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Channel: NIDO DE CUERVOS. Cine fantástico y de terror
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Crítica: 300: El Origen de un Imperio

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En 2004, un tal Zack Snyder, sorprende a propios y extraños con la que posiblemente sea la mejor película sobre muertos vivientes que se haya rodado nunca, “Amanecer de los Muertos”. Valor añadido si tenemos en cuenta el hecho de que se trataba de un remake (libre, eso si) de uno de los títulos clásicos por antonomasia dentro de este subgénero, “Zombi: El Regreso de los Muertos Vivientes” (“Dawn of the Dead”, George A.Romero, 1978), con todo lo que ello conlleva (que por lo general, no suelen ser rosas precisamente). Y si algo dejó claro el director desde aquella estupenda ópera prima, fue que uno de los grandes atractivos de su cine, iba a ser la potencia visual del mismo, por lo que no fue nada de extrañar que su siguiente proyecto se tratase de la adaptación de una novela gráfica, en este caso, de Frank Miller, su título, “300” (“300”, Zack Snyder, 2006). 

“300” significó la patente de la marca Snyder, una forma de entender el cine donde lo sensorial, predomina sobre todo lo demás, donde imagen y sonido dejan en un segundo o tercer plano, otros elementos cinematográficos. En dicha epopeya épica, Snyder demostró que a partir de cuatro míseros trazos de guión, puede hacerse mucho dinero en esto de la industria de Hollywood si se tienen muy claras las ideas y se es buen conocedor de lo que el gran público demanda. El cineasta volvería a repetir fórmula, con similar éxito, en dos ocasiones más: “Sucker Punch” (“Sucker Punch”, Zack Snyder, 2011) y “El Hombre de Acero” (“Man of Steel”, 2013), trabajos donde el guión, estaba completamente subyugado a las imágenes (tema aparte sería la genial “Watchmen”, excepción que confirma la regla). 

Le he dado vueltas un rato (cosa que no suelo hacer). He intentado buscar la fórmula que me permita enfocar este análisis de una forma diferente, intentar sorprender al lector con algo ingenioso o en su defecto, poder contarle algo que alguien, que aun no haya tenido oportunidad de ver la película, pudiera encontrar, al menos, inesperado. Es imposible. Y es imposible porque cualquier cosa que ya se haya dicho sobre la cinta de Snyder, puede aplicarse a esta segunda entrega, pues “300: El Origen de un Imperio” (“300: Rise of an Empire”, Noam Murro, 2014), no solo es una secuela/precuela continuista, es un puñetero calco. 

Por lo tanto, lo que vamos a encontrar aquí es exactamente lo mismo que ya nos ofreciera el bueno de Zack hace ocho años: algo de folclore, cuatro tópicos de saldo del cine épico y un espectáculo visual de órdago, plagado de sangre y violencia. Lo cual, como casi siempre, tiene sus pros y sus contras. Por un lado, los que disfrutaron como bellacos con aquella primera entrega, a priori deberían volver a hacerlo con esta nueva entrega y digo a priori, porque la cinta de Murro tiene un claro handicap con respecto a su predecesora y es que ya no sorprende a nadie. Todo el mundo conoce la receta y su impacto, por lo tanto, es considerablemente menor. 

¿Como lidiar con semejante desventaja? Pues lo suyo habría sido incidir en aquello donde más margen de mejora se tenía en relación al filme de 2006, es decir, el guión, el dinamismo argumental, la profundidad de personajes, etc... eso habría sido lo suyo, pero también lo más complicado, y una vez visionada esta “300: El origen de un Imperio”, queda claro, muy claro, que al amigo Murro lo último que quería, era complicarse la vida. Más de lo mismo, en mayores dosis si quieres y a otra cosa mariposa. ¿Le ha funcionado? Bueno, eso ya dependerá de lo que cada uno esperase de la película. Ahora mismo no tengo datos comerciales en la mano, pero más allá de ésto, desde luego que servidor esperaba algo más. 

La historia se desarrolla en paralelo a los hechos acontecidos en el primer filme, dejando de lado a Espartanos (aquí actores secundarios) y centrándose en la madre Grecia, en el intento por parte de Themistocles, general del imperio, de unificar la nación para hacer frente al ejercito persa. La batalla, por tanto, se traslada de las montañas, a las costas de Grecia, un ejercicio bélico sobre escenario marítimo, donde Murro, al menos, demuestra que es bueno emulando a sus mayores, lo cual no se si dice mucho en favor de la marca Snyder. 

Con un guión igual de paupérrimo que la última vez que pisamos Grecia y sin ningún tipo de novedad a nivel de desarrollo, lo único que nos queda es volver a disfrutar del magno espectáculo de fuegos artificiales, decorados preciosistas y batallas imposibles que ya nos regalara la primera parte, más bombástico y pomposo si cabe por el hecho de desarrollarse en alta mar, al tiempo que nos dejamos eyacular sobre la piel, los litros y litros de sangre que la obra pone a nuestra disposición, así como de la sinuosidad de alguna que otra forma femenina, bueno, básicamente de la srta. Green, que en ese aspecto, va sobrada la muchacha. 

Tampoco a nivel de personajes, esta nueva entrega aporta nada nuevo con respecto a su hermana mayor, pues si bien es cierto que concibe a un nuevo ídem de alto calibre (y a falta de novedades, sustento principal del filme en muchos momentos del metraje), como es Artemisia, interpretada por una (como ya he apuntado) bellísima y perturbadora Eva Green, también lo es el hecho de que el personaje principal, Themistocles, no tiene ni un cuarto del carisma del cual hacia gala el inolvidable rey Leonidas. Las gallinas que entran por las que salen. 

Más de lo mismo, ni mejor ni peor, IGUAL.

Lo mejor: Su prólogo a base de fábula épica, de los pocos pasajes del filme donde se nos cuenta algo, sus desmesuradas y repetidas secuencias de acción, una auténtica oda a la violencia y por supuesto, todo lo referente a su apartado visual. 

Lo peor: Su perdida de frescura respecto a la anterior entrega, la saturación (con riesgo de desembocar en indiferencia) que puede llegar a ocasionar en el espectador la propia naturaleza de la fórmula y el hecho de que mi chica, desease ser Eva Green al terminar el visionado, cuando ella, pese a las muchas virtudes de la segunda, es tan o más seductora que la morbosa traidora de Grecia.



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