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Crítica: Apéndice

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MISTER MOLOKO NOS HABLA SOBRE EL DEBUT DE ANNA ZLOKOVIC, UN "BASKET CASE" EN CLAVE FEMENINA Y CON MARCADO ACENTO DRAMÁTICO


Debo reconocerles que resulta muy difícil hablar de esta película sin caer en spoilers. Sin ir más lejos, he tenido que borrar casi medía página de texto ya que, con el enfoque inicial que le había dado al análisis, estaba desvelando implícitamente su principal giro argumental. Y es que “Apéndice” (2023) es uno de esos casos en los que es mejor acceder al visionado lo más virgen posible ya que, aunque la trama no es nada compleja, cualquier información previa nos puede desvelar aspectos sobre la historia que harían que se perdiera el factor sorpresa. En este sentido, avisados quedan. 

Uno de mis mejores recuerdos de adolescencia se produjo cuando descubrí, en maravillosa pantalla grande, la película “Basket Case” (1982) de Frank Henenlotter. Aunque su bajo presupuesto ocasionaba que se le vieran las costuras por todos los lados, me encantó el concepto que trataba (un siamés deforme, desquiciado e hiperviolento que se vengaba de aquellas personas que habían hecho de su vida un infierno), su estética feísta y sucia y el uso desmadrado que hacía del gore. Sus secuelas me interesaron bastante menos, pero el impacto que me causó la película propició que, por ejemplo, apreciara muchísimo una cinta como “Maligno” (2021) que no dejaba de ser una relectura, menos underground y en clave de giallo sobrenatural, de la historia ideada por Henenlotter. Probablemente el éxito de esta última motivó que el guion de “Apéndice” pudiera convertirse en película y que una plataforma como Disney + lo vendiera como uno de sus principales reclamos para que sus abonados celebrarán la festividad de Halloween. 


“Si algo logra esta propuesta es desconcertarnos por la disociación que existe entre lo que se cuenta y como se nos cuenta” 


“Apéndice” nos cuenta la historia de Hannah, una joven diseñadora de moda con un carácter muy sumiso que tiene graves problemas de asertividad. Su madre la trata con desdén, su jefe la desprecia continuamente y lo único que parece funcionar en su vida es su relación con su compañera Esther y con su novio Kaelin. Un buen día empieza a notar que tiene una extraña herida en su costado. De esa herida surgirá un ser deforme con muy malas pulgas cuya única misión parece ser recordarle a la chica lo miserable y patética que es su vida. Todo se complicará poco a poco. 

Una de las primeras cosas que nos llama la atención es el tono en el que se mueve la película. Aunque al principio sus hechuras, tanto a nivel de fotografía como de planificación, parecen propias de un telefilme de mediodía,lo cierto es que enseguida descubrimos que el film esconde dentro de sus fotogramas una historia cuanto menos peculiar. Esa sensación de escepticismo que nos dejan los cinco primeros minutos, a la postre, acaban deviniendo un acierto ya que le otorgan a la cinta un tono naturalista que, considero, le viene muy bien a un guion tan sencillo pero, a la vez, tan raro como este. Si algo logra esta propuesta es desconcertarnos por la disociación que existe entre lo que se cuenta y como se nos cuenta

La cinta es capaz de mezclar un academicismo de manual en la puesta en escena con unas ideas loquísimas: desde el diseño de la criatura (que parece el hermano mutante de Mr. Potato) a la que uno no sabe si tomarse en broma o en serio; pasando por una definición inicial de personajes absolutamente estereotipada (madre dominante y castradora, un jefe vanidoso y egocéntrico, un novio que es un bendito de Dios) con una evolución de la mismos que resulta coherente y que, para mi sorpresa, los acaba haciendo interesantes; a un giro de guion hasta cierto punto previsible, pero que tiene un desarrollo posterior que toma unos derroteros francamente atípicos. Esta es una de esas extrañas cintas donde al principiotodo chirría pero en la que, poco a poco, los elementos van reestructurándose hasta llegar a un final que te deja parcialmente satisfecho a pesar (o precisamente por) un plano final bizarrísimo que, debo reconocer, hay que tener muchos bemoles para incluir. Si esta historia la coge por banda un Charles Band de la vida, seguramente hubiera hecho un engendro de dimensiones épicas. Pero en manos de su directora ha devenido una cinta de Serie B bastante digna a la que se le nota una curiosa mirada femenina


“no deja de ser una sencilla historia de terror en la que, si uno es capaz de mirar más allá, puede discernir otras capas de interés mucho más próximas al drama” 


La responsable, una mujer llamada Anna Zlokovic, debuta en el largo con esta propuesta. Como sucedía con Chloe Okuno en “Watcher” (2022), estoy seguro de que la directora ha optado por hacer una película de terror, que también ha escrito, por la facilidad a la hora de lograr una financiación que le permitiera tomar la alternativa en el mundo del largometraje. Es evidente, porque los mecanismos internos de la película así nos lo muestran, que no es una persona que haya consumido mucho cine de terror y que esta historia le sirve para hablar del tema que verdaderamente le interesa: la incapacidad para afrontar los conflictos que envuelven nuestra realidad cotidiana

A este respecto, el monstruo es un pequeño Pepito Grillo retorcido y muy cabrón que le va recordando a la protagonista cuales son sus miserias cotidianas y como debe hacerles frente. Hanna es un personaje peripatético que se deja pisar por todo el mundo, que es incapaz de relacionarse asertivamente con los demás y que, en el fondo, lleva una vida de infelicidad y autocomplacencia. La directora plasma en su historia una mirada muy subjetiva que, con las claras hechuras de serie B (con todo lo que implica la palabra) que tiene el film, provoca en los espectadores una sensación de extrañeza para nada desagradable. Aquí Zlokovic ha huido de todo tipo de transcendencia (no como ocurría en “Lucky” (2021) en el que la directora y guionista acababan dándole a un material sencillo un halo de profundidad que resultaba totalmente impostado) y ha preferido jugar en un terreno mucho más confortable y controlable. La película, a pesar de lo marciana que resulta su propuesta inicial, no deja de ser una sencilla historia de terror en la que, si uno es capaz de mirar más allá, puede discernir otras capas de interés mucho más próximas al drama.


“una puesta en escena propia de alguien que todavía tiene los tips narrativos de un recién licenciado de la escuela de cine y que no se ha atrevido a soltarse la melena” 


Este es uno de los aspectos más interesantes del film. El monstruo, del que acertadamente sólo se nos da una vaga explicación sobre sus orígenes, no quiere ni conquistar el mundo ni sembrar el caos en las calles: únicamente pretende llevar una vida plena y autónoma entre los humanos y aprovecharse de sus debilidades y miserias. En el fondo es el perfecto exponente de una sociedad donde parece obligatorio ser autoexigente con uno mismo (esa ridícula idea, propia de una taza de Mr Wonderful, de que uno puede llegar a donde quiera sólo con esfuerzo y sacrificio) y donde parece que solo triunfan los que son unos cabrones y se pasan los principios morales por el forro. Esa triste realidad está bien planteada en una película donde la protagonista es una mujer débil que deberá ver el lado tenebroso de su realidad para encontrar su verdadera esencia

No estamos ante ninguna maravilla del séptimo arte. El film adolece de un presupuesto muy ajustado (ya verán que los efectos especiales no son para tirar cohetes), de unas interpretaciones que no pasan de lo correcto (la única actriz medianamente conocida es Deborah Rennard que hacía de partenaire de Van Damme en ese placer culpable llamado “Lionheart” (1990)) y de una puesta en escena propia de alguien que todavía tiene los tips narrativos de un recién licenciado de la escuela de cine y que no se ha atrevido a soltarse la melena. Pero esta película, extraña, con un punto grotesco y que requiere de un cierto grado de complicidad por parte de los espectadores, tiene algo que la convierte en atrayente. Dudo mucho que volvamos a ver a la directora dentro el género, pero esta ópera prima tiene un punto atractivo que, hasta cierto punto, resulta inefable. Y eso sí, el monstruo es absolutamente descacharrante. Les garantizo que no será la película de su vida, pero yo le daría una oportunidad.



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