Como ya sabemos todos, Mama es la última película de terror que lleva el prestigioso sello de ser presentada por Guillermo del Toro – siguiendo la tradición de películas como El Orfanato (2007) y No tengas miedo a la oscuridad (2010). Mama nos cuenta la historia de Victoria (Megan Charpentier) y Lilly (Isabelle Nélisse), dos niñas cuya trágica historia familiar las deja perdidas en el bosque durante cinco años. Cuando el hermano gemelo de su padre, Lucas (Nikolaj Coster-Waldau, Juego de Tronos) finalmente las localiza, parece que el reencuentro sea el milagro que esperaban, aunque la novia punk-rockera de Lucas, Annabel (Jessica Chastain) no parece estar tan entusiasmada con el cambio en su vida de artista underground a figura maternal. Las cosas empeoran cuando Annabel empieza a sospechar que las niñas no se las arreglaron por su cuenta en la cabaña. Algo las vigilaba y cuidaba de ellas, y sigue vigilándolas en su nuevo hogar, una entidad a la que las niñas llaman (entre susurros) “Mama”.
Algo habitual en estas cintas “Del Toro presenta” es que el famoso director usa su influencia no sólo para apoyar estas historias de terror/perturbadoras que han captado su macabra atención sino también para ayudar a nuevos directores a conseguir sacar a la luz sus primeros trabajos. En este caso le ha tocado a Andrés Muschietti, el escritor/director que concibió Mama como un corto en 2008 en el que se ha basado para hacer el largometraje. Muschietti demuestra tener un gran talento conceptual y visual, y su película tiene un gran empuje gracias a la interpretación (y el talento, valga la redundancia) de la Chastain y las niñas tétricas. Paralelamente a los conceptos y las actuaciones, es la construcción de la película lo que juzga si tenemos la habilidad que se requiere para rodar una cinta; y es en el caso de Mama en la ejecución de la trama donde ésta falla.
En términos de dirección, Mama es un debut fuerte para Muschietti. La fotografía es oscura pero vibra (llena de tonos arcillosos) y las secuencias son todas visualizadas y construidas con medios creativos y punzantes. La mayor parte de la historia está confinada a dos lugares (la cabaña de madera en el bosque donde encuentran a las niñas y la casa donde llevan a vivir a Lucas, Annabel y las crías) pero la manera en que Muschietti elige como usar estos sets y el fino espacio que hay entre ellos es magistral y cautivador casi todo el tiempo. En vez de la típica progresión “tranquilidad de día, miedo de noche”, nos otorga muchos momentos de terror ejecutados a cualquier hora del día usando ángulos y encuadres para ofrecer incluso a los momentos más mundanos (poner una lavadora) toques terroríficos.
Escogiendo usar una siempre presente imagen antagonista (los fantasmas acostumbran a perder su misticismo tan pronto como aparecen en pantalla) y dos criaturas que son más desconcertantes que peligrosas, Muschietti firma por una película que es consistentemente escalofriante, pero pocas veces da miedo en el sentido más puro de la palabra. En el momento en que la película llega a la escena que concluye el embrollo; la cinta en sí ha sufrido la transición de ir de historia de terror a fábula oscura, y cualquier poder que tuviera de hacernos pasar miedo se ha disipado para ser un drama convencional. A pesar del decaimiento del final, Mama es bastante perturbadora.
Cabe decir que la mayor parte de ser desconcertante cae sobre los personajes jovencitos, Megan Charpentier e Isabelle Nélisse –Victoria y Lilly respectivamente. Como la hermana mayor, Charpentier tiene la tarea más complicada de ser la hermana conflictiva, dividida entre las memorias de su vida pasada y su tiempo con ‘Mama’. Esta parte viene a cargo de unas escenas de intensas interrogaciones con el profesor psiquiatra Dr. Dreyfus (Daniel Kash) y momentos de amenaza y vulnerabilidad infantil. Para ser una actriz tan joven, Charpentier, llega hasta el final muy bien. Mientras que Lilly, al haber pasado la mayor parte de sus años de formación en el bosque; no tiene grandes recuerdos anteriores a la cabaña; Nélisse recibe la tarea más divertida de dar vida al niño salvaje indomado, perennemente creepy, gruñendo todo el tiempo – una tarea que parece bordar desde el minuto uno. Lilly te puede hacer reír, hacerte sentir un poco de asco – pero sobretodo te hará perder la cabeza.
Dudo que Muschietti y compañía supieran que su opera prima fuera a tener un nombre tan grande para el momento de ver la luz, pero aparte del poder extra que Chastain trae a la película, su habilidad cinematográfica soporta todos los momentos de la cinta de miedo entre las niñas y el fantasma. Es lo suficientemente buena para que el arco de Annabel entre amargada niñera y leona fiera protectora de sus cachorros sea una línea sólida y narrable que amolda este mito sobrenatural. El mayor problema es que en vez de focalizarse en Chastain y las chicas, Mama en muchos sentidos presenta tres grandes arcos de historia – Annabel, Lucas y el Dr. Dreyfus, y que para el final de la cinta sólo uno de estos arcos ha sido atado correctamente aunque de manera abrupta, otro ha sido abandonado completamente y el último ha pasado de terror a melodrama. Parece que el trío de escritores (Muschietti, su hermana Bárbara y el escritor Neil Cross (Luther)) tenían un núcleo sólido al que fueron añadiendo demasiados pedazos de historias subyacentes.
Con unos 100 minutos de metraje, Mama no es exactamente épica en la longitud que debería tener – sino que muestra esas típicas señales de fatiga y confusión que suelen aparecer en la historias que han sido alargadas de cortos a largometrajes. Mientras que el corto admitía una rápida introducción y liquidar rápidamente los conceptos principales, los formatos más largos de trama requieren un camino y un balance de tiempos y de atención que Muschietti parece no encontrar. Lo que vemos son unos 60 minutos de buena y efectiva historia de fantasmas, que valen totalmente la pena; y otros 40 restantes que se van quedando bastante colgados. Es realmente triste porque la mayor parte de la película se desarrolla muy bien, pero este fallo hace que Mama pase a ser simplemente un entretenimiento, algo que no nos acordaremos de volver a ver nunca más.