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Crítica: The Neon Demon

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Rojo, azul, negro. El color rojo simboliza la pasión, la fuerza, el poder. El color azul simboliza la verdad y la armonía. El color negro simboliza el silencio, la elegancia y de nuevo, el poder. La sobre exposición de estos colores, sin embargo, trasladan nuestro ánimo y nuestra capacidad de experimentar sensaciones por derroteros muy diferentes, siendo el rojo lo que nos agita, nos desorienta y nos tiene en tensión, el azul lo que nos deprime y el negro lo que nos intimida. Nicolas Winding Refn hace del uso y del abuso de estas tonalidades un modo de entender el cine, de la misma manera que Argento se sirvió de ellos, el siglo pasado, para ensalzar virtudes y para esconder carencias. Winding Refn y Argento a veces se cogen de la mano y dan largos paseos.

Rojo, azul, negro. Está claro que para lograr un reconocimiento generalizado en el cine en general, y en el de género en particular, la capacidad de generar hypes es directamente proporcional a la intensidad con la que el gran público va a acoger la película. Una película con un hype estratosférico, tendrá críticas estratosféricamente meticulosas para bien y para mal. Será analizado al milímetro y los fallos serán exageradamente criticados, así como serán aplaudidos los aciertos. Esto lo sabe bien el amado y odiado James Wan, o Ty West, por ejemplo. Nicolas Winding Refn, desde mi punto de vista, es el gran hacedor de hypes, eso es lo que le da el chute de energía que necesitan sus propuestas más pausadas. ¿Alguien ha podido escapar al influjo de cada imagen que nos llegaba de "The Neon Demon"? ¿Hay alguien que no creyera que cada imagen que cuidadosamente se filtraba cada ciertos días, era más poderosa que la anterior? ¿No era cierto, que cada imagen aislada podría haber sido un poster promocional por sí misma? ¿Qué podía salir mal con semejante belleza?. Más tarde saldremos de dudas, por lo pronto, lo que debemos saber es que esta inteligencia a la hora de mostrar las profusas imágenes de una forma paulatina, es el mayor logro de Winding Refn, ya que eso es precisamente lo que encierra el significado y el éxito de "The Neon Demon".

Rojo, azul, negro. Hablaba del hype generado por "The Neon Demon", porque estoy convencida de que va a ser una película amada u odiada, pero que pocos serán los que se mantendrán en una posición templada al terminar los créditos. Yo soy una de las tibias y me temo que eso tiene sus pros y sus contras. "The Neon Demon" nace para ser una estrella o para estrellarse, pero no para ser "una más", así que Nicolas Winding Refn , tendrá que perdonarme que no haya querido ser iluminada por los neones y que el demonio me haya tentado, pero no lo suficiente. Este es el punto más incómodo del escritor, cuando no encuentras ni el rojo, ni el azul, ni el negro y entiendes que a veces los ojos que miran no son del color adecuado.

Rojo, azul , negro, púrpura. A estas alturas, no creo que haya debate sobre la capacidad de Nicolas Winding Refn de hacer de la estética de la escena su mejor arma, y que prioriza esa estética al guión. Ese es su tatuaje, la marca indeleble que deja con cada nuevo paso que da. Hablaré de la santa trinidad de Refn para entender que en "Drive", la estética que le dio fama, la banda sonora y el uso de silencios estaba por encima del guión, ya que pese a que la historia era magnética, la fotografía y la forma en que estaba ideada cada escena, se comían el guión, pero la experiencia resultaba fascinante para algunos, y no menos que correcta para otros. Más acusado aún fue "Only God Forgives", donde la estética de la cinta nos dejó perplejos y donde añadíamos estrellas y estrella porque la película era desesperadamente bonita y eso le aportaba una profundidad que en realidad el espectador tenía que poner de su propia cosecha, para desentramar la cantidad de incógnitas que se quedaban en el aire, con un guión que generaba unas dudas que nunca despejaba. Personalmente encontré estas dudas fascinantes y considero que la cinta proporcionaba las suficientes pistas para que el espectador con un poco de intención, reflexionara sobre ellas y completara aquella insólita historia de venganza. Vamos de menos a más, y terminamos con "The Neon Demon", que lo apuesta todo a la imagen, a la belleza, a la estética, a la superficialidad de una historia vacía que no cuenta nada.

Rojo, azul, negro, púrpura. "The Neon Demon" es una historia simple, mil veces vista, una de esas subtramas que aparecen en las películas sobre la ambición, el deseo y la envidia y que se resuelven en media hora. "The Neon Demon" habla de poder, de belleza, de soledad y de muerte, como la mayoría de las películas que vemos a diario, pero lo hace de una forma en la que, como comenta uno de sus personajes, no es la belleza lo que más importa, sino que la belleza es lo único que importa. Como plasmación de esta idea en pantalla, no tengo pega alguna, está cien por cien conseguido. Mi contrariedad viene porque eso lo puedes aplicar a una fotografía, a un cuadro o a una escultura, pero no lo puedes aplicar a una película, de la misma manera que tampoco sería aplicable a una novela. Tenemos claro que hablamos de una película, de una de las películas más esperadas de los últimos tiempos, y no hay historia que soporte la imagen. Decepcionante, cuando menos.

Rojo, azul, negro. Voy a ir eliminando el púrpura que simboliza la vanidad y la extravagancia, y eso ya lo viene implícito en el nombre de Nicolas Winding Refn. "The Neon Demon" es una gran performance que busca una reacción ante la belleza pero que no intenta contar nada más de lo que cuenta, que es muy poco, por tanto, no hay manera de dar complejidad a la historia de Jess, la guapa adolescente que viene del pueblo a la cuidad y fascina a todos con su belleza y su magnetismo, generando todo tipo de reacciones. Se deja al espectador de lado, al no darle la posibilidad de armar una historia mucho más oscura, enrevesada y aplastante, al no proporcionar ninguna herramienta para ello. La película pide a gritos oscuridad, pide a gritos la sutiliza de algún flashback que muestren a Jess en su esplendor, pide a gritos mucha más visceralidad en su tramo final, y eso, me temo, Nicolas, que sale de las tripas y no tanto de los ojos que contemplan tanta y tanta belleza, porque a veces es necesaria la fealdad para generar esa belleza.

Rojo, azul, negro. "The Neon Demon" nos dirige el pensamiento a momentos ya vividos, se podría hablar de muchas influencias, sin duda, "Suspiria" aparece como profesora a la que se le presta toda la atención, pero también "El Cisne Negro", incluso "La Dalia Negra" (curioso esto de los colores), estuvieron en mi mente cuando yo quería que en su lugar estuviera aquello que el demonio neón tuviera que contar y que poco contaba. Una primera hora y media que funciona como un cigarro, aspiras el humo y lo tragas, expulsas lo que el pulmón ya no quiere, te quedas humo dentro y dejas humo fuera, pero no deja de ser humo, que tocas y desaparece. ¿Qué aporta "The Neon Demon" al cine contemporáneo? Realmente entre poco y nada, pues esta forma de plasmar ideas con escenas visualmente sublimes, es el sello de identidad de este director, así que se repite en la fórmula, que ya no es novedosa y me temo que no es capaz de transmitir lo que Jess sí era capaz de trasladar a cada una de las personas con las que se encontraba: Poder.

Rojo, azul, negro. La figura de Jess, y es el elemento más ambiguo, para mi, lejos de ser la Lolita del siglo XXI, es la representación del poder. Hay personas que tienen un magnetismo especial, no se sabe lo que es, ni por qué lo tienen, no son las personas más bellas, ni las más inteligentes, simpáticas o ingeniosas, simplemente tienen algo, esa cosa que hace que te atrapen sin ser consciente. Jess significa ese poder, ese magnetismo, para mi, no hay nada más. Elle Fanning, probablemente lo tenga también y sin duda, es un acierto a la hora de interpretar a Jess, aunque también es cierto que su, con toda probabilidad, cláusula de no enseñar más carne de la cuenta, hace que cierta escena quede vacía y sin sentido, eliminando todo el riesgo de la ecuación.

Rojo, azul, negro. Aparte de un montón de escenas que no aportan nada a la trama, quiero destacar los personajes prescindibles, que funcionan como cebo para atraer personal a la taquilla del cine, pero que uno no termina de entender en un entorno como "The Neon Demon" porque también son humo. Hablo de los personajes de Keanu Reeves y Christina Hendricks, que son los entes de los que se debería huir en toda historia, aquellos personajes de relleno sin los cuales la historia sería exactamente la misma. Añadir este tipo de personajes, así como ese constante interés en alargar de manera exasperante determinados pasajes irrelevantes de las escenas, no hace sino evidenciar la alarmante falta de enjundia de la historia, cuando desde mi punto de vista, la historia misma debería haber sido toda para el único personaje interesante de "The Neon Demon", que es Ruby, la inquietante maquilladora que interpreta magistralmente Jena Malone. El resto de personajes están tan estereotipados que da rabia, rabia por caer en elementos comunes tan poco acertados.

Rojo, azul. Si hablamos de banda sonora, hablamos de Cliff Martinez, afamado compositor y habitual en las películas de Nicolas Winding Refn, con quien se entiende a las mil maravillas. Una vez más, la banda sonora, es el complemente perfecto a la imagen y por sí sola consiste en uno de los elemento a destacar. No es de extrañar que propuestas que se nutren de la forma en lugar de alimentarse del fondo, den una relevancia extraordinaria a la banda sonora así como a los silencios, otro de los fuertes del director Danés. En el caso de "The Neon Demon", los silencios, estas las pausas sonoras, son demonios, pero lo son porque no aportan profundidad, ni enfatizan ningún momento que lo requiera, llegando a terminar por ser aburridos y, una vez más, vacíos.

Azul. Es el desenlace de "The Neon Demon" lo que salva la función, y rellena esa duda sobre su género que plantean las tres cuartas partes del metraje. Bien, ya nos movemos en el thriller, nos adentramos en el terror, por tanto, hay que dar de comer al ya hambriento espectador y en lugar de servirnos un plato poderoso, con fundamento, se nos da de comer algo de carne, pero sobre todo, huesos, y eso nos deja a medias en una función que podría haber sido ovacionada en ese punto y que se queda a medio gas. Ahí nos falta esa visceralidad de la que hablaba. La sangre no sólo tiene que ser el adorno perfecto de una piel pálida. La sangre tiene que brotar para que no nos olvidemos del rojo.

Rojo. Son muchos los puntos de desencuentro con "The Neon Demon", demasiados vacíos narrativos a tener en cuenta, demasiado autoaplauso y autocontemplación, y siento que esta crítica es ya demasiado larga. No obstante no puedo suspender una propuesta como "The Neon Demon" porque me parece una auténtica belleza, y yo también soy superficial en muchos momentos. Hoy es uno de ellos y si bien, Nicolas Winding Refn me parece que no termina de entender que lo importante es que las imágenes estén al servicio de las historias y los guiones y no al revés (y esto le pasaba también al bueno de Argento), también soy consciente de que el color de sus ojos, es el prisma perfecto a través del que ver la belleza de una imagen.

Negro. "The Neon Demon".



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