Bueno, ya se acabo. Hace unos mesecitos que el cadáver de la serie se está enfriando, lo cual me ha dado ocasión de tomar perspectiva y de darme cuenta de que....parece que la serie en cuestión nunca haya existido. La gente de mi entorno real y virtual ya no habla de ella, no veo al fandom ansioso de conseguir los recopilatorios, y no se percibe en general un interés desaforado por la anunciada precuela. Parece que el bajón de calidad y un final atropellado han hecho una mella considerable en un aficionado fiel hasta el fanatismo en algunos casos y que no ha visto su final ideal para la llamada "mejor serie de la historia." Aviso a navegantes que yo no me cuento entre dicho grupo de creyentes, pero la serie de televisión tampoco me disgusta, es más, la tengo en buena consideración a secas. De hecho he mantenido un perfil bastante plano en todo este asunto, ya que esto que escribo son las únicas lineas producidas por mi en la última década sobre esta serie, libros incluidos. Sobre estos últimos aviso desde ya que pese a haberlos leído me centraré sobretodo en el aspecto seriéfilo del asunto, y seré lo más sintético posible.
Delimitado el perfil del crítico que aquí les ocupa, vayamos con en el análisis que para eso estamos aquí, empezando con un ejercicio humorístico. Corre por estos mundos de la red un youtuber, Don Jorge Pinarello, que tuvo la sana ocurrencia de cambiar los diálogos de las dos últimas temporadas de la serie por otros extraídos de tele series sudamericanas dramáticas. Vamos, lo que se viene a decir un culebrón de sobremesa, de los de toda la vida. Y el resultado es, como diría él , desopilante. Y también revelador, porque uno se da cuenta de que los diálogos sudamericanos random encajan como un guante en estas temporadas, tanto por la gestualidad de los actores como por las situaciones. Y eso es algo que no pasa en el resto de temporadas. ¿Qué ha pasado aquí? Vayamos a la génesis del asunto y quizá entendamos mejor lo que ha pasado, un final catastrófico sin paliativos que aún así no debe empañar lo que es uno de los productos más memorables en materia audiovisual de los tiempos recientes.
“GoT bebía de un equipo técnico con sobrada experiencia en esto de recrear ambientes medievales e historias corales"
TEMPORADA 1-6
“GoT” bebía de un equipo técnico con sobrada experiencia en esto de recrear ambientes medievales e historias corales. No en vano la mayoría del mismo venía directamente de ese pedazo de serie que es y fue “Roma”. Victima de su monstruoso presupuesto y producida en una época pre-plataformas digitales, la serie conoció un final abrupto, pero el bagaje que originó entre la muchachada de HBO que lo creó fue valiosísimo a la hora de recrear los mundos de Poniente. Tras todo esto, unos showrunners que realizaron un trabajo de adaptación soberbio, con decisiones polémicas respecto a varios personajes que sufrían destinos distintos a lo que acontecía en las novelas pero que para mi han sido de lo mejor de la serie (Brienne en las novelas tiene un fin de vergüenza ajena y aquí es uno de los mejores personajes para el que suscribe), y un George RR Martin al que poca gente le recuerda el que fuera guionista de esa inmensa maravilla que fue la serie de “La Bella y la Bestia” con Ron Perlman y Linda Hamilton.
Después de un episodio piloto que no fue aprobado por la HBO, se volvió a rodar todo de nuevo cambiando actores y ajustando el guión, con el consiguiente gasto pero también con la sensación de que se estaba mimando el producto al detalle, sin escatimar costes. A nivel actoral se eligió un casting de actores mayormente desconocidos para la mayoría del público salvo contadas excepciones, pero con una trayectoria profesional más que curtida y con alguna que otra sorpresa. Destacar a Sean Bean a estas alturas de su trayectoria en el fantástico ya es un ejercicio de rutina en su "breve" aparición, pero es un descomunal Peter Dinklage, en un caramelo de papel en el que muy pocos actores habrían encajado por motivos obvios, el que para mi es el mejor trabajo interpretativo de la serie. Y sí, me estoy dejando nombres como Headley, Coster-Waldau, Hivju, Momoa y muchos otros, pero amigo lector esto pretende ser un análisis breve y no un libro, así que discúlpenme la omisión de merecidos elogios a casi todo el extenso reparto.
Pero aquí tenemos que hacer un alto en el camino. Porque al plantear una serie que va a abarcar años de vida de los actores y los personajes, tienes que tomar una decisión valiente: captar a actores jóvenes para que crezcan con la producción fue la opción elegida, sin ninguna garantía de cual sería el nivel actoral de dichos pequeños profesionales al desarrollarse. Un riesgo difícil de evitar cuando se encarna una serie de este formato a menos que recurras a cambios de actor, y que yo en lo personal aplaudo por su valor....más no por completo sus resultados finales.
“Las seis primeras temporadas de Juego de Tronos son un disfrute seriefilo de primer orden: parte técnica gloriosa, un guión en el que no hay ni buenos ni malos”
Dejando de lado al caso de Emilia Clarke, que contaba 20 años al empezar la serie y que sufrió el "síndrome de Mark Hamill", en su caso dos aneurismas cerebrales que por mucho que diga y si se repasan las primeras temporadas y las últimas sí que afectaron su expresividad, me gustaría hacer hincapié en los personajes más relevantes cuyos actores maduraron físicamente con la serie. Hablando de lo mejor, Maisie Williams y Sophie Turner.
Dotadas ambas de un físico bastante alejado de los cánones de belleza hollywodiense, cada una a su estilo, estas dos actrices crecieron y vivieron su niñez/adolescencia en el set y ambas, al menos interpretativamente hablando, salieron triunfantes. La Arya Stark de Williams nos hizo creíble a un personaje que lucha por sobrevivir con uñas y dientes, consiguiendo que todos nos hicimos un poco nuestra a esa niña de ojos saltones incomprendida en su propia casa que, recibiendo todos los golpes posibles del destino, persevera con uñas y dientes hacía la venganza....hasta que comprende que no hay deuda pendiente que justifique ciertas atrocidades para tomar el control de su propio destino. Caso parecido el de Sansa Stark: de niña objeto encantada con su destino de esposa de cuento de hadas a sufrir una vida de constante cautiverio, humillaciones y agresiones, que parece que vayan esculpiendo su rostro anguloso en el mismo hielo que tanto abunda en Invernalia. Su caída, martirio, redescubrimiento y paso de peón a reina en el juego de tronos es parejo al de su hermana, y Sophie Turner nos lleva por ese camino con gran solvencia.
Y ahora, en contrapunto....hablemos de Jon Snow. Hablemos de Kit Harington. Las seis primeras temporadas de Juego de Tronos son un disfrute seriefilo de primer orden: parte técnica gloriosa, un guión en el que no hay ni buenos ni malos y en el que todos viven en mayor o menor medida en una escala de grises muy agradecida dentro de una sociedad violenta y medieval. Tramas intrincadas pero cocidas con mimo y TIEMPO, situaciones crueles e imágenes poderosas como nunca se habían visto en pequeña pantalla...Una nueva reivindicación de que fantasía con mayúsculas y entretenimiento adulto podían ir de de la mano sin ningún problema.
Pero tenemos a Snow. Jon Snow. Ancla con la tradición de Campbell del viaje del héroe más clásico, tan ligado al monomito desde sus primeras apariciones que canta a la legua y, por ende, el personaje más rematadamente previsible y aburrido de la trama. Para más desgracia, lo interpretaba el bueno de Harington, un actor de limitado registro el cual era incapaz de poner una cara diferente en un coito que en una de dramatismo, salvo el abrir un poco más la boca. Pero es el riesgo calculado de escoger un actor joven para una serie de larga duración: que te puede salir rana o, como el caso de Harington, sapo cornudo africano. Sumado eso a que personalmente no pudo lidiar con la presión del rodaje, tenemos uno de los pies por los que más se tambaleaba la mesa. Y la mesa, al final, se rompió.
“Porque muchas cosas cambiaron de la sexta a la séptima temporada, empezando por el modo de filmar”
TEMPORADA 7-8
Cuando vienes de tantas cosas bien hechas, de un trabajo tan sumamente impecable, de una cocción lenta y satisfactoria, el que te metan de cabeza en un culebrón venezolano en lo audiovisual resulta chocante.
Porque muchas cosas cambiaron de la sexta a la séptima temporada, empezando por el modo de filmar. De repente, pasamos a una sucesión tremenda de primerísimos planos, silencios presuntamente dramáticos,situaciones y diálogos sin pies ni cabeza, tremendas sobreactuaciones y la sensación tan culebronera ella de que el espacio tiempo se estaba combando: si la narrativa exige que fulano/a esté en tal sitio, que aparezca y ya está. Asuntos que antes se miraban con mimo como eran las distancias en los viajes y los peligros por el camino de repente se convertían en teletransportes dignos de la Discovery de "Star Trek" (y el lector de este lugar sabe la opinión que guardo de esa serie), la serie de repente se centró en unos pocos personajes y puso el fast forward narrativo a toda máquina, y esto hizo un daño tremebundo en el desarrollo general de la trama.
¿Motivos? Algunos hablaron de la agenda de los actores, pero cuando uno repasa sus agendas para los próximos años se encuentra desde serie b hasta películas para Navidad. Sí en cambio creo que influenció bastante dos cosas: el abandono de los guiones por parte de RR Martin, dejándolo en una mera supervisión, y el hecho de que a los dos Showrunners principales les cayó el encargo de guionizar la próxima trilogía de “Star Wars”. Por los motivos que fuera, el cambio de modos en la filmación y lo apresurado del conjunto dejaron a cuadros no solo al que suscribe sino al conjunto de fans. ¿Qué estaba pasando aquí? El mayor damnificado de todo esto? Algunos dirán el personaje de Daenerys. Puedo entender esa opinión, pero no la comparto. Para mi, el que representa mejor esta debacle es Jon Snow. Porque se queda en tierra de nadie.
“en global, Juego de Tronos me parece una buena serie. Le faltó el remate final, cierto, ese que la habría elevado quizá a la categoría de gran serie, pero no ha sido así"
Personaje desarrollado como héroe clásico, uno esperaba su momento icónico y lo que llega son momentos que dan más risa que otra cosa. Si has metido a un personaje en el ciclo del monomito, y ya estás en las últimas fases del círculo, remátalo con un fin lógico. Pero no lo dejes en ridículo. No hagas que su viaje no haya significado nada. No dejes al pobre Kit Harington, ya de por sí bastante perdido, en un héroe sin heroicidad ni épica, protagonista absolutamente de nada cuando has enfocado el último segmento de la trama y has hecho su historia la central en las dos ultimas temporadas. No hagas eso.
Pero lo hicieron. Fue su decisión, una más de una serie que desembocó en una perdida de coherencia argumental generalizada, un desatino que se extendió en las apresuradas tramas de los protagonistas y, si encima fallas clamorosamente en la parte técnica como pasa en un episodio que técnicamente tenía que ser histórico en la última temporada por medios invertidos y acabó convertido en un espectáculo barato de sombras chinas, te encuentras con lo que mencionaba al principio de esta reseña: Un culebrón de primeros planos con un guión que parece que omite todo el bagaje de 10 años de producción y que acaba definiendo a buenos y malos con un maniqueísmo digno del peor Disney.
Aún así, en global, “Juego de Tronos” me parece una buena serie.Le faltó el remate final, cierto, ese que la habría elevado quizá a la categoría de gran serie, pero no ha sido así. Denostarla? Ni mucho menos. Me ha dado momentos televisivos maravillosos, y me ha hecho soñar como de niño cuando leía la Dragonlance con jinetes de dragón surcando los cielos. Pero en conjunto dista mucho de una obra maestra cuando es una lástima, porque tenía todos los mimbres para serlo y flaqueó al final. Ese es el sabor amargo que me queda a una serie que creo que mejoró mucho a una saga de libros que se limitaba a plagiar descaradamente otras obras literarias mucho mejores para mí (La saga Añoranzas y Pesares , plagiadas sin ningún tipo de vergüenza por Martin, toda la saga del genio enano Miles Vorkossigan....) y que siempre me quedará la duda de como habría sido un final digno.
Porque ese es el drama: con los cimientos que nos dieron, cada uno de nosotros imaginaba un final personal en base al hype producido por lustro y pico de maravillosos sueños. Y lo que nos dieron fue, como pináculo de la catedral, un tejado de paja improvisado con lo que se tenía a mano.
Nota: Esta reseña iba a ser mucho más larga y cargada de spoilers, pero después de leerla decidí reescribirla para ser lo más sintético posible sin spoilers. Para eso, nos leemos en los comentarios.
Lo mejor: La temporada 1 a la 6. La conjugación de fantasía y drama. La brillante construcción de personajes y la recreación de un mundo fantástico a todos los niveles. Eddard Stark, para mi el mayor villano involuntario de la televisión, y Peter Dinklage. La crudeza bélica y el buen tino en la planificación de (casi) todas las escenas de batalla.
Lo peor: La temporada 7-8. Ese Jon Snow. El tercer episodio de la octava temporada. La manía que tienen estos muchachos en las batallas de colocar sus tropas fuera de las murallas en lugar de aprovecharlas para atrincherarse.