Iré al grano: no soy un gran seguidor del combinado terror y humor. Siempre me han gustado dentro del género las diferentes incursiones y experimentaciones en el patrón, los subgéneros, las pinceladas que aportan un punto diferente y se salen del canon. Llamadme serio. Mira que luego si disfruto como un enano con obras del calibre como “Evil Dead”, pero amigos, Sam Raimi sabía lo que se hacía y Mitchell Altieri, padre de éste engendro llamado “The Night Watchmen” no, y si lo sabe, para mi gusto han sido los 80 minutos más desperdiciados en mucho tiempo.
Quiero ser objetivo, dentro de lo que es una crítica siempre personal y subjetiva, pero no me ha hecho ni el más mínimo tilín. Para empezar, desde el minuto uno por lo menos nos dejan claro que estamos ante una parodia, ni siquiera una peli en la que va a ir por un camino y de pronto nos hará reir; es una burla intencionada a las películas survivor, con vampiros, payasos y otros “clichés” del género. El argumento es tan patético, que o estás dispuesto a seguirle el rollo o te pasará lo que a mí, que te dormirás, te despertarás y seguirá la misma caspa intentando cuajar algún chiste para hacerte reír. Nada de nada… La película sencillamente es un survivor dentro de unas oficinas de una empresa. Un buen día unos capullos dejan un ataúd allí por error, los vigilantes (que se supone son los protagonistas) lo dejan pasar y de allí sale un payaso vampiro con ganas de marcha. Infectará a los por allí presentes y los otros intentarán huir. No hay más. ¿Porqué Mitchell no hicisite un corto de tal aberración? Porque 80 minutos han sido demasiados.
Aún poniendo algo de esfuerzo y ganas por intentar comprender el producto, reconozco que alguna de las coñas que sueltan los vigilantes tiene su aquel. El hecho de sacar por allí unas tetas porque sí, unos dientes falsos de plástico en un vampiro, unos trabajadores odiables al cien por cien… de las pocas cosas rescatables para quién no está por la labor de subirse a este tipo de experimentos cinematográficos. Hay que tener muchas ganas, o tomarse la cinta como aquella película para ver con tu grupo de colegas acompañandose de unas cuantas sustancias psicotrópicas. Yo ya estoy mayor para estas cosas.
Valoro el esfuerzo de parte de los actores, alguno de ellos colaborador en la parte del guión, intentando hacer un grupo variado de survivors, con unas actuaciones raquíticas y reguleras, a sabiendas que “como se supone que es una película de serie B y además es de coña, vamos a llenaros bien la taza”. El problema es que puede ser insoportable desde el minuto 1 y convertirse en una tortuosa broma… tanto casi como intentar con ésta crítica sacarle algo positivo.
La banda sonora, como no podría ser de otro modo, unas cuántas canciones de rock y punk puestas a machete, con la intención de meterle algo de velocidad, y de paso tipificar de nuevo lo que estamos viendo.
No me vale que me la vendan como una “gamberrada”, ni siquiera la parte gore, la sangre, está bien hecha, se escurre por todos lados… Mucho hay que aprender de obras como “Braindead”, “Fright Night” o “El regreso de los muertos vivientes”, auténticos clásicos que sí supieron tratar el terror con el absurdo, el toque de humor. Incluso la moderna “Tucker & Dale vs. Evil” (2010) tiene mucho que enseñar a este bodrio, ya que en sus dos personajes hay carisma a rabiar y es una historia que nos engancha y nos divierte verdaderamente. En definitiva, no perdáis vuestro valioso tiempo con “The Night Watchmen”, o sí, si os gusta más “El príncipe de Zamunda” que una verdadera película, con todos sus matices, de terror.
Lo mejor: Que dura 80 minutos en vez de 90. Algún chiste medio decente.
Lo peor: No hay nada que pueda salvar de ésta absurdez, que la venden como tal, y que solo será admisible para alguien con muy pocas ganas de disfrutar viendo una película.
