Se hace JUSTICIA cuando una película como “El Hoyo” gana el premio gordo del mejor festival de cine fantástico y de terror del mundo: Sitges. Decisión incuestionable, calibrada y obvia para la película más redonda en lo que llevamos de año. “El Hoyo” recoge con pulso firme el premio a un trabajo bien hecho, a una dirección certera (premio Citizen Kane al director revelación) , al esfuerzo de un mastodóntico casting, a un grandísimo guión y a una precisa utilización de recursos. “El Hoyo”, primer hijo mayor de edad del director bilbaíno, Galder Gaztelu-Urrutia, es cine fantástico, es ciencia ficción, es distopía y es un thriller de terror, pero también es un pedazo grande de realidad escupida a nuestra cara en forma de verticalidad carcelaria deudora de “Cube” (Vincenzo Natali, 1997), para invitar a la reflexión.
“El Hoyo aborda la crítica social desde la reflexión individual, apelando a nuestra respuesta ante la expectación de cada nivel”
En el lugar donde el vagón perdido de “Snowpiercer” ( Joon-Hoo Bong , 2013) encuentra la soledad y el Quijote moderno que no quiere luchar contra molinos, sino simplemente refugiarse en ellos durante un mes, Gaztelu- Urrutia plantea un centro de reclusión conocido como “el hoyo” donde, obligatoria o voluntariamente, un grupo de personas tienen que vivir durante un periodo de tiempo que determina la administración y que varía en función de la causa del ingreso. El hoyo se compone de multitud de niveles que serán habitados por 2 personas diferentes cada mes. De esta manera, todos los residentes del hoyo, vivirán y sufrirán diferentes niveles, de forma aleatoria, durante su estancia allí. El punto de partida parece claro, la administración como metáfora de la sociedad, es la única que decide el nivel al que los residentes serán destinados, viviendo y sufriendo sus diferencias, sus privilegios y sus carencias. El hoyo no deberá ser entendido bajo el prisma de la igualdad, sino desde la necesidad. Es así como el poder y la desgracia cohabitan sin posibilidad de asimilación, bajo el techo de la resignación. Y en esa resignación, dos habitantes por nivel.
La diferencia entre los distintos niveles viene dada por un único componente: la comida. El hoyo tiene una plataforma central que cada día desciende, repleta de comida cuidadosamente cocinada y presentada, desde el primer hasta el último nivel. Los habitantes de cada nivel podrán comer todo lo que quieran de la plataforma durante los minutos que esta permanezca detenida. Como podréis imaginar, los primeros niveles llenan la panza y a los últimos niveles solo llegan platos vacíos y botellas rotas. De esta manera, cada mes, la alegría y la lucha por la supervivencia conviven en una zona muerta y olvidada donde los impulsos trascienden el autoconocimiento. Obvio que un mal nivel no es buena noticia el primer día de mes.
“es brillante cómo los guionistas David Desola y Pedro Rivero interpretan cada una de las inquietudes políticas latentes en la sociedad actual”
Con un planteamiento directo y un minimalismo reseñable en los escenarios, “El Hoyo” arranca la tensión en pocos minutos de la mano de sus protagonistas, Goreng (Iván Massagué)y Trimagasi (Zorion Eguileor), a golpe de guionazo y sublimes interpretaciones. Basta un cuarto de hora para que entiendas la mecánica de la película e imagines todo lo que está por venir. Esta implicación con el espectador es uno de los muchos puntos fuertes de la película, ya que la clave de todo está en la EMPATÍA. No solo son los habitantes del hoyo los que mostrarán o no su empatía con los niveles más bajos, sino que lo hará también el espectador, porque no hay nada gratuito en “El hoyo”. Este hoyo solo muestra lo que hay sin posicionarse, dejando libres de acción y pensamiento a cada uno de los personajes, aunque entendiendo que la empatía es fácil cuando se tiene la tripa llena y esperanza, pero muy complicada cuando tocan varios niveles bajos seguidos.
“El Hoyo” aborda la crítica social desde la reflexión individual, apelando a nuestra respuesta ante la expectación de cada nivel. De esta manera, la sátira política y el reflejo de la sociedad en la que vivimos, son las que dirigen el comportamiento de los habitantes, no solo concebidos a partir de los niveles del hoyo, sino también a través de determinados pasajes de “El Quijote”. La SOLIDARIDAD como tema central, nos muestra a una serie de personajes que la entenderán de diversas formas, como ocurre en cualquier grupo heterogéneo. Asumiendo que la solidaridad termina donde empieza el individualismo, no es de extrañar el tono pesimista que asola la narración y la brutalidad argumental necesaria para mostrar personajes que comprendan que la sociedad se compone del yo y los otros. En este aspecto, es brillante cómo los guionistas David Desola y Pedro Rivero interpretan cada una de las inquietudes políticas latentes en la sociedad actual y las trasladan a un agujero infecto donde la humanidad no importa si no está servida en un plato.
“El Hoyo es el thriller más despiadado, inteligente y efectivo de este 2019”
Técnicamente, “El Hoyo” está en el primer nivel. Gran montaje, gran fotografía, gran banda sonora, grandes efectos especiales (premio en Sitges 2019 a mejores efectos especiales) y sobresalientes interpretaciones. La tensión reina, sube y baja por la plataforma durante los 94 minutos de metraje y cada minuto se hace más fuerte, como el hambre del que no ha comido en varios días, es voraz. Pese al hecho de que hay una subtrama que creo que le resta algo de impacto y que no queda clara, desdibujando la conclusión, el resultado es tremendamente satisfactorio. Grande “El hoyo” y una alegría personal poder decir que, por fin, una película española se ha convertido en mi película favorita del año. Sin duda, “El Hoyo” es la punta de lanza que esta industria necesitaba para que en este país invierta en este tipo de cine y que se apueste por el talento. La brecha ya está abierta por el cuchillo Samurai Plus, ahora solo falta que el hueco se siga rellenando.
“El Hoyo” es el thriller más despiadado, inteligente y efectivo de este 2019. En los meses finales del año llagará a salas de cine y un poco más tarde a la plataforma Netflix. Afortunadamente nosotros no tendremos que decidir qué les dejamos a los de abajo, solo disfrutar del cine con mayúsculas. Gracias Galder Gaztelu- Urrutia por rodar esta película. Obvio que es un peliculón.
