Es sabido que el terror, en especial en determinados subgéneros, no precisa de ciertos elementos a priori importantes en esto del cine, para su buen funcionamiento. Es sabido también, que en este sentido, el espectador, debe y suele poner, en un ejercicio de suma generosidad, bastante de su parte para que algunas propuestas consigan llegar a buen puerto. Dicho salto de fe, se convierte en una pieza clave en el engranaje que termina por definir una experiencia cinematográfica de esta calaña. No es menos sabido, pero, que en ocasiones lo que se nos pide, puede resultar tan imposible de dar, incluso por aquellos más ungidos en la generosidad, que no existe posibilidad alguna de negociar la necesaria relación simbiótica entre obra y espectador para alcanzar un acuerdo favorable y beneficioso para ambas partes.
“Final Girl” es un escupitajo verdoso y repulsivo sobre la mesa de negociaciones. Un insulto a aquel que tiende la mano de manera altruista con el único fin de que el sol siga haciendo acto de presencia en cada amanecer y que las cosas sigan estando donde deben estar. En este sentido, no hay duda de que lo que nos propone el debutante Tyler Shields es poco menos que el denominado caos. Un caos declarado de manera unilateral que como no puede ser de otra forma, nos arrastra hacia un único destino posible: la muerte del sol. Y sin el astro rey, y con todas las cosas fuera de su lugar, las cabezas que piensan y entienden, se desprenderán de sus hombros para caer rodando colina abajo hasta precipitarse en un abismo tan oscuro y profundo que ni el mismísimo sol sería capaz de iluminar.
“Final Girl” es también, una de las más legítimas tomaduras de pelo que servidor haya visto en lo que va de año y un ejercicio de anti cine que trasciende a géneros y a buenos samaritanos donde su proyecto de director, el sr.Shields, hace gala de escasa imaginación -algo que sería perdonable de no venir acompañada, de sorprendentes dosis de pretenciosidad- y poco o nulo respeto por el espectador (que no olvidemos, al final es el que paga... algunas veces, al menos) para firmar uno de esos denominados survival, en esta ocasión con tintes thrilleros, que tan bien suelen funcionar dentro el perfil medio-bajo del terror actual y que aquí, a falta de faro, se estrella de manera estrepitosa contra las rocas.
Bajo una puesta en escena tramposa, que intenta jugar al despiste con el ojo más crédulo y sobre la cual el director intenta construir esta gran mentira que es “Final Girl”, asistiremos atónitos a como este telefilme barato de manual, intenta aparentar lo que no es. Para ello, Shields echa mano primero de un par de rostros populares y en especial, se aprovecha del reclamo que representa la presencia de la pequeña miss Sunshine en el reparto. La señorita Abigail Breslin, quien se está convirtiendo ya en una asidua del género (viene de protagonizar el drama zombie “Maggie” junto al ex-gobernator), pone aquí sus rubísimos encantos al servicio de la causa. A su lado otro habitual del género, Wes Bentley. Uno no puede dejar de preguntarse como han llegado a parar los huesos de ambos a tan poco agradecido sepulcro.
La mentira ya está urdida. Tenemos el escenario preparado para la ocasión y tenemos los actores de postín... ¿Suficiente? A poco que uno tenga dos dedos de frente (y no digo que yo los tenga), la respuesta es un no rotundo. Esto es un telefilme y óigame usted, que no sería ni el primero ni el último, pero que no nos quieran vender gato por liebre. Más cuando estamos ante uno de los libretos más bochornosos y mal escritos, que hayan paseado sus vergüenzas por la pequeña pantalla en tiempo ah. Si hablamos de “incoherencias”, creo que nos quedaríamos bastante cortos para intentar explicar, cuan inverosímil y absurdo resulta todo lo que acontece en escasa hora y media.
Hay más. Y no voy a quejarme de ese prodigio de originalidad y frescura que significa su prólogo donde un desconocido misterioso recluta a una joven y solitaria niña de supuesto gran potencial para adiestrarla en el arte de matar... al menos, a la pequeña la han bautizado como Veronica y no como Nikita. Pero lo dicho, no voy a quejarme. Quien sabe si algún fan de la casposa serie de sobremesa de finales de los noventa, podrá encontrar ciertas dosis de nostalgia en este primer tercio de filme... a mi, que la serie creada por Joel Surnow, me deba bastante grima, pues desde luego no sería este el mejor punto de partida para intentar venderme la moto.
Pasado el bochornoso “homenaje” y teniendo además bastante claro a esas alturas que Shields es (o se cree), el listillo de la clase, comienza el despiporre. Nos ponen una botella de Jagermeister junto al guión para ir bajando los párrafos, e igual cuela. Así a palo seco, la historia es otra. Lo voy a decir, “Final Girl” contiene uno de los guiones más estúpidos e inverosímiles que he tenido que sufrir en mi vida. Un absurdo constante plagado de sin sentidos que parece ideado por ese crío de diez años que ha perpetuado una travesura de las que terminan en hostia e intenta argumentarla ante ese padre que ya prepara la mano... pero para ser justos, este marrón no se lo debería comer solo Shields, pues el libreto corre a cargo de unos tales Stephen Scarlata, Alejandro Seri y Johnny Silver. Entre los tres hacen una neurona.
Con semejante hoja de ruta, lo que uno se encuentra a modo de actores, no podía ir por otra linea. Y es que si el guión es lamentable, el nivel de los intérpretes (más allá de los dos nombrados, que cumplen) es de teatrillo escolar. No se ha visto semejante panda de asesinos en lustros. A cual más malo y a cual, más ridículo. Si el objetivo del director era que les deseáramos la muerte a todos y cada uno de ellos, basándonos en altas dosis de vergüenza ajena, hay que decirlo, ahí, lo ha clavado. Cualquier otra pretensión al respecto, solo podría catalogarse dentro de la linea editorial del filme.
Intento que alguien sobreviva. Que no todos mueran al impacto contra las rocas y que al menos, se pueda rescatar a alguien de entre las olas teñidas de rojo sangre... lo intento e igual, podríamos hablar (por hablar bien), de la efectiva utilización del juego dual entre luces y sombras, consiguiendo dar forma a un escenario de corte teatral en lo profundo del bosque, que desde luego habría dado para bastante más que para ver una jovencita pegándose de ostias (sin gracia) con cuatro patéticos esperpentos de etiqueta (que nadie espere ni una miserable gota de sangre o destello de violencia gráfica... ahí la fidelidad con su hermana pequeña de televisión si es encomiable) o de su correcta fotografía, con algún que otro recurso visual bastante logrado, más allá de que solo se utilicen a modo de efectismo gratuito.
Conclusión, “Final Girl” es un telefilme de las tres y media para todos los públicos que aspira a ser proyectado en prime time aunque para ello deba disfrazarse con mil y una caretas y tirar de surrealismo de cartón piedra. Previsible, plano, absurdo, inverosímil y carente del menor interés o ápice de tensión, que se empeña en insultar al espectador a cada paso que da. Además, haciendo gala de evidente pedantería. Vamos, lo que vendría siendo una tomadura de pelo. Para cogerla con pinzas, no se nos vaya a pegar algo.
Lo mejor:¿Estáis de broma?
Lo peor: Hay tanto para escoger, que me da incluso pereza.