Para empezar diré que no debéis confundirla con otra película del mismo nombre que vio la luz antes, en los estertores del pasado siglo. Entre otras cosas porque son como la noche y el día, algo así como que diametralmente opuestas.
Me disculparéis la originalidad pachucha, pero con la turra que nos hemos comido por exigencias del guion estos últimos meses, uno se vino arriba fácilmente, y ¡hala!, venga a tirar alegremente de sesionacas cuyo leit motive fuera, de alguna manera, el confinamiento. En sus múltiples formas y variadas manifestaciones. Desde espacios reducidos a vastos territorios, de los que querer salir no siempre es poder. Postración, familias ligeramente opresivas, relaciones tóxicas y otras adicciones del montón. En fin, un estimulante surtido que ha ido nutriendo de buen mal rollo gran parte de mis tardes y no pocas de mis madrugadas recientes. Vamos, que tengo el material visionado relativamente fresco. Y es por eso que he decidido acometer mi estreno en el blog brindando las impresiones que me suscitaron algunas de las piezas que han hecho mis delicias generosamente. Y qué mejor que hacerlo presentándoos, así para empezar, a la chica de al lado. O mejor dicho, “THE GIRL NEXT DOOR”.
“La estética y la textura están absolutamente logradas, te llevan en volandas de nuevo a revivir esas obras ochenteras”
Con todo el ánimo de rajar, nunca mejor dicho, me permito abrir -boca- con unas palabras del maestro King, por seguir con lo de la originalidad y tal. Eso sí, cabe decir, mira tú por dónde, que este largometraje también está basado en una novela homónima, pero en este caso escrita por Jack Ketchum.
No obstante, el bueno de Stephen -así con toda la confi- no tuvo reparos en elogiarla y se expresó en los siguientes términos al hablar de la obra de Gregory Wilson: "El primer y verdadero filme más impactante que he visto desde Henry: Portrait of a Serial Killer”. Si eres fácilmente perturbable, no deberías ver esta película. Si, por otro lado, estás preparado para una larga mirada al infierno, al estilo suburbano, “THE GIRL NEXT DOOR” no te defraudará. Esta es la versión del lado oscuro de Stand by Me". O lo que es lo mismo, “Cuenta conmigo” (1986), otra de sus novelas trasladadas al cine, que casualmente estuvo dirigida por Rob Reiner. Quizás os suene de algo, o de “Misery”.
Y es curioso porque es exactamente aquel mismo filme el que me vino a la cabeza al empezar a escribir esto. La estética y la textura están absolutamente logradas, te llevan en volandas de nuevo a revivir esas obras ochenteras, te empapas de toda aquella amalgama de inocencia y maduración, de camaradería y despreocupación y sobre todo de grandes aventuras; en fin, todo ese batiburrillo que destilaban las cuadrillas yankees de turno que nos mostraban en la pantalla… viviendo bien de peripecias con las que tanto te podías identificar, por bien que los chavales vistieran como en los 60, se peinaran como en los 60 y fueran a guateques con ponches y autocines a la intemperie. Sí, claro… como los que lo partían en los 60. En sitios como Alabama o Missouri, supongo. O yo qué sé, ¡Kentucky, joder! Tiene pinta de que sí, ¿no? Fijo que sí. Suenan muy a eso. Todos y todas estamos visualizando en nuestras mentes esa clase de urbanismo y de establecimientos y del coche de ese amigable sheriff que te llama por tu nombre y que es uno más en el antro de Mou de turno… sí, y cómo no de las típicas casas unifamiliares y de cafeterías con alegres Dorothys atendiendo y de peluquerías… pues eso, peluquerías. Con su Mildred de turno pontificando con la voz cascada mientras blande las hojas del papel cuché.
Y eso es precisamente lo que vas a obtener con esta película. Bueno, más o menos. Pero es justo lo que desprende desde sus primeros compases: aquel aroma añejo con hechuras que remiten, casi un cuarto de siglo después, a la era predigital. Ah sí, aunque sea del 2007 y aunque sitúe su acción en la capital de Indiana. Que la verdad es que, así de primeras, no parece dar tanto el pego como los otros estados. Quizá eso explique el giro dramático y tan enfermo de los acontecimientos que acaba teniendo lugar, y que a buen seguro deleitará a quienes gusten de emociones fuertes.
“tras la hora y media de enganche, seguro que los nombres de Sylvia Likens y Gertrude Baniszewski pasarán a ser como de la familia”
Poco más os debería decir acerca de la chica de al lado, ya que después de tan reputada declaración sobran las presentaciones. Y casi que mejor así, sin desvelar nada acerca del cruce de caminos ante el cual nuestros sixties del 2007 tomarán un desvío que les ha de llevar por unos derroteros muy distintos a los que experimentaron sus análogos ochenteros. Pero mucho, eh. Y ya.
Porque tras la hora y media de enganche, seguro que los nombres de Sylvia Likens y Gertrude Baniszewski pasarán a ser como de la familia. La primera será Meg en la ficción, interpretada por Blythe Auffarth, mientras que para la segunda es Blanch Baker quien borda su papel como la empedernida fumadora tía Ruth. Pone el contrapunto, soportando el peso conductor de la narración, Daniel Manche en el rol de David, el joven protagonista con el cual viajaremos medio siglo atrás. Te diría que los buscaras por la red, los nombres de Sylvia y Gertrude, y como justo ya te lo he dicho, pues ahora te aconsejo que no lo hagas. Al menos no hasta que hayas acabado de verla. Porque sí, de nuevo la cosa rezuma inspiración de la buena. Vaya, que como el libro del que bebe directamente el guion, este se basa libremente en hechos que ocurrieron en la realidad, que ya sabemos todos a quién supera siempre. Y ya que me sacáis el tema de la ficción, permitidme que os apunte otra película, ¡oh, casualidad!, estrenada también en 2007: “An American Crime”, con Ellen Page, que aborda el mismo suceso aunque desde un prisma y un hacer muy distintos.
“como el libro del que bebe directamente el guion, este se basa libremente en hechos que ocurrieron en la realidad, que ya sabemos todos a quién supera siempre”
Jamás pensé que la ciudad de Indianápolis pudiera evocarme otra cosa que no fuera el torpedeo y posterior hundimiento del buque norteamericano que llevaba su mismo nombre, hasta que vi “THE GIRL NEXT DOOR”. Pero muchísimo menos imaginé que además competiría con el recuerdo de aquella agónica ordalía, del terrible calvario que padeció su tripulación durante la Segunda Guerra Mundial, volviendo de la isla de Tinián tras haber entregado bajo máximo secreto el material fisionable de la primera bomba atómica lanzada luego sobre Hiroshima.
Sí sí, la historieta perturbadora que le da por contar al capitán Quint, a la sazón cazador de escualos encarnado por Robert Shaw en la peli “Tiburón” (1975), en una de las escenas más logradas y con más carga dramática de todo su precioso metraje. Esa misma es. De nuevo un vistazo por la red os dará más pistas, por si os apetece comparar entre tipos y maneras de suplicio. Por lo demás, no se os ocurra abordar el susodicho desastre naval acudiendo a la lamentable recreación que Hollywood se permitió restregarnos por la cara bajo el título “Men of Courage” (2016), con la cara de palo de Nicolas Cage al frente del reparto. Qué penica, oiga. Como si aquellos pobres desgraciados no hubieran sufrido ya lo indecible en su momento. El telefilm “Mission of the Shark: The Saga of the U.S.S. Indianapolis” (1991) le pega mil patadas. Palabra.
Ah bueno, es verdad... si luego de buscar os topáis con entradas hablando de no sé qué millas, pues no, esas referencias no tienen tampoco nada que ver. Lo que aquí acabo de contar, os aseguro yo que produce más vértigo. Y es que mirar fijamente al abismo es lo que tiene. Y cuidado porque a veces este puede encontrarse tras la inocente indiscreción que te permites al traspasar con tu mirada ventanas ajenas. Puestos a escoger, casi que mejor toparnos con ‘la chica de ayer’ a la que le cantaba Antonio Vega con Nacha Pop, incluso aunque sea en una curva, antes que hacerlo -el toparnos- con ‘la vecina de al lado’. Que podría ser tu madre. O como Gertrude, ¡qué tía!