MISTER MOLOKO NOS HABLA SOBRE EL NUEVO JUGUETE DE GERARD JOHNSTONE, CON JAMES WAN Y BLUMHOUSE MOVIENDO LOS HILOS
Siempre he sentido una extraña fascinación por las películas de terror protagonizadas por muñecos. No diré que es mi subgénero favorito, pero la verdad es que por regla general estas películas me resultan muy atractivas, logran despertar en mí al niño ingenuo que todavía llevo dentro -es un sentimiento muy raro que me resulta difícil expresar con palabras- y, por todo ello, tiendo a ser más condescendiente con ellas. Probablemente la causa de mis filias por este tipo de films venga dada por dos experiencias cinematográficas que se produjeron en mi infancia y que, sin duda, me marcaron profundamente. La primera vendría dada por la visualización de “Freedy” (1982), uno de los mejores capítulos de la mítica serie de Chicho Ibáñez Serrador“Historias para no dormir” (1966-1982). En el capítulo veíamos como el siniestro muñeco de un ventrílocuo parecía tener mucho que ver en una serie de asesinatos que se producían dentro de una compañía teatral. La historia estaba rodada con cuatro duros, pero el clima que lograba el maestro Serrador y ese acertadísimo y celebrado final, lograron impactarme de un modo absoluto.
“el que espere de M3gan un desmadre en el que las cosas pasan porque sí y donde todo carece de lógica narrativa, se va a llevar una buena sorpresa”
La segunda experiencia es todavía más bizarra. El caso es que algún descerebrado de mi familia -francamente no recuerdo quien- pensó que la mejor manera de que unos críos pequeños pasaran la tarde de sábado era llevándolos a un cine de reestreno a ver la película de Rene Cardona Jr. “El triángulo diabólico de las Bermudas” (1978) -eran los ochenta-. La experiencia, que casi provoca que algunos de mis primos se traumatizaran de por vida, para un servidor fue catártica: la muñeca diabólica que protagoniza la película (y que daba un mal rollo considerable por la particular forma como el director nos la presenta) no sólo abonó el interés por el cine fantástico en alguien que ya era prácticamente un converso, sino que también despertó en mí un notable interés por las películas protagonizadas por muñecos.
Hago esta introducción porque quiero dejar muy claro que soy un absoluto fan de títulos como “Magic” (1978), Dolls (1987), la saga iniciada con “Puppet Master” (1989) o las películas protagonizadas por el entrañable y carismático Chuky que tan buenos momentos me han hecho pasar. Más recientemente he disfrutado con propuestas como la interesantísima “Silencio desde el mal” (2007), la inquietante “El niño” (2016) o la descacharrante “Benny loves you” (2019) que para algunos no dejan de ser chorradas insustanciales. Con estos antecedentes, imaginarán que mis expectativas ante el estreno de “M3gan” (2022) eran máximas. Y es que, además, la presencia de James Wan -otro amante de las películas con presencia de muñecos que aquí firma el argumento y la producción- y del señor Jason Blum -algún día valoraremos en su justa medida la gran labor que está haciendo el propietario de Blumhouse por el cine de terror actual- me ofrecían unas buenas vibraciones que, tengo que confesar, se han confirmado tras el visionado de la película.
“En estas películas donde todo suele ser muy superficial, me ha resultado interesantísimo ver, por ejemplo, como se justifica emocionalmente la solidez en la relación entre la muñeca robótica y la niña”
Esta es la historia de Cady, una niña que pierde a sus padres en un trágico accidente de tráfico. Su tía Gemma, una ingeniera soltera e independiente especializada en inteligencia artificial y robótica, decide adoptarla y llevarla a vivir con ella. El problema es que ella no está acostumbrada a tratar con niños y se ve incapaz de hacer frente a la tristeza y soledad que consumen a la niña. Para paliar todo ello decide acelerar un proyecto en el que estaba trabajando. La idea es crear una muñeca a tamaño real que pueda ayudar a Cady a superar la pérdida y recuperar la alegría. El problema es que M3gan pronto decide actual por su cuenta con el único objetivo de proteger a la niña.
Antes de empezar mi análisis debo hacer un aviso para navegantes: el que espere de “M3gan” un desmadre en el que las cosas pasan porque sí y donde todo carece de lógica narrativa, se va a llevar una buena sorpresa. Y es que aunque los últimos veinte minutos de la película sean puro rock and roll (dentro de los parámetros de un producto PG13), previamente el realizador Gerard Johnstone (director y guionista de la curiosa e interesante “Housebound” (2014)) se ha preocupado por trabajar la personalidad de los personajes principales y por definir con bastante coherencia las motivaciones de la muñeca que es, a la postre, la gran protagonista del relato. A este respecto no tengo la más mínima duda de que si la película funciona medianamente bien en taquilla, no tardaremos mucho en ver una secuela en la que M3gan vuelve a hacer de las suyas. Y es que si algo no se le puede negar al personaje es que tiene muchísimo carisma.
Desde mi punto de vista la estructura del relato es uno de los mayores aciertos de la película. La guionista Akela Cooper (una de las coautoras del guion de esa pequeña joya llamado “Maligno” (2021)) crea un triangulo entre la muñeca, la niña y la tía Gemma que resulta sumamente interesante y que explica y justifica a la perfección el comportamiento y las relaciones que se establecen entre las tres. En estas películas donde todo suele ser muy superficial, me ha resultado interesantísimo ver, por ejemplo, como se justifica emocionalmente la solidez en la relación entre la muñeca robótica y la niña. En este sentido la secuencia de presentación ante la junta directiva resulta modélica: en ella vemos como M3gan es la única que parece darse cuenta de cuales son las verdaderas necesidades y el estado emocional de la niña Lo que me parece más interesante de la película es que se nos plantean dilemas éticos sorprendentemente incisivos para una película de estas características. El momento en el que la muñeca justifica sus actos y reprocha su falta de referentes éticos me pareció muy acertado y me recordó a otras inteligencias artificiales que, a lo largo de la historia del cine, han planteado interrogantes en la misma línea. La primera hora de proyección me ha resultado muy sorprendente y creo que todo está bien explicado e hilvanado. Alguno le puede reprochar cierta falta de acción y de situaciones puramente terroríficas (y tendrá razón) pero creo que la estructura narrativa es interesante y no aburre. Además, consigue algo realmente difícil: logras empatizar tanto con los personajes humanos como con la muñeca. Y todo ello sin aburrir.
“Cierto es que visualmente es simplemente funcional, que le falta violencia y situaciones de terror, que hay decisiones de guion cogidas por los pelos… pero el resultado final es harto satisfactorio”
El último tercio es donde la historia deriva hacia un producto mucho más desmadrado y loco. Es el momento en el que nuestra M3gan se vuelve la gran protagonista y ofrece un espectáculo divertidísimo que, al final y gracias a un buen equilibrio en la estructura del guion, te deja con un agradable sabor de boca. A este respecto la película opta por un camino intermedio que, en un ejercicio de metacine bastante curioso, es exactamente lo que en la actualidad representan el cine de James Wan y de Blumhouse: cine de entretenimiento de producción media con unas historias bastante cuidadas. Además, el ácido sentido del humor que impregna a la película, así como la nada velada crítica hacia una sociedad cada vez más idiotizada por la tecnología, son elementos que enriquecen y complementan la experiencia. En este sentido todo lo relacionado con la publicidad de las horribles mascotas parlantes es absolutamente descacharrante.
Uno de los grandes aciertos del film es sin duda el diseño del personaje. Creo que, con acierto, los responsables han optado por mezclar a una actriz disfrazada con animatrónica y retoques digitales, logrando un resultado final que funciona increíblemente bien. Si se hubiera recurrido únicamente a la captura de imagen, se hubiera perdido la fisicidad y el mal rollo que en determinados momentos (ese bailecito carne de meme) logra dar la muñeca. En este sentido una decisión muy acertada. “M3gan” no es una obra maestra, pero si una película lo suficientemente interesante, divertida y entretenida como para recomendarla sin complejos. Cierto es que visualmente es simplemente funcional, que le falta violencia y situaciones de terror, que hay decisiones de guion cogidas por los pelos… pero el resultado final es harto satisfactorio. Vamos un entretenimiento más que garantizado.