MISSTERROR NOS HABLA SOBRE ESTE EXPLOIT DESCAFEINADO DEL CINE DE EXORCISMOS AL QUE NO SALVA, NI DIOS
Y al séptimo día, descansó… No es casual que el domingo, séptimo día de la semana, sea día festivo o día de descanso. La teoría dice que durante los primeros seis días de la semana tenemos que dejar todo el trabajo hecho para poder liberarnos de toda responsabilidad en domingo y descansar como dios. El domingo, pensado para dormir la mañanada, tomarte un vermut, hacer una comida rica, meterte un postre contundente y echarte una buena siesta mientras de fondo alguna película sin demasiado interés, narra una historia que no te interesa en absoluto, te arrulla como una nana. Las opciones para encontrar una peli de fondo son ilimitadas. La televisión a esas horas ya nos lo pone fácil con su recital de dramas y rancias películas románticas, rodadas para esta magna ocasión, pero para el público exigente al que le gusta elegirlo todo, Netflix también ofrece una amplia variedad de películas absolutamente intrascendentes con las que poder echarse mil y una cabezadas.
“un fondo de catálogo que acabará por dejar de estar visible del menú principal en muy pocas semanas y que se ha comprado para engrosar esa gran lista de películas que no le interesan a nadie”
Entiendo perfectamente que la estrategia Netflix es abrumarnos con una cantidad de contenido descomunal que no permita estar al día nunca para que sintamos que cada cuota mensual está bien invertida por todo lo que tenemos pendiente. Cada semana mil y un estrenos de series y películas pueden llevarnos a un bucle de indecisión en la que invertimos más tiempo mirando el menú que el que realmente empleamos viendo capítulos o películas.
Somos desconfiados y nos rebelamos ante ese algoritmo que nos recomienda películas que no tienen nada que ver con nuestros gustos, por eso buscamos y rebuscamos, pero no nos engañemos, terminamos viendo lo que Netflix quiere que veamos. Netflix es el “They Live” del entretenimiento. Por todo esto, me pareció muy raro el poco bombo que se le estaba dando a uno de los recientes estrenos, “Y al séptimo día” (2021), teniendo en cuenta que Guy Pearce estaba en el ajo. Una vez vista lo comprendí y aún me dio más miedo este mundo Netflix en el que nos movemos. Esta película es un fondo de catálogo que acabará por dejar de estar visible del menú principal en muy pocas semanas y que se ha comprado para engrosar esa gran lista de películas que no le interesan a nadie.
“un auténtico desastre sin nadie al volante. Una película de posesiones sin ningún sentido del ritmo ni de la estética y una nula capacidad de crear atmósfera, en medio de un rodaje sin sentido del espectáculo alguno”
“Y al séptimo día” es el segundo largometraje de Justin P. Lange, también director de la regulera “The Dark” (2018), de la que calca los mismos errores. Lange, como buen ser humano, se tropieza dos veces con la misma piedra y supongo que por eso se encomienda a todos los demonios que conoce para volver a hacernos partícipes de una gran incapacidad de desarrollar una historia con una buena planificación de la narración, desarrollo de los personajes, uso de los clichés, los espacios y los tiempos. “Y al Séptimo día” es un auténtico desastre sin nadie al volante. Una película de posesiones sin ningún sentido del ritmo ni de la estética y una nula capacidad de crear atmósfera, en medio de un rodaje sin sentido del espectáculo alguno. Es lo que podemos llamar, un piloto automático de manual.
Desde los primeros compases, todos aquellos que hayáis visto la magnífica serie “El Exorcista”, empezaréis a ver mucha similitud. Las escenas papales, el exorcista outsider y el joven cura abnegado ya comienzan la función indicando que este director vuelve a hacer lo que ya hizo en “The Dark”, “importando” la idea principal de un clásico moderno como “Let the right one in” (2008). En “Y al séptimo día”, se sirve de un batiburrillo de ideas sacadas de la serie “El Exorcista” y “Trainning day” (Antoine Fuqua, 2010) para sacar adelante un proyecto en el que un joven sacerdote inicia su entrenamiento como exorcista con uno de los veteranos mejor considerados por la iglesia, a pesar de sus poco ortodoxos métodos. Algo que a priori puede parecer muy suculento para los amantes del terror, termina siendo un ejercicio de aburrimiento y falta de originalidad como pocos. Lange pone varias ideas sobre la mesa, pero vuelve a no saber ver el potencial de cada una de ellas y a desperdiciarlas en favor de dos sustos poco efectivos y un conjunto de decisiones de corte sobrenatural que lo alejan de los destellos de originalidad que se podían intuir si se hubiera desarrollado la idea de esos demonios que infectaban a la población como un virus, la corrupción eclesiástica o esa conexión onírico-espiritual exorcista-endemoniado que “mágicamente” y en un día, el joven sacerdote desarrolla.
“un prólogo que aprobaba el corte, para continuar con un desarrollo torpe y un final precipitado, previsible y tremendamente decepcionante”
El resultado es una película sin emoción, sin tensión, excesivamente plana para tratar un tema tan potente como los exorcismos, que presenta un prólogo que aprobaba el corte, para continuar con un desarrollo torpe y un final precipitado, previsible y tremendamente decepcionante. Lamentablemente, el atractivo casting no supone ningún punto extra para un resultado insuficiente. Guy Pearce, actor de demostrada solvencia, nos regala una de sus actuaciones menos memorables dando vida al Padre Peter. A su lado, el inexpresivo Vadhir Derbez, en la piel del Padre Daniel, no mejora en nada el desastre de guion que le ha tocado aprenderse y ni siquiera las coreografías en los exorcismos pueden disfrazar la mediocridad de “Y al séptimo día”. No hay salvación para una película que ni siquiera es capaz de llamar la atención en los moderados efectos especiales que acompañan a los exorcismos.
Está claro que cuando Netflix compró esta película para su catálogo, sabía muy bien que su finalidad era proporcionar un buen descanso en el séptimo día de la semana. Señores y señoras, no tengáis miedo de ponerla a la hora de la siesta, no hay nada interesante que os vayáis a perder si el sueño se apodera de vosotros y esos sueños reparadores son tan deliciosos que cualquier podría decir que son obra del mismísimo demonio.