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Crítica: Hasta los Huesos

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KRUEGER NOS HABLA SOBRE LA NUEVA BOFETADA DE LUCA GUADAGNINO TRAS SU FABULOSO REMAKE DE "SUSPIRIA"


Reconozco que Luca Guadagnino me puso completamente a sus pies con su excelente remake de “Suspiria” (Luca Guadagnino, 2018); película que recuperaba aires del cine esotérico y deprimente de los 70 y que afirmo resulta superior a la obra de Argento, sin que se me caigan los anillos. Una maravilla llena de brujas y simbología, a la que tengo que sumar ahora “Hasta los Huesos” (Luca Guadagnino, 2022), una de mis películas favoritas dentro de un año que no ha andado precisamente corto de propuestas memorables. 


“Si quieres sentirte libre durante dos horas, conduciendo por zonas desiertas y en decadencia, esta es tu película, siempre que estés dispuesto a pagar el peaje de un par de secuencias de franca truculencia”


“Hasta los Huesos” es principalmente una película romántica hasta el tuétano, aunque curiosamente es la parte que más desdibujada queda dentro del conjunto de elementos que ofrece la propuesta. Es también un coming of age en forma de road movie caníbal. Un viaje por carreteras secundarias, en términos de vagabundos, bajo el mandato de Ronald Reagan, que bebe visualmente de Malick y del Lynch de “Una Historia Verdadera” (David Lynch, 1999), lo que equivale a puestas de sol en tonos anaranjados y mucha carretera desierta. Si quieres sentirte libre durante dos horas, conduciendo por zonas desiertas y en decadencia, esta es tu película, siempre que estés dispuesto a pagar el peaje de un par de secuencias de franca truculencia

El principal problema que presenta “Hasta los Huesos” es que sus personajes secundarios resultan mucho más interesantes que los principales, especialmente si no eres un adolescente. Los personajes de Mark Rylance, Jessica Harper (protagonista del “Suspiria” original) o Chloe Sevigny transmiten más intensidad e interés que la pareja protagonista, a pesar de que la interpretación de Taylor Russell resulte portentosa. Esos secundarios, algunos de ellos casi sacados de la novela “Doctor Sueño” de King, pero cambiando el consumo de energía por el consumo de carne, ofrecen los momentos más potentes de la historia, que a la par también son los más inquietantes. El primer encuentro con Sulli engaña al espectador, creyendo que va a ver una película que finalmente transcurre por derroteros muy distintos, una vez que el amor hace acto de presencia. El director sabe dosificar esas secuencias de puro género, excesivas y tremendamente bellas, a lo largo del metraje, para que el exceso de algodón de azúcar no se atragante. Las secuencias, que pueden contarse con los dedos de una mano, transmiten un mal rollo considerable y aquí es donde Guadagnino se descubre como un excelente director de cine de terror: la tensa charla en la hoguera, el primer arranque (nunca mejor dicho) de la protagonista, la visita al hospital o el tremendo clímax se encuentran, bajo mi punto de vista, entre algunas de las mejores secuencias del año. 


“El aire preciosista con el que todo se rueda, provoca que las explosiones gore impacten aún más, pero lejos de desagradar, fascinan” 


Guadagnino llena la historia de bellas estampas, consiguiendo que las secuencias terroríficas resulten a su vez estilizadas. El aire preciosista con el que todo se rueda, provoca que las explosiones gore impacten aún más, pero lejos de desagradar, fascinan. Ayuda, muchísimo, una fantástica (y preciosa) banda sonora compuesta por Trent Reznor y Atticus Ross, que se alejan de sus producciones anteriores, para ofrecer un soundtrack intimista, casi desnudo, de guitarras suaves y melodías melancólicas. La música perfecta para un romance que empieza entre bellas puestas de sol. Es posiblemente su mejor banda sonora y tienen algún que otro Oscar ya. 


“La trama romántica gana demasiado peso y termina desplazando la naturaleza devoradora de sus protagonistas, pero es que el director en realidad quiere hablar del amor, no de la antropofagia” 


He dejado para el final un comentario anecdótico: había infravalorado totalmente el poder de seducción que ejerce Timothée Chalamet. Al ir a la sala de cine esperaba encontrar algún que otro intelectual y algún que otro freak del terror. Cuál fue mi sorpresa al ver una sala bastante llena de adolescentes, que suspiraban con cada aparición de Chalamet. Desde luego la idea de estrellas de Hollywood está cambiando: nada tiene que ver la buscada androginia de Chalamet con la belleza plúmbea de Brad Pitt, por ejemplo. Guadagnino quiere a Chalamet y aunque sea un jodido vagabundo caníbal, no puede ser más cool; el cabronazo consigue que le quede bien hasta un maldito mullet… Considero que es un buen actor, que además logra eso que tantos se aferran en buscar sin éxito: magnetismo; aunque siendo sincero, su compañera le come la tostada en la película

La mezcla de “Hasta los Huesos” implica cierto compromiso por parte del espectador. La trama romántica gana demasiado peso y termina desplazando la naturaleza devoradora de sus protagonistas, pero es que el director en realidad quiere hablar del amor, no de la antropofagia. De ese amor que duele, que atrapa, que libera y que literalmente te haría comerte a alguien hasta los huesos. Un peliculón.



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