What the fuck? Puede que para muchos esa sea la mejor frase para definir la película dirigida a cuatro manos por Daniel Kwan y Daniel Scheinert… Pero…¿Qué es exactamente ‘Swiss Army Man’? ¿El fenómeno hype del año? ¿La mayor tomadura de pelo que hemos visto en mucho tiempo o simplemente una genialidad? Vamos a hablar un poco de la cinta de los Daniels y a aportar nuestro granito de arena a la polémica.
En al cuadragésima octava edición del Festival de cine fantástico de Sitges pudimos ver una mas que interesante película dirigida por Ben y Chris Blaine. Esa cinta titulada ‘Nina Forever’ usaba como excusa el género fantástico para hablar de la imposibilidad de superar el pasado. La forma elegida por los hermanos Blaine resultaba tremendamente llamativa y por momentos hilarante pero esta idea jugaba en contra del mensaje final de la película. Si los árboles no dejan ver el bosque, las apariciones de Nina conseguían que el espectador se quedara con la anécdota y no con aquello de lo que verdaderamente estos querían hablar.
Algo parecido ocurre con ‘Swiss Army Man’. El hecho de encontrarnos con un zombie con excesos de gases cuyas flatulencias ocupan una parte importante la historia y con sus constantes erecciones sumado a la gran publicidad generada a partir de su estreno en el Festival de cine de Sundance con, parece ser, abundantes abandonos puede hacer (O probablemente va a hacer) que muchos espectadores se cierren en banda ante la propuesta de Kwan y Scheinert y que a otra gran parte de los espectadores se nos escape aquello de lo que verdaderamente quieren hablar sus directores. Y es que dejando de lado su aparentemente soez punto de partida o la extraña hilaridad de muchas de las situaciones, Daniel Kwan y Daniel Scheinert construyen una historia mucho mas profunda de lo que a priori podemos pensar (Y eso que los directores quieren dejar claro su mensaje desde el inicio de su película gracias a los mensajes que el naufrago Hank ha dejado esperando que alguien le ayude), llena de matices y metáforas que si estuviera firmada por Michel Gondry probablemente habría sido recibida de otra manera.
La sombra del cine de Gondry, considerado por muchos como excesivo, imaginativo y excéntrico eclipsa por momentos a ‘Swiss Army Man’, tanto es así que Daniel Kwan y Daniel Scheinert pueden considerarse desde el estreno de su película como alumnos aventajados del director francés. Escenas y situaciones que parecen extraídas de películas como ‘Rebobine, por favor’ (Cinta con la que ‘Yo, él y Raquel’ guarda bastantes parecidos), ‘La ciencia del sueño’ o ‘La espuma de los días’ (Independientemente del resultado final de la película, tras leer la novela de Boris Vian, Gondry parecía ser el director perfecto para plasmar la historia del escritor francés en imágenes) conforman parte de la cinta de los Daniels de una manera natural (Dentro del propio surrealismo de la historia, claro) dejándonos momentos que gracias al trabajo de sus dos protagonistas consiguen emocionarnos, consiguen arrancarnos una leve sonrisa y sobre todo consiguen que esta película nos llegue muy hondo (De la misma manera que por ejemplo a mi me llegó ‘Donde viven los monstruos’ de Spike Jonze que adaptaba la novela de Maurice Sendak en la que un niño pequeño de nombre Max se escapa de casa para llegar a una isla desierta donde conocerá a un grupo de monstruos. Igual que la relación de Max con Carol me emocionó, la de Hank y Manny consigue producirme una sensación parecida).
Apichatpong Weerasethakul empezó a ser conocido en España gracias a ‘Tropical Malady’. La película dividida en dos partes claramente diferenciadas narraba en la primera la historia de amor de un campesino con un militar mientras que en la segunda el director tailandés narraba la caza de una extraña criatura que habita en medio de la selva lo que llevaba al cazador a sentir el miedo a lo desconocido y a la soledad. El cine de Weerasethakul posee una extraña belleza, un ritmo pausado y una profundidad que hacen que sus películas resulten por momentos demasiado herméticas con las cuales el espectador occidental puede establecer una distancia excesiva. Hablar de ‘Tropical Malady’ al hacerlo de ‘Swiss Army Man’ no es fruto del azar ni del espíritu hipster que puede rodear a ambas cintas si no porque tanto la película de los Daniels como la de Weerasethakul (Esta sobre todo en su segunda parte) plantean ideas bastante parecidas. En ambas cintas nos encontramos ante un personaje aislado en medio de un bosque, selva o isla cuyo viaje le llevará a enfrentarse a su soledad y sus miedos. Representado en esa bestia a la que quiere dar caza (O la cual puede devorarlo a él) o en ese zombie que sirve de ayuda al protagonista y al que a su vez hay que explicarle que es la vida, que es el amor… todo aquello que muchos nos preguntamos que exactamente es y que significa. (Alguna de las frases que Weerasethakul escribió bien podrían formar parte de ‘Swiss Army Man’ sin ningún problema).
‘Swiss army man’ es una película que salta de lo soez a la poesía, del chiste fácil a diálogos que intentan reflexionar acerca de la soledad y del amor, una cinta que usa elementos que pueden ser considerados como propios del realismo mágico. Daniel Kwan y Daniel Scheinert se benefician del gran trabajo de sus dos actores protagonistas. No hay mucho que decir que no se haya dicho ya de Paul Dano. El actor que ha trabajado en cintas como ‘Pozos de ambición’, ‘Pequeña Miss Sunshine’ o ‘La juventud’ consigue hacer creíble a su naufrago obsesionado con la idea de volver a la sociedad, admitir todos sus miedos y reconocer su cobardía. Daniel Radcliffe sigue con su más que loable intención de dejar de lado a Harry Potter, papel que lo lanzó a la fama, y su Manny es uno de esos zombies que son difíciles de olvidar. Cintas tan interesantes como arriesgadas como ‘Horns’, ‘Imperium’ o esta ‘Swiss Army Man’ están consiguiendo que muchos venzamos nuestras reticencias a ver películas protagonizadas por el actor. A veces da gusto reconocer que nos equivocamos con nuestros vetos y este caso es uno de ellos.
A pesar de no haber visto más cintas de las que se proyectaron a concurso en Sundace, el premio a la mejor dirección para Daniel Kwan y Daniel Scheinert me parece más que merecido. Los directores consiguen que con solo dos personajes el espectador no se aburra, consiguen crear una historia emocionante con la capacidad de reinventarse poco a poco. Esperamos que la parte soez de la historia no eclipse a aquello de lo que los directores quieren hablar. Esperemos que todos podamos disfrutar de la belleza de las imágenes. Y esperemos que la candidez y el buen hacer de los actores consigan que todo el mundo se emocione con la historia que Kwan y Scheinert tienen entre manos. Los Daniels consiguen crear dos grandes personajes cuya amistad y relación perdura en la memoria del espectador. A pesar de situar a sus protagonistas en una isla desierta, los paisajes (metafóricamente hablando) que los directores muestran son conocidos por muchos consiguiendo que todo tenga un aroma que sirve para que aquello de lo que nos hablan no nos resulte ni extraño ni raro.
No ha sido deliberado pero si estas líneas son consideradas tan ‘What the fuck’ como la película de los Daniels, siendo que su cinta me ha gustado y mucho (A pesar de que creo que el final resulta demasiado precipitado y rompe demasiado con el resto de la película) me sentiría halagado y creo que esa sería la mejor valoración de esta crítica/análisis. Dejad de lado vuestras reticencias y lanzaros sin miedo a ver ‘Swiss Army Man’, no se si os gustará tanto como a mi pero estoy seguro de que no os va a dejar indiferentes y eso en el arte es ya todo un punto a favor.