MISTER MOLOKO NOS HABLA SOBRE LA VERSIÓN ORIGINAL DE LA LIGA DE LA JUSTICIA QUE SIEMPRE TUVO QUE SER, SIN CONCESIONES
PRIMERA PARTE“La Liga de la Justicia de Zack Snyder” (“Zack Snyder JL” a partir de ahora) es una película prácticamente única en la historia del cine. Y digo prácticamente porque no podemos obviar que existen algunos ilustres precedentes. Ahora mismo me viene a la cabeza el montaje que Richard Donner hizo de “Superman 2” en 2006 (en 1980 Donner había sido sustituido por Richard Lester cuando ya tenía prácticamente finalizada la filmación) o el de la precuela de “El Exorcista” que pudo exhibir en DVD Paul Schrader un año después de que Renny Harlin hubiera estrenado “El exorcista: el comienzo” (película que el finés, tras el despido de Schrader, filmó prácticamente de nuevo dando pie a la peor obra de su carrera). Pero el caso de Zack Snyder y “La Liga de la Justicia” es completamente distinto.
“Snyder es un AUTOR, así en mayúsculas; un hombre con un estilo propio, una fuerza visual apabullante y una capacidad indiscutible para narrar en imágenes”
La historia es por todos conocida y no voy a aportar demasiados detalles sobre ella. La hija de Snyder se suicida durante la filmación y el dolor ocasionado por la pérdida, sumado a las continuas presiones del estudio para que se hiciera una película más digerible por el gran público, hacen que el realizador de Wisconsin abandone el proyecto y Warner decida a toda prisa contratar a Joss Whedon para que la termine. Este, que no comparte la visión de Snyder, decide volver a rodar en tiempo récord gran parte del metraje, logrando que la cinta se estrene el 26 de octubre del año 2017. El producto resultante fracasa estrepitosamente entre crítica y público, cerrando de facto la posibilidad de volver a ver, al menos durante un largo periodo de tiempo, al grupo de superhéroes en la pantalla grande.
Siendo totalmente justos, Joss Whedon se comió un autentico marrón. Dejando de lado los problemas que causo su airado carácter, lo cierto es que tuvo que trabajar con un material que había pensado, planificado y ejecutado otra persona, con técnicos que no eran de su confianza, con un casting ya decidido de antemano… y todo ello con unas fechas ajustadísimas y sin la posibilidad de hacer grandes filigranas en la postproducción. Desde mi punto de vista el producto resultante fue un correcto entretenimiento con unos efectos especiales sin acabar y al que le encontré muchos problemas tanto en el tono como en la definición de personajes. Algo así como un plato a medio cocer en el que se notaban unas buenas intenciones que no acababan de verse del todo reflejadas en el resultado final.
SEGUNDA PARTE Por motivos que ahora no vienen al caso, en las últimas fechas he estado llevando a cabo un ejercicio de arqueología cinéfila y he recopilado lo que decía la crítica sobre las películas de Sergio Leone en el momento de su estreno. Citaré el pecado no el pecador, pero uno no puedo más que esbozar una mueca de asombro cuando obras maestras como “El bueno, el feo y el malo” o “Hasta que llegó su hora” (para el que suscribe una de las mejores películas de la historia del cine) eran calificadas como “una historia repugnante tanto por su tratamiento moral como por su tratamiento cinematográfico”; “engendro devastador que no destaca más que por su nulidad” o; “Leone aporta al western piruetas, artificios y caricaturas grotescas de las líneas maestras del género”. Estas opiniones tienen más de cuarenta años, pero su lectura nos demuestra dos cosas: que en todas las épocas han existido haters y que a ciertos realizadores con un estilo personal, rompedor y, porque no decirlo, transgresor, casi nunca les llega el reconocimiento cuando toca.
“Siempre que se respeten las esencias mínimas que caracterizan a los personajes, y Snyder lo hace, todo lo demás son debates estériles que dejo para los talibanes del medio”
Salvando el enorme abismo (o no) entre Leone y Snyder, creo que en líneas generales somos terriblemente injustos con el director de “300”. Porque sí, Snyder es un AUTOR, así en mayúsculas; un hombre con un estilo propio, una fuerza visual apabullante y una capacidad indiscutible para narrar en imágenes. El realizador de “Watchmen” ni sigue los estándares del clasicismo más ortodoxo ni los recursos habituales del cine comercial de entretenimiento (para eso ya tenemos a las Patty Jenkins o los Peyton Reed de turno); lo suyo es otra cosa.
El cine de Snyder es rabiosamente personal y en todas sus películas, aun en las menos interesantes, hay momentos que demuestran que detrás de ellas hay un director con una caligrafía propia. Y sí, para que nos vamos a engañar, su estilo se basa en la utilización de la cámara lenta (por cierto, ¿los que tanto le critican por el empleo de ese recurso piensan lo mismo del maestro Sam Peckinpah?), en jugar con la descompresión de la narración, en un tratamiento muy personal del encuadre o en cierta tendencia a impregnar sus películas de un tono oscuro y algo pesimista. ¡Y qué le vamos a hacer si es su decisión como artista! Lo importante es que con ello se hagan buenas películas y se logre atrapar al público. Huelga decir que conmigo lo consigue.
TERCERA PARTE No tengo la más mínima intención de plantear está crítica como una comparativa entre la versión de Whedon y la de Snyder. La versión de 2017 ahí está para el que la quiera revisitar y es un cinta sobre la que, al menos en lo que a mi respecta, voy a pasar una respetuosa página.
Como decía al principio “Zack Snyder JL” es el producto de una tormenta perfecta de acontecimientos. La cabezonería de un realizador que quiere ver acabada su obra tal como la tenía pensada; la insistencia en redes sociales de los fans que habían quedado decepcionados con la versión de Whedon; la necesidad de contar con contenidos competitivos por parte de una plataforma como HBO Max que no acaba de lograr el número de subscriptores deseados; la predisposición de unos técnicos de efectos especiales que, ante la falta de rodajes motivada por la pandemia, pueden dedicar tiempo y recursos a la postproducción; la buena voluntad de un grupo de actores comprometidos que acabaron hartos del carácter autoritario de Whedon (y a los que no gustó nada el montaje final que se estrenó) y que consideraban que ayudar a Snyder a acabar su obra era un acto de justicia poética; y, por último, la permisividad de los ejecutivos de Warner que con la mentalidad de “total para lo que hay que perder”, le dan al realizador carta blanca (una quimera en el cine comercial moderno) para hacer literalmente lo que le rote.
En muy pocas ocasiones un director dentro del cine mainstream (algún día alguien me tendrá que explicar exactamente que significa este término, porque un servidor se ha tragado infinidad de películas consideradas de autor que son de lo más convencional) ha contado con libertad creativa absoluta, con la posibilidad de poder realizar el montaje final sin ningún tipo de interferencias, con la opción de elegir un formato de proyección de cuatro tercios tan poco habitual en el medio televisivo actual y, todo ello, con una duración de cuatro horas que, no nos engañemos, ni en sueños hubiera logrado en 2017. Snyder ha hecho lo que ha considerado oportuno y le ha ofrecido a los espectadores exactamente lo que tenía pensado. Por tanto aquí no valen ni las excusas ni los subterfugios: la película es la versión que el director quería y, con sus virtudes y defectos, así la tenemos que valorar.
CUARTA PARTE He leído tanto en medios de comunicación como en redes sociales algunas críticas que le achacaban a la cinta poco rigor a la hora de retratar el alma de la Liga de la Justicia comiquera. Y mi pregunta es: ¿A qué Liga de la Justicia? ¿A la de 1960 que se enfrentaba a villanos tan bizarros como Starro? ¿ Ala divertidísima de Keith Giffen y J. DeMatteis? ¿ A la personalísima de Grant Morrison? ¿ A la épica de Geoff Johns? Llevo leyendo cómics de superhéroes desde los catorce años y si he llegado a una conclusión es que no existe una versión ortodoxa de nada. Siempre que se respeten las esencias mínimas que caracterizan a los personajes, y Snyder lo hace, todo lo demás son debates estériles que dejo para los talibanes del medio. Cada autor tiene una visión de la historia y nosotros como público lo compramos o no. Y, que quieren que les diga, yo si que he visto reflejados en la pantalla de mi televisión a esos super héroes que he aprendido a amar durante tantos años en las viñetas (siguiendo este argumento, hay algunos que tienen los santos bemoles de poner a parir la película de Snyder y luego ensalzar “El Capitán América” de Albert Pyun). El director de “Batman v Superman” ofrece su visión del grupo y lo hace sin perder un ápice ni sus intereses autorales, en fondo y forma, ni la idea principal que caracteriza a este grupo en sus distintas encarnaciones: la épica.
“no voy a entrar a valorar ni como se filma la acción (no me molesta ni una sola de las cámaras lentas), ni la utilización de la música incidental ni el ritmo de la narración ya que me parecen modélicos”
QUINTA PARTE Estamos ante una película de cuatro horas que no aburre en ningún momento, donde cada uno de los héroes, los ya presentados en producciones anteriores y los que no, quedan perfectamente definidos. Esta es una de las principales virtudes de la cinta: su capacidad para compaginar el retrato de unos personajes bidimensionales y complejos con grandes escenas de acción que dan como resultado un producto compensado y coherente.
Es imposible mostrar la épica si no eres capaz de lograr que los espectadores se identifiquen con los elementos que forman parte de ella. En general, ese es el problema principal de este tipo de producciones: son grandes castillos de fuegos artificiales sustentados sobre bases emocionales arquetípicas. En “Zack Snyder JL” no sucede eso, ya que el realizador no escatima esfuerzos en describir y retratar a cada uno de los integrantes de la acción, villano incluido. En este sentido, los que han salido más favorecidos han sido Flash y Cyborg, personajes muy bien desarrollados cuyas motivaciones hemos conocido y se han integrado perfectamente en la historia. Siendo consciente de que el espectador medio no estaba tan familiarizado con ellos, Snyder dedica su tiempo a presentarlos y hacerlos evolucionar. Desde mi punto de vista este es uno de las principales virtudes de la película y probablemente lo que justifica su duración.
Hay un momento en la película en el que Alfred tiene una pequeña discusión con Wonder Woman sobre como se prepara correctamente el té. Son unos pocos diálogos enmarcados dentro de una acción cotidiana, pero gracias a ellos nos queda claro cual es la esencia de los dos personajes y entendemos perfectamente su visión de las cosas. Lo mismo podríamos decir de las conversaciones de Cyborg con su padre o al diálogo de Aquaman y Vulko. Momentos bien integrados que nos ayudan a que estos cuasi-dioses nos resulten más humanos. Y todo ello lo hace a través de pequeños detalles e ideas que trascienden los referentes del guion. Porque cada uno de los primeros planos aquí nos dice algo, aporta información y se nota que es una decisión muy madurada de montaje.
Sinceramente no voy a entrar a valorar ni como se filma la acción (no me molesta ni una sola de las cámaras lentas), ni la utilización de la música incidental ni el ritmo de la narración ya que me parecen modélicos. Aquí es donde Snyder se siente cómodo y muestra un tour de force que está entre lo mejor de su carrera. Es la épica en estado puro; son viñetas en movimiento que, como unas splash page comiqueras llevadas el paroxismo, ofrecen un espectáculo integral del que es muy difícil abstraerse.
“un espectáculo de principio a fin, una cinta única producto de una bendita convergencia de factores disonantes. ¿Podría haber sido más corta? Evidentemente sí, pero nada de lo que ha incluido el director me sobra”
SEXTA PARTE En “Zack Snyder JL” hay algunos elementos mejorables. Es cierto que todo el tema de las cajas madres y la ecuación anti-vida esta explicado regular, que hay determinadas incoherencias en el guion que provocan que en determinados momentos tengas que hacer algún salto de fe, que se tendría que haber clarificado mejor quién es Darkseid y que busca… pero sinceramente creo que estos defectos no nublan para nada el resultado final. Tenemos epopeya, contamos con unos personajes bien definidos cuyas motivaciones son coherentes, hay espectáculo, la acción está brillantemente filmada y bien integrada en la historia y el final es épico. Y todo ello está retratado bajo la mirada de alguien que, con un estilo rabiosamente personal, narra de escándalo y transmite justo aquello para lo que el cine fue creado: la emoción.
“Snyder JL” es un espectáculo de principio a fin, una cinta única producto de una bendita convergencia de factores disonantes. ¿Podría haber sido más corta? Evidentemente sí, pero nada de lo que ha incluido el director me sobra. Creo que su duración permite madurar la historia e intercalar con sentido narrativo set pieces de acción con momentos de definición psicológica de personajes. Además, y tengo que decirlo porque sino reviento, Snyder es un excelente director de actores. Simplemente hagan un ejercicio y comparen a la Gal Gadot de “Snyder JL” y la de “Wonder Woman”: en ninguna de las películas protagonizada por ella en solitario la amazona había mostrado tan intensamente esa mezcla de fuerza, sensibilidad, delicadeza y furia que le caracteriza. Y esto no sólo se logra siguiendo las pautas de un guion. Estamos ante un film intenso y emocionante que ofrece cuatro horas de puro entretenimiento y que, además, nos confirma a Snyder como un gran director/autor. Tras su visionado no me queda ninguna duda de que este hombre tiene un universo propio, en la visual y en ciertos tips argumentales, que a mí, desde mi más absoluta subjetividad, me llega. Este es el Snyder más puro. Así que ya saben ustedes a que se enfrentan. Por mi parte, yo lo tengo claro.
EPÍLOGO Mucho se ha comentado sobre ese epílogo en el que se nos muestra un futuro post apocalíptico en el que Batman se encuentra con el Joker de Jared Leto. ¿Era necesario? Muy probablemente no, pero creo que con su inclusión el realizador nos quería dejar una muestra de lo que nos perdemos, de lo que Warner, con toda seguridad, nunca le dejará llevar a cabo. Y que quieren que les diga, pero yo pagaría el precio de la entrada por ver por donde seguía la cosa y que ideas tenía el director en mente. Si no ocurre un milagro, jamás lo sabremos.