Para que nos vamos a engañar, no soy yo precisamente lo que de dice, fan del cine de terror asiático. Se que tiene muchísimos adeptos y que el exitazo en su momento de títulos como “The Ring” (“Ringu”, Hideo Nakata, 1998) o “La Maldición” (“Ju-On”, Takashi Shimizu, 2002), abrió de par en par las puertas del terror que se estila por aquellas tierras, para ser consumido de manera masiva en occidente, pero por más que lo he intentado, los clichés del horror sobrenatural asiático me siguen pareciendo ridículos y absolutamente estériles en su supuesto intento de aterrar al espectador. Niños y demás fauna con la cara espolvoreada de blanco, ojos indiscretos que aparecen en el lugar más insospechado (del interior de una cabellera, a una taza de water), largas melenas que tienen vida propia, maldiciones ancestrales de todo tipo y crímenes ocultos enterrado en el pasado, elementos todos ellos presentes en mayor o menor medida en su cine de manera sistemática, no hacen más que alimentar mi cada vez, mayor pereza a la hora de embarcarme en este tipo de empresas.
“Midnight Hair”, cinta china dirigida por un tal Liu Ning, contiene, como no podía ser de otra forma, muchos de todos estos clichés, para contarnos una historia de fantasmas en principio, muy reconocible. En esta ocasión, combinado quizás con influencias bastante occidentales, pues para dar forma al relato, Ning tira también de otros tantos clichés del terror occidental, en concreto, sacados del género de casas encantadas. Para ello, no duda en coger prestado un lienzo que nos es muy cercano, para pintar sobre él, los horrores autóctonos de su tierra.
Por ello, nos encontramos de entrada con la típica historia de casa embrujada, un escenario supuestamente idílico en medio de las afueras de una gran ciudad, o de una tranquila localidad, vaya usted a saber, en el cual una pareja de enamorados se muda para iniciar una nueva vida juntos. Por supuesto, el tema de idílico tiene poco, y al poco tiempo, la mujer, embarazada, comenzará a percibir una extraña presencia y a experimentar una serie de aterradoras visiones que por supuesto, no serán del todo creídas por su amado, quien comenzará a dudar de la cordura de su en apariencia psicótica esposa.
Como se puede apreciar, es la sinopsis tipo que puede aplicarse a un montón de películas americanas sobre la temática. En “Midnight Hair”, funciona a modo de cimiento sobre el cual ir añadiendo el resto del edificio, todo ese microsistema de chinadas a modo de fantasmas pálidos de negras ojeras y ojos ensangrentados y viejas maldiciones rocambolescas surgidas de no menos rocambolescos hechos del pasado. En este caso, el tinglado gira entorno a una supuesta maldición que tiene que ver con peinarse delante del espejo y con unos pelos largos que salen de no se donde para atrapar a su víctima, haciendo gala de esa filia que tienen por aquellas tierras con las largas melenas (ya lo vimos en lo soporífera “The Wig” hace unos cuantos años). Por supuesto, conoceremos el origen del mal y el porqué de todo lo que acontece en la casa, con todo lujo de detalles.
A todo esto, que ya de por sí suena bastante desalentador, hay que sumar el hecho de que estamos ante una producción bastante cutre, con unos interpretes vamos a decirlo así, “justitos”, y una puesta en escena bastante más rácana de lo que suele ser habitual en este tipo de propuestas. Por todo ello, sobrellevar la función no es algo que esté al alcance de todos, yo mismo, hice un par de amagos de tirar la toalla para dedicar mi tiempo en cosas algo más interesantes, pero no lo hice, y me alegro. Y ojo, vaya por delante que la película es un horror en el sentido peyorativo del término, pero al Cesar lo que es del Cesar y si una cosa tiene “Midnight Hair”, es que al final, consigue algo que no suele ser muy habitual hoy en día o que suele estar solo al alcance de unos pocos privilegiados: sorprender al espectador. Y no solo eso, hacerlo además, haciendo gala de una jeta y poca vergüenza que servidor no había visto en una pantalla en mucho tiempo, por no decir nunca.
El giro final de “Midnight Hair” es... como decirlo, una gran tomadura de pelo que eleva lo ridículo a una nueva dimensión de entendimiento. El espectador, no dará crédito ante lo que el director intenta que nos creamos, y en algún oscuro recoveco, alguna insospechada grieta entre el asombro y la indignación, se irá gestando un inmoral sentimiento de admiración ante lo que está aconteciendo que si bien, no puede hacernos perder de vista el horizonte de la cruda realidad de que “Midnight Hair” es una horrorosa película, no quita que semejante osadía por parte de los guionistas de la obra, no deba ser apreciada como tal. Una explicación no ya rocambolesca (que eso si suele ser habitual), sino completamente IMPOSIBLE y pornográficamente desternillante, hace que las sensaciones al termino del visionado sean muy diferentes de las que debieran.
A veces la cara dura, la jeta y la poca vergüenza, cuando se hace con cierta gracia, resulta hasta simpática. Y eso, es lo que le ocurre a Liu Ning en este caso, que intenta hacernos pasar por tontos, pero con gracia. El tipo sabe que su película es para dar de comer a los cerdos y por ello, no vacila lo más mínimo a la hora de utilizar cualquier subterfugio que tenga a su alcance, como por ejemplo, el hecho de explotar hasta límites insospechados, la generosa anatomía de la exuberante Daniella Wang, la actriz protagonista, quien se pasa el 90% del metraje en camisón, intentando que nos perdamos entre su pronunciado canalillo, por el cual habría que lanzar una moneda para ver si realmente tiene fondo.
Por todo ello, es difícil calificar una película como “Midnight Hair”. Un horror sustentado sobre dos tetas que para sorpresa del respetable, termina destapándose como una delirante vuelta de tuerca al cine de fantasmas, que ni el mismísimo M. Night Shyamalan, se habría atrevido a soñar. Un curioso híbrido entre el terror oriental y el occidental (quizás con aquella estupenda “Lo Que La Verdad Esconde” -“What Lies Beneath”, Robert Zemeckis, 2000- como más reconocible exponente) que deambula entre la inmundicia y la genialidad, con tal desparpajo, que al menos a un servidor, le es imposible darle el “cate”, por más merecido que éste sea, que lo es.
Lo mejor: El discutible pero sincero intento de tapar todas las vergüenzas del filme a costa de la srta. Wang y el desenlace, simplemente, MAGISTRAL.
Lo peor: Todo lo demás. Y digo, TODO.