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Crítica: Batman Vuelve

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“¿Por qué se ha propuesto demostrar que ese pingüino no es lo que parece? ¿Acaso quiere ser el único hombre bestia de la ciudad?”. Dice el mayordomo Alfred a Bruce Wayne. Toda una frase reveladora de las intenciones del filme, que viene a cuestionar el concepto de enemigo aplicado al resto de personajes.

La película “Batman vuelve” (“Batman Returns”, 1992) comienza con un prólogo en flash-back en el que se narra el nacimiento de Oswald Cobblepot, alias Pingüino (Dany de Vito). En una terrorífica parodia del mito bíblico de Moisés arrojado a las aguas, los Cobblepot deciden lanzar a su recién nacido deforme al río de Gotham, pero la canastilla en la que es colocado el niño va a parar a la red de alcantarillado de la ciudad, hasta llegar a uno de los pabellones del antiguo parque zoológico de Gotham, lugar habitado por pingüinos del zoo, que desde ese momento se convertirán en su única familia.

Treinta y tres años después (la edad de aparición en la vida pública de Cristo), Oswald emerge a la superficie para convertirse en alcalde de Gotham, un alcalde con mano dura hacia el crimen, aunque en el fondo es líder de la siniestra banda del circo del Triángulo Rojo, un grupo de marginados como el organillero, el lanzador de cuchillos o la mujer serpiente, en lo que es una especie de homenaje a “La parada de los monstruos” (Tod Browning, 1932). En principio la ciudad le aclama hasta que Batman desenmascara a Oswald, en apariencia el inofensivo no hombre-no animal que solo quiere encontrar a sus padres, para mostrar a la ciudad las peores intenciones del llamado Pingüino. El personaje parece un calco del Werner Krauss de “El gabinete del Dr. Caligari” (“Des Cabinet des Dr. Caligari”, Robert Wiene, 1920).

Oswald/Pingüino se reincorpora a la civilización como el verdadero Mesías de Gotham con la ayuda del multimillonario Max Shreck (Christopher Walken), quien, tras sus aparentes actos solidarios y sus cuantiosas donaciones públicas, pretende construir una planta industrial para robarle a la ciudad toda su energía. Las referencias bíblicas las vemos hasta en los planes del Pingüino de secuestrar a los hijos primogénitos de las familias de Gotham.

El que Batman desenmascare al Pingüino ante la sociedad se nos presenta como una necesidad del caballero oscuro, en lo que es una especie de terapia acerca de su propia condición. El Pingüino es un monstruo como él, un antihéroe con una imagen deformada de su propia condición. Las preguntas de Alfred son reveladoras del proceder masoquista de Batman, empeñado en sacar a la luz la faz monstruosa de sus antagonistas, cuya existencia carece de sentido sin la presencia de éstos.

La lucha final entre ambos pretende ser una reconciliación del héroe consigo mismo, aceptando su verdadera condición en lo que es una especie de catarsis para Batman. Una vez destronado el falso Mesías, el monstruo Pingüino, Batman se alza como el único y verdadero Mesías de la ciudad de Gotham.

Dos años después de “Batman”, Tim Burton se desvinculó del personaje debido a las presiones a las que fue sometido durante el rodaje del mismo. Cansado y sin nada que aportar, la Warner lo tuvo muy difícil para convencer al director de que se pusiera frente al proyecto de su secuela. Sam Hamm, el guionista de la primera parte, iba a ser el encargado de escribir el libreto pero Burton propuso a Daniel Waters. La Warner, por su parte, acepto al guionista y concedió el poder total sobre el proyecto con tal de que lo dirigiera. Precisamente Waters fue el gran aliado de Burton al que regaló una historia novedosa, basada en el primer tratamiento de Hamm, sin apenas lazos con la anterior película en la que se incluyó al que fue uno de los personajes más interesantes de la filmografía de Burton: Catwoman ( Michelle Pfeiffer). Cabe decir que se eliminó la posibilidad de sacar en la historia a Harvey Dent y a Robin.

La secuela tiene, por tanto, tres villanos: el Pingüino, Max Shreck y Catwoman. Este último personaje aporta la seducción a la historia, en especial en la relación de amor/odio que mantiene con Batman. Selina Kyle, alias Catwoman, es la secretaria solterona y reprimida de Max Shreck. Tras haber descubierto los documentos que comprometen a su jefe, es arrojada al vacío por éste desde lo alto de un edificio sufriendo una transformación. Se convierte en una mujer liberada, en el azote de los hombres machistas, en Catwoman. Ataviada con una máscara de felino y un ajustado traje de vinilo que acompaña con un látigo, ambos de connotaciones sadomasoquistas, patrulla la ciudad hasta encontrarse con Batman; un Batman tan huidizo y ausente, con dosificadas apariciones, como en la primera parte. La ambigüedad del personaje desconcierta. ¿Es héroe o villano? ¿Quién es quién? Lo que sí está claro es que es una víctima de los hombres, hombres como su jefe. También el Pingüino es en parte una víctima. Un villano patético que fue abandonado de niño por sus padres debido a su deformidad y que reclama su derecho a considerarse un ser humano, aunque no duda en convertirse en atracción de las clases burguesas. Entonces, el villano principal, aunque aparece en segundo plano, es el multimillonario sin escrúpulos Max Shreck. El creador primero de Catwoman y después el manipulador del Pingüino. 

Volviendo a la relación de amor-odio entre Batman y Catwoman podemos observar como la máscara sirve a los personajes como objetos de liberación de sus frustraciones interiores, permitiendo aflorar la enorme carga sexual entre ambos desde el primer encuentro. Pero una vez que ambos descubren sus identidades reales en la secuencia del baile comprenden que sin sus máscaras su vida no tiene sentido porque viven marginados y fuera de lugar.

En realidad, por otra parte, “Batman vuelve” no es una secuela, en el sentido estricto, de “Batman”, porque no empieza donde termina el primer filme, los decorados son nuevos -en donde abunda el expresionismo para darle al filme una textura pesadillesca-, el argumento explora aún más la psicología de los personajes y las connotaciones oscuras y tenebrosas, e incluso el traje de Batman es distinto. Nada se sabe de Vicki y su compañero periodista. Batman vuelve y lo hace renovado, aunque sin la espectacularidad del primer film, ya sea porque “Batman” nos sorprendió con una nueva imagen más seria y oscura de lo que se había hecho sobre el personaje en la gran pantalla y en televisión hasta entonces o porque la interpretación de Jack Nicholson sigue siendo a día de hoy (la saga de Nolan la dejamos a parte) la gran atracción de los filmes del Hombre Murciélago.

LA ESCENA: La aparición de Catwoman dando volteretas hasta ponerse a la altura de Batman y Pingüino, y la explosión que le sigue. “Miau”, les dice.

LO MEJOR: El personaje de Catwoman, sensual y peligrosa a partes iguales. La interpretación de Michelle Pfeiffer destaca por encima del resto del reparto. Para el papel de Catwoman también se pensó en Julia Roberts, Melanie Griffith, Sean Young e incluso Madonna.

LO PEOR: Los secuaces del Pingüino están inspirados en el Batman de la serie y en los gustos por el circo de Burton, pero a parte de resultar llamativos son infantiles. Observen los motoristas cabezudos, por ejemplo.



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