Toda mujer sabe que llega una edad en la que la pregunta que más va a escuchar es "¿y cuándo quieres quedarte embarazada?", "¿No quieres tener hijos?". Si tu decisión es la de no tener hijos hasta que estés preparada o sientas esa necesidad y hayas pasado ya la treintena, será cuestionada por casi toda la sociedad, que no entenderá que te pierdas el maravilloso acto de engendrar una vida. La sociedad intenta pautar tu camino, lo intenta de todas las formas posibles, pero si una mujer no quiere ser madre, no debería tener que escuchar lo contrario más de una vez en su vida. No todas las mujeres deben ser madres, de la misma manera que no todos los hombres saben ser padres. Dejemos que cada una tome su decisión cuando lo crea conveniente, dejemos de presionar para contrarrestar aquello que consideramos antinatural, porque amigos, hay embarazos que no son naturales, y para eso está Nido de Cuervos, para engendrar cada pequeña nueva vida antinatural y mostraros a la criatura en cuanto abre sus ojitos. Esto es el antinacimiento.
"Antibirth", nace y se nutre con el concepto de "White Trash", buscando el lado más tóxico del ser humano, en el ambiente más alejado del calor del hogar y dentro de un pesimismo aplastante. "Antibirth" es el nacimiento de Danny Perez como cineasta al que seguir la pista. "Antibirth" es una película diferente, sorprendente y desconcertante, a medio camino entre la serie B y el cine independiente y destinada para ambos tipo de público.
La película narra el atípico embarazo de Lou, una drogadicta arrastrada, que no tiene mayor objetivo en la vida que el de seguir un día más con vida. Digo que el embarazo es atípico, porque toda la historia gira en torno a ese insólito hecho, ya que ella no recuerda haber tenido relaciones sexuales desde hace mucho tiempo, y su cuerpo experimenta unos cambios drásticos en poco tiempo de los que seremos testigos en la sombra.
Hablamos de narración y en este aspecto la película hace gala de una continua inconexión, pues no lo pone fácil a la hora de abordar la naturaleza del embarazo en sus tres cuartas partes, más allá de las quejas de Lou (Natasha Lyonne) al respecto, entre cuelgue y cuelgue, y en muchos momentos nos vamos a encontrar perdidos. Desde el inicio, no hay una dirección clara, aunque sí se dejan ver las intenciones, y en este aspecto el espectador, que tiene que poner bastante de su parte para encajar los diálogos dentro de lo que se persigue, tiene que ser lo suficientemente hábil para notar que va a haber una gran sorpresa, y que por el entorno de lo que se nos muestra, va a ser de las que dejan un buen sabor de boca.
Hábil el espectador y hábil el director, que pese a que se despista y divaga a la hora de encajar la historia dentro de una lógica y un orden concreto para hacernos más fácil la vida a la hora de ensamblar las piezas, sí logra engancharnos a la vida de Lou y su entorno, y crear la necesidad de entender qué demonios le está pasando a esta mujer. Mujer que es la antítesis de la heroína a la que coger cariño, pues es borde, fría, desastrosa, y está totalmente destruida. Y es precisamente esa incapacidad de empatizar con una persona así, uno de los mayores logros de la película, ya que te ayuda a meterte mucho más en ese ambiente malsano y bizarro y poder observarlo desde la naturalidad y la distancia, y no desde el cariño y el drama. No obstante, y por la gracia de la actriz Natasha Lyonne, al final encuentras que bajo toda la capa de mierda que cubre a Lou y debajo del asfixiante humo de su pipa de agua, cada vez que ella sonríe, eres capaz de sonreír con ella, pese a que aquí no se tira de humor negro, ni mucho menos.
Avanza la película y seguimos algo desorientados, con la alerta puesta, pero sin tener muy claro si esta es una de esas propuestas que terminan contando algo, o de las que tiran por el camino del libre albedrío y el final abierto, como excusa para intentar una transgresión que por lo general no suele ser exitosa. Aquí y ahora, yo os digo que toda esta desorientación sirve para algo y que pese a lo desconcertante de la propuesta, sí pone un punto y final que deja boquiabierto y que se alza con el premio al final más bizarro que haya visto en lo que va de año.
Tengo claro que no todo funciona como debería, pero que lo que funciona lo hace a las mil maravillas. Lo que no funciona es todo aquello que escapa al control, todo lo que está en la película porque el director no se puso a pensar en ello friamente y en su repercusión para el ritmo tan desigual de la película, porque le parecía buena idea buscar momentos de experimentación, que son totalmente prescindibles, y personajes que no aportan absolutamente nada y que despistan, como es Lorna, a quien da vida una envejecida Meg Tilly, y a la que se mete con calzador para intentar dar luz. Lo malo es que con un guión caótico, más que luz, todo se emborrona más con ella. Este hecho de que haya personajes y secuencias prescindibles, desde luego, lastran un resultado que se las prometía muy felices.
Lo que funciona, es digno de mención y de sonrisa espectadoril, y es lo que inclina la balanza hasta el notable, porque es lo que permanece en la memoria una vez que el show termina. Funcionan las actuaciones a la perfección. Natasha Lyonne, está fantástica como Lou, y la piel de la drogadicta le sienta como un guante, como le sentaba su papel de Deborah Tennis en "All About Evil" o el de Cheryl en "The Rambler". Funciona también Chloë Sevigny como Sadie, y en general son destacables todas las actuaciones, pese a que haya personajes, como decía, prescindibles ( Lorna, Trish, Donna, Luke...) Funciona muy bien la banda sonora. Funciona muy bien tono bizarro y el suspense que va in crescendo hasta el final y funciona extremadamente bien el desenlace.
No es necesario mucho gore porque ese no es el subgénero de la película, no es necesaria mucha violencia explícita, no son necesarias muchas localizaciones, tan solo es necesario crear una atmósfera malsana, sucia, ruda y desagradable y hacer que Lou transmita su condición de deshecho humano. Una vez conseguido esto, ya vamos por el buen camino, ya podemos superar toda la paranoia y dejarla a un lado, para disfrutar de una película diferente que deja una buena sensación tras los créditos finales. Y si por el póster promocional o alguna fotografía que hayáis podido ver, os ponéis a pensar en Polanski, por favor, no lo hagáis. Olvidaos de "La Semilla del Diablo" porque esto es su antítesis. Esto es el antinacimiento.
Lou nunca debió quedarse embarazada, su destino no era ser mamá, pero no tuvo elección. Las que sí lo tenemos y actuamos de acuerdo con esa elección tomada y tenemos que soportar la frase de que se nos va a pasar el arroz cada dos por tres, seguiremos sonriendo con los dientes apretados cada vez que la oímos. pensando en lo que le gusta a la gente meterse en la vida de los demás porque no debe tener otra cosa que hacer. Mejor que se pongan a ver "Antibirth". Pufffff!!!