En esa vorágine que se ha convertido el género del terror con tantos “Found Footage” y “Mockumentarys” es tan difícil encontrarse con una buena película como, siendo francos… (¡¡¡Españoles…!!! Siempre he querido hacer el chiste este, sorry), una propuesta original sin que por ello ambos conceptos sean convergentes, es decir, a veces nos encontramos ideas originales, pero la película es indigna de hasta el peor de los espectadores, o al revés, es potable pero está mas trillada que un chiste sobre Belén Esteban.
Un ejemplo lo tenemos en esta “The Pyramid”. Hace unos meses un cineasta como John Erick Dowdle, alguien que ya había debutado en el terreno comercial con un par de películas al menos decentes, sucumbió a la moda de la cámara al hombro con “Así en la tierra como en el infierno”. El film, como casi siempre pasa en el género, fue recibido por los aficionados –me importa un cuerno las críticas de los profesionales- con buenas y malas palabras, pero fueron las positivas las que finalmente inclinaron la balanza a su favor.
El principal motivo de que la película recibiese el mayoritario respaldo del público fue precisamente esa originalidad de la que hablábamos ya que se introducía en un tema todavía virgen y por explorar –nunca mejor dicho- como el de las expediciones arqueológicas. Salvando las distancias, “Así en la tierra como en el infierno” venía a ser como si a Indiana Jones lo situásemos en un “found footage” moderno.
Pues bien, no tardaron en… en… ¿puedo decir ‘copiar la idea’? y qué mejor que acogiendo a una de las referencias míticas en el mundo de la arqueología, vinculada a su vez tradicionalmente al género del horror como es la egiptología.
El estilo del “found footage” se ajustaba a esa mezcla de documentalismo y aventura como un guante, y sus protagonistas indirectas, como digo, ya no solo son un reclamo para los aficionados más clásicos que crecieron a la sombra de Lon Chaney Jr., Karloff, Lee, el patrio Naschy, Bram Stoker con su “La joya de las siete estrellas” y sus adaptaciones o la recordada “La esfinge”, sino también para aquel tipo de espectador menos experimentado y a merced de los tiempos; y es que, ¿acaso las momias no son otro tipo de muertos vivientes, esos zombies que llenan las estanterías de librerías y los discos duros de los seguidores del género?
En todo caso, y aun poniendo en cuarentena los parecidos razonables de este film respecto al de John Erick Dowdle, cabe recordar que hace unos años -incluso anterior a esa-, concretamente en el 2010, ya se habló de un proyecto parecido nacido de las fuentes del Nilo… digo, del “found footage” que iba a llevar por nombre “The mummy archives” y que iba a dirigir el español Gonzalo López-Gallego, pero del que nunca se supo nada más. ¿Era en realidad este que ahora tenemos entre manos o tan solo se le ha adelantado?
Tras toda esta parrafada más propia de un abuelo Cebolleta –y eso que (TRUE STORY) no he contado la maldición que recae sobre un servidor que me ha impedido hasta en tres ocasiones visitar Egipto…- vayamos ya con la película.
La primera imagen de la misma es ese conocido plano alrededor del logotipo de la “20th Century Fox”, y me diréis, ¡vaya chorrada!; pues sí y no, ya que esto lleva implícitas más consideraciones que las de una distribución a gran escala o medios más generosos como esos que nos permiten ver a bastantes extras en la recreación de la excavación o unos efectos especiales de garantías. Por ejemplo, evitar esos hándicaps habituales en este tipo de producciones en demasiadas ocasiones vinculadas al “amateurismo”.
El primero de ellos es el que hace referencia a su propio estilo y puesta en escena. Uno piensa en un “found footage” y ya está recreando en su cabeza a un adolescente con una cámara casera torturando al espectador con una hora y media de temblores, movimientos bruscos y carreras. Pues bien, por mor de esa naturaleza de producción de primera fila, “The pyramid” pronto se descubrirá como un falso “found footage”, es decir, tendremos imágenes del cameraman de turno, pero no tardaremos mucho en darnos cuenta que en el interior de la pirámide las cámaras se multiplican, ofreciéndonos distintos puntos de vista, y con ello una realización más formal sin tantos meneos ni mareos. Habrá algunos movimientos de cámara toscos para respetar esa subjetividad que busca una imitación de la realidad para resultar creíble, pero nada reprochable al respecto.
El segundo hándicap es el que hace mención a esa abusiva ‘tardanza’ a la hora de entrar en acción. A un mequetrefe le dará lo mismo que su película no empiece hasta la media hora, pero las ‘majors’ para bien o para mal tienen que cubrirse las espaldas. Así, aquí a los 11 minutos ya ha pasado “algo”, a los 15 ya tenemos imágenes del interior de la pirámide y a los 20 tendremos a los protagonistas perdidos en ella. Y si todavía esto os parece mucho –no lo creo si estáis habituados a este tipo de producciones- deciros que esos minutos de presentación encima estarán adornados con detalles tecnológicos –y hasta algún que otro guiño a los ochenta- con los que no sufrir innecesariamente de anodinas presentaciones.
Con estas bases, la película se desarrolla intentando igualmente desvincularse de los que para mí son malos “found footage” o “mockumentarys”. ¿O es que nadie tiene como un servidor esa sensación de que en este tipo de producciones se ha instaurado ese dogma o norma no escrita que he bautizado como el de “Los 10 minutos”, es decir, situar cada 10 minutos un susto o hecho destacado pero entre ellos rellenarlo con diálogos insulsos y/o disposiciones irrelevantes?
Pues bien, en “The pyramid” la cadencia entre sobresaltos o al menos, situaciones destacables, se reduce a la mitad; y claro, que cada cinco minutos pase algo es algo a aplaudir. Pero más allá de un contenido con más o menos ritmo, el film propone más cosas que un correcalles escapando de una momia, precisamente porque… Me callo, que tampoco es cuestión de reventar la sorpresa.
Sin embargo si por una parte la película destaca apoyándose en esa mitología tan típica de estos temas, también sucumbe al no saber darle una conclusión satisfactoria. Algo no tan extraño si se examina su ficha técnica.
La primera noticia que tuvimos de esta producción, así, de ‘repronto’, fue un tráiler en el que se nos vendía como la nueva película de Alexandre Aja. Con trampa, claro, ya que el francesito tan solo ejerce de productor. Tras las cámaras nos encontramos realmente a un tal Grégory Levasseur, más conocido en el patio de su casa por ser amigo de la niñez de Aja y guionista de este en títulos como “Alta tensión”, “Las colinas tienen ojos”, “Reflejos” y la también producción “Maniac”. Este sería un curriculum notable para cualquiera, pero no para un servidor y su natural idiotincrasia, con T, de idioTa. Y es que, sin quitarle mérito, que tres de estas sean remakes pues… dice muy poco de tu originalidad, justo -¡qué casualidad!-, de lo que nos quejábamos al principio, ¿no? No obstante, no solo pierdes un guionista regalándole la silla de director sino que los guionistas de esta, un tal Nick Simon y Daniel Meersand, la experiencia que tienen en el género es más bien exigua, por no decir nula. De tal guisa nos encontramos con uno de esos clásicos desenlaces tan decepcionantes que el mal sabor de boca que a uno le queda, amarga hasta los méritos conseguidos.
Para ir acabando, de terror nada de nada. Un par de sustos y basta. Quien acuda a ella buscando pasar un rato de miedo, terminará hartamente decepcionado. Ni siquiera claustrofobia. Los efectos especiales, por su parte, bien, aunque sin pasarse. En este caso la ambientación le gana la partida al espectáculo. Cualquier serie del canal Sy-Fy puede ofrecerte efectos similares. Los actores, de también andar por casa; algún rostro televisivo reconocible, pero ni como reclamo sirven.
Resumiendo, “The pyramid” es una película entretenida, con ritmo y algunas sorpresas, pero no deja de ser un producto intrascendente y olvidable por no haber sabido darle un remate adecuado. Eso pasa cuando no te tomas en serio lo que tienes entre manos.