Llegados a esta altura del año, el tiempo libre determina nuestra edad y sin duda, la época vacacional es la que nos pone cara a cara con la realidad y decide cuan puretas nos hemos vuelto. ¿En qué momento nos hemos convertido en nuestros padres? Hace mucho años, nuestro mejor plan para vacaciones era juntarnos con los amigos e ir de acampada al sitio mas remoto posible, acampar en un festival de música (¡qué grandes momentos me has dado Festimad!) o acampar cerca de la playa. El caso era acampar y abrasarte viva intentando montar con la mayor dignidad posible la tienda de campaña, que siempre terminaba con forma ovoide. Hoy en día no volvería a entrar en una tienda de campaña ni aunque mi vida dependiera de ello. Mi idea de vacaciones ahora se basa en el descanso, en centrar la mente, en encontrar el equilibrio y la paz interior. ¿En qué momento me he echado veinte años encima?
Puede que sean cosas de la edad o puede que el cine de género me haya enseñado a lo largo de mi vida que las acampadas siempre terminan mal y que las cercanía de las tiendas de campañas son caldo de cultivo para los asesinos en serie. "Killing Ground" no escapa a esa enseñanza y en ella tenemos a una pareja australiana que decide pasar el fin de año acampados cerca de unas cataratas, disfrutando de la naturaleza, la intimidad y su amor. Sabemos lo que pasará más tarde, es sencillo, tan sencillo como lo que nos ofrece la trama de esta película. Es un survival y como tal sigue sus reglas. En este tipo de subgénero, como en el slasher o el torture porn, que no requieren de grandes dilemas que al ser desvelados dejen perplejo al personal, lo que va a determinar si merece o no la pena, es el nivel de incomodidad y tensión al que expongan al espectador.
Podemos estar tranquilos en este aspecto ya que "Killing Ground" consigue mantenerte en vilo, con el desasosiego propio del que se está viendo emocionalmente comprometido con la película la mayor parte de su metraje. Como os decía, la premisa es sencilla y ni en el desarrollo, ni en el desenlace va a haber ninguna sorpresa. La pareja tendrá que hacer frente a los paletos exconvictos de turno que se dedican a cazar por el bosque y que lo mismo les da si es una liebre, un jabalí o una adolescente. El punto fuerte de "Killing Ground" no es dar un paso más en el género, sino converger dos historias temporalmente divergentes en un mismo destino y de una manera tremendamente acertada, que hace que el espectador se inquiete por partida doble. Sin duda bien jugado por parte del debutante director Damien Power, que plantea varias opciones para que la empatía con las víctimas esté asegurada, punto clave en cualquier survival.
El hecho de que tengamos dos líneas temporales diferentes es el yin y el yang de la película, la oscuridad y la luz, la pasividad y la actividad y mientras en una de las historias todo se percibe desde la impotencia, en la otra la incoherencia en las diversas actuaciones de los protagonistas son las que van limando el guión casi hasta el hueso y el hueso, un hueso que temo que es frágil y que va a ser percibido desde el desespero. No destacando en el guión, "Killing ground" tiene que tirar de otros recursos para salir airosa. Recursos como el mencionando malrollo constante que, en parte, nos lleva mentalmente a un bosque inglés que todos guardamos en uno de nuestros oscuros rincones de la memoria llamado "Eden Lake", y sin tener que ver nada una con la otra, la sensación de silencio y vacío que dejaba la película de James Watkins, es compartida en determinados momentos por "Killing Ground".
"Killing Ground" es de ritmo lento, especialmente en la primera parte de la película, parte en la que se nos presenta a los personajes y se nos va introduciendo en la historia. Realmente este ritmo es algo impostado, pues no se necesita, pero sorprendentemente beneficia al film más de lo que cabría esperar y en ningún momento se hace aburrido, sino todo lo contrario, actuando como un perfecto punto de partida donde se va tomando carrerilla para ir subiendo en suspense y tensión. Y con un ritmo no tan ágil como lo que acostumbra este subgénero, creeréis que el nivel de violencia debería ser determinante y elevado y admito que yo también opino que no le habría venido nada, pero que nada mal, pero la carta que se juega es otra, la de la tensión constante que no debe relajarse, por lo tanto la violencia está dosificada y actúa en plano más psicológico que gráfico.
La acción nos sitúa en Australia y desde las antípodas todos esperamos grandes escenarios terrosos, porque "Wolf Creek" nos marcó y somos conscientes. No es esto lo que vamos a encontrar. En "Killing Ground" hay una humedad palpable desde el frescor de un bosque que rodea un pequeño lago, por lo que la fotografía tiene que estar al nivel. Lo está y es más que correcta, al igual que el acertado montaje. Completa la excursión un plantel de actores con solvencia y muy creíbles en sus papeles, que aunque no dejan de ser estereotipos, son exactamente lo que la película necesita.
"Killing Ground" es un thriller de terror apoyado en el survival, que dentro de su sencillez no decepciona y que sin ofrecer nada nuevo, tiene un elemento importante para no ser producto de un sólo uso, el constante juego con las sensaciones y emociones del espectador para que intente ir siempre un paso por delante. Una buena opción en estos días tan calurosos con una cervecita fría en la mano y el ventilador a máxima potencia.
Pronto me iré de vacaciones, pronto intentaré abrir un nuevo camino en mi vida, supongo que lejos de tiendas de campaña, supongo que lejos de playas atestadas de jubilados que corren a las ocho de la mañana como locos a por hamacas o a por la ansiada primera linea de mar, que ya es más valorada que un pozo de petróleo en la parte trasera de tu casa. Supongo que lo que quiero es irme lejos de la prisión en la que se convierte la rutina laboral y lo haré, queridos cuervos, me iré tan lejos como mi mente me permita. Ya no acampo, ya no necesito correr esos riesgos, ahora sigo un poco la dirección que el viento vaya tomando cada día y tampoco hago demasiados planes, pero en este periodo estival, con sus luces y sus sombras, lo que puedo asegurar es que si alguien me grita que corra, en el bosque, correré tanto como mis piernas me dejen. Prometedme que vosotros haréis lo mismo.