que en la anterior película, una colección de influencias varias que nos sientan en el tren de la bruja y nos sueltan cuesta abajo sin frenos para que buena parte de nuestra adolescencia cinéfila desfile frente a nuestros ojos de forma frenética y con honores (y no hablaremos de títulos concretos para no chafarle la broma a nadie).
“Con un Pennywise irremediablemente desgastado tras el empacho de la primera película, esta secuela apuesta por un bestiario mucho más coral para acompañar al payaso”
Otro acierto de esta segunda parte, es sin duda el de doblar la dosis. El de ofrecer más y más variado. Con un Pennywise irremediablemente desgastado tras el empacho de la primera película, esta secuela apuesta por un bestiario mucho más coral para acompañar al payaso, por si alguno se había vacunado ya de tanto diente, la película hace gala de un álbum de criaturillas dignas del mejor Del Toro que saben coger con solvencia el testigo del maestro de ceremonias. En este sentido, encontramos la de cal y también la de arena, no tanto por los efectos especiales, pues ya sabíamos de donde veníamos y a estas alturas tenemos muy aprendido todo lo que implican los efectos digitales, lo digo más bien por un diseño artístico muy irregular, capaz de ofrecer grandes creaciones y otras, digamos, no tan inspiradas, que pueden incluso llegar a sacarnos de alguna que otra situación comprometida. Por eso, los mejores momentos de esta secuela, los más aterradores, son aquellos que menos tienen que ver con su bombástica puesta en escena.
Y para rematar, el otro gran acierto de la película, es la inclusión de un inesperado sentido del humor que eleva la propuesta a una nueva dimensión. Cuando se hace bien, y no siempre ocurre, el humor es uno de los más potentes condimentos para el terror, sensaciones opuestas que se encuentran, chocan y rebotan, surgiendo “la chispa”. “It: Capítulo 2” la tiene, es consciente de ello y lo explota. Esto convierte a Richie (Bill Hader) y Eddie (James Ransone) en los dos grandes solistas de la orquesta, ya lo hicieron sus alter egos adolescentes y aquí se repite la fórmula pero llevándola al extremo. La película está repleta de chistes, no todos son para recordar, pero algunos si que realmente consiguen marcar la diferencia. Mención aparte para la auto parodia nivel dios que se gasta cierto dependiente de tienda de baratijas, una desternillante oda a sus propias miserias, por si a alguien no le había quedado lo suficientemente claro en quien está “inspirado” el personaje de Bill (James McAvoy).
“No le sobra ni un minuto. Esa cantinela popular no me la creo. Lo que sí es cierto es que no todos ellos están bien aprovechados”
No es ningún secreto que por lo general, soy muy amante de las películas largas, también de los discos largos (por norma, por debajo de los 50 minutos me parece una tomadura de pelo), las canciones largas (gracias “Tool” por existir), los coitos largos, los videojuegos largos (con más de 100 horas a las espaldas y sumando, algunos aun me querrán vender que “Fallout 76” es un mal juego), los partidos de baloncesto largos (si siempre he envidiado a la NBA es porque tienen dos minutos más por cuarto que los europeos), etc... en definitiva, de todo aquello que me gusta, cuanto más, mejor. Por ello, los 170 minutos de metraje de esta “It: Capítulo 2”, son todo un caramelito, pero ojo, esta vez, con luces y sombras.
No le sobra ni un minuto. Esa cantinela popular no me la creo. Lo que sí es cierto es que no todos ellos están bien aprovechados. Es aquí donde entra en escena el que a mi parecer es el mayor mal endémico del filme en lo que concierne a la narración, los flashbacks. No tanto el abuso de ellos, como su reiteración en el mensaje, llegando a llevar el concepto del “uno di noi” a niveles de pornografía pura (y no, no te hagas ilusiones Shadow, no van por ahí los tiros). Dar vueltas sobre los mismos conceptos aprendidos en la primera entrega me parece una imperdonable pérdida de tiempo, como el hecho de disponer de semejante minutada para moldear el relato original e ir un paso más allá y por contra, terminar pasando de puntillas sobre algo tan potencialmente interesante como es el origen de Pennywise (tema discutible también todo el royo este de los indios y tal), algo que al final se termina quedando en especulaciones e hipótesis a libre elucubración del espectador. Muy decepcionante en este sentido el poco interés de los guionistas en centrarse en la parte más jugosa de la historia, con tal de seguir explotando a los jovencitos ya amortizados, de largo, en la primera entrega.
Se podría discutir también si la resolución es la más acertada. Son estos siempre terrenos pantanosos, pues nunca llueve a gusto de todos. Yo en lo personal no le pongo grandes “peros”. Si a Freddy se le “mató” no creyendo en él, with the power of love, enterrando sus huesos, con su propio reflejo en el espejo, devolviéndolo al vientre de su madre, sacándolo del reino de los sueños para que lo viéramos en 3D o empujándolo dentro de un horno cual bruja malvada de cuento, por qué a Pennywise no lo... bueno, mejor dejo que lo descubras tú, estimado/a lector/a.
En definitiva, uno de los grandes divertimentos de la temporada. Una película imperfecta pero valiente que se atreve a pasarse la semilla madre por el ojete del culo, que ofrece grandes momentos (tanto de terror como de humor), visualmente portentosa en su conjunto (aunque irregular en lo que concierne a ciertos diseños), con una banda sonora que para mi gusto pasa más desapercibida de lo que debiera pese a algún que otro eco muy puntual al gran Christopher Young y que sabe recoger como nadie ese testigo huérfano en la actualidad de aquellos grandes terrores episódicos de los 80/90, muy en especial, de la saga de “Pesadilla en Elm Street”, influencia principal y descarada sobre la que Muschietti construye esta, una vez más, sorprendente propuesta. Y ya es la segunda vez que me la cuela.
El dato: Isaiah Mustafa (Mike) es el mismo que ha puesto carne y huesos a ese mito moderno que es el spot de Old Spice.
El dato: Isaiah Mustafa (Mike) es el mismo que ha puesto carne y huesos a ese mito moderno que es el spot de Old Spice.
Lo mejor: Diversión incuestionable. Como concepto, sabe reinventarse lo suficiente como para diferenciarse de la anterior entrega...
Lo peor:… menos cuando quiere seguir viviendo de los réditos de aquella. Algunos diseños de criaturas poco afortunados.