DC sigue dando forma a pasos agigantados a su propio universo tal y como ya hizo MARVEL en su momento. Ahora que los biorritmos de esta segunda se intensifican para agotarse definitivamente en ese espectacular e inolvidable ocaso que promete ser su guerra del infinito, con el trailer más visto de la historia tras sus primeras 24 horas de vida (sigo sin entender como alguien puede estar interesado en automutilarse con los nocivos adelantos spoileros que la industria tiene a bien “regalarnos” en estos tiempos) y que parece pondrá la guinda al pastel de un más que notable periplo de la compañía en su conquista de la gran pantalla y de las almas de todos aquellos que en una u otra ocasión, hemos hincado la rodilla ante la magia supurada por los Whedon, Gun, Russo´s y compañía. Mucho le queda aun a DC para ganarse semejantes galones pero está claro que después de obras de la espectacularidad de “El Hombre de Acero” (“Man of Steel”, Zack Snyder, 2013), la profundidad de “Batman v Superman: El Amanecer de la Justicia” (Zack Snyder, 2016) o divertimentos banales y cuestionables pero harto entretenidos como “Wonder Woman” (Patty Jenkins, 2017) o “Escuadrón Suicida” (David Ayer, 2016), parece recorrer la senda correcta.
Para erotizar, aunque sea en pequeña medida y esto vaya a terminar en gatillazo, a los habituales haters del universo cinematográfico DC, parásitos ya legendarios que parece ser acompañarán a DC en su larga travesía hacia la luz (o la oscuridad, el tiempo dirá) y que llevan picando piedra desde los albores del tiempo y de seguro lo seguirán haciéndo hasta el mismo fin de los tiempos, comenzaré exponiendo las que para mi son las más destacables flaquezas de la nueva película de DC, “La Liga de la Justicia”, película marcada por la tragedia de Zack Snyder, quien tuvo que bajarse del barco antes de tiempo tras la desgraciada muerte de su hija, siendo Joss Whedon en última instancia, el encargado de conducir la nave a puerto, algo que no obstante, no ha impedido que la película no deje dudas sobre la autoría de la misma, pues pese a todo, Snyder ha tenido tiempo de sobras de dejar su particular y característico ADN.
“La Liga de la Justicia” pasa por ser la secuela de “BvS” y eso, de entrada, ya es un lastre con el que cargar. Es imposible no entrar en comparaciones con aquella y ahí, lo nuevo de Snyder (y Whedon) dificilmente puede competir (¿Quién podría?). Handicap de serie sobre el cual no haremos más valoraciones. Anotado el dato, “La Liga de la Justicia” tropieza una vez más y ahora con más saña, a la hora de presentar a los personajes del filme, algo que Whedon sí supo hacer con bastante buen gusto en sus vengadores y que aquí, vuelve a parecer algo tosco y muy poco harmónico. Ya lo vimos en “BvS” (de las pocas pegas que le pude encontrar) y ahora Snyder repite haciendo un colage poco afortunado que nada tiene que ver con lo que uno esperaría de una producción de esta envergadura y de un cineasta con tanto mimo por el detalle como es Snyder, cuando se trata de dar carne y huesos al papel. En este sentido, “La Liga de la Justicia” se asemeja aterradoramente a “Escuadrón Suicida”, dolencia que si en la cinta de Ayer, resultaba incluso simpática, aquí pide una cura a gritos (espero que una futura y necesaria versión extendida de la película, suture parte de la herida).
La otra gran pega de “La Liga de la Justicia” la encontramos, curiosamente, en su apartado visual. Y digo que es curioso, porque el nivel de los efectos especiales es realmente notable, excelso incluso en algunos pasajes (atención a la épica batalla entre la tierra y las fuerzas invasoras alienígenas), pero recrear a un personaje integramente por ordenador es una apuesta arriesgada y aquí, no hay duda de que se ha perdido. Ya se la jugó Whedon en “Los Vengadores: La Era de Ultrón” (2015), pero resultó que el carisma del personaje le salvó los muebles. Algo, carisma, de lo que no va especialmente sobrado Steppenwolf, villano de la historia, que pese a su buen diseño, se nos termina mostrando como un villano sin alma, que en ningún momento consigue transmitir aquello que debería. En este caso, pese a los constantes esfuerzos de los espectaculares efectos especiales, lo de Steppenwolf parece una batalla perdida.
Y por último y para rizar un poco rizo, podríamos hablar de otra pérdida, en este caso de identidad. Me refiero al murciélago, nuevamente muy bien encarnado por un notable Ben Affleck que no obstante, no consigue ubicar del todo a un personaje que lejos de los tejados de Gotham y en un entorno de corte fantástico y grandilocuente como el que el filme propone, queda algo desdibujado, al perder buena parte de su esencia. Por ello, tengo esperanzas de que Affleck siga encarnando al murciélago en próximas películas en solitario, donde realmente pueda brillar, pues sigo pensando que el personaje le viene como anillo al dedo y en este contexto, no deja de resultar curiosa una frase de la película en la que Alfred (Jeremy Irons) le comenta a Bruce lo lejos que quedan aquellos tiempos en los que sus problemas se limitaban en enfrentarse a pingüinos mecánicos.
Dicho todo esto, no hay ninguna duda al respecto, “La Liga de la Justicia”, con sus peros, es un nuevo pelotazo de DC y un nuevo disfrute de dos horas (espero que más en el futuro) para los amantes del buen cine de superhéroes. Una propuesta continuista en muchos aspectos respecto a “BvS”, aunque con un enfoque algo más “festivo”, lo cual facilitará la digestión de aquellos que se empachan con según que forma de entender este tipo de cine. Aunque una vez más, padres y madres del mundo, esta, NO es una película para niños. Más que nada, porque pese a sus concesiones al espectáculo y la inclusión de bastantes dosis de humor, vuelve a ser una película relativamente densa y repleta de diálogos que dudo mucho sean del gusto de los más pequeños (de hecho y para mi desgracia, doy buena fe de ello).
La película nos deja un buen puñado de cosas buenas y de notas de cara al futuro de la franquicia. Más allá de sus virtudes, monopolizadas por una aplastante puesta en escena a nivel artístico (mención especial a esa secuencia de créditos made in Snyder que tanto recuerda a su gloriosa “Watchmen”), la espectacular partitura de Danny Elfman y el carisma de gran parte de los personajes, las dos horas de metraje dejan claro que Aquaman y su mundo submarino, dan para su propia película (la batalla bajo el agua es otro de los grandes momentos del filme), con un Jason Momoa que poco a poco intenta quitarse de encima su “estigma” televisivo a base de buenas películas, pese a que sus roles no suelan diferir en exceso. Momoa ha dejado huella ya en muchas series (“Stargate: Atlantis”, “Juego de Tronos”, “Frontera”...) y ahora, tras su poca afortunada imitación del ex-gobernator en esa patochada que fue el remake de “Conan”, intenta encontrar su sitio en la gran pantalla. No se si Aquaman será la herramienta adecuada, pero no cabe duda de que el tipo luce en las carnes del personaje y las posibilidades de su universo, son cuasi ilimitadas.
Tres cuartos de lo mismo vale para Ezra Miller, el niño cabrón de “Tenemos que Hablar de Kevin” (“We Need to Talk About Kevin”, Lynne Ramsay, 2011), quien lo borda haciendo de un Flash, que pide a gritos su propia película, tras un paso por la televisión del personaje de lo más regulero, siendo generosos. Flash copa toda la parte cómica de la cinta, en un rol muy parecido al del nuevo Spiderman de Tom Holland en “Spiderman: Homecoming” (Jon Watts, 2017) o al que nos ofreció Mercurio en las dos últimas entregas de la saga mutante, “X-Men: Días del Futuro Pasado” (“X-Men: Days of Future Past”, Bryan Singer, 2014) y “X-Men: Apocalipsis” (Bryan Singer, 2016).
Más reparos tengo con Ciborg, quien si bien aquí goza de gran protagonismo, me cuesta verlo fuera de la zona de confort que le proporciona una historia que parece, en buena medida, escrita para encajar al personaje.
En definitiva, “La Liga de la Justicia” vuelve a dejar constancia de la buena salud del cine de superhéroes. Ahora que la aventura de MARVEL (al menos de momento), parece que llega a su fin, los amantes de este cine podemos dormir tranquilos sabiendo que lo de DC, solo acaba de comenzar y que nos queda cine de superhéroes para rato. Todo un basto universo de posibilidades a explorar que sin duda, de aquí en adelante se traducirá en un amplio menú de grandes películas para todos los gustos y estómagos. Fanáticos y haters tienen cuerda para rato. Épica, espectacular, divertida y por momentos, deudora del mejor “BvS”. Película imprescindible para los amantes del género.
Lo mejor: La épica de algunos pasajes pone los pelos de punta. La secuencia de créditos, un ejercicio de estilo que debería estudiarse en las escuelas de cine, el personaje de Flash y una certeza que ya sabíamos, Henry Cavill es el mejor Supermán que ha dado el cine.
Lo peor: Lo de un Steppenwolf sin carne y huesos no se entiende y el peaje a pagar es elevado. Un Batman algo desdibujado alejado de Gotham, se echan de meno las coreografías de lucha de “BvS” y el evidente tijeretazo que ha sufrido el filme para adecuarlo a aquellos que tanto se aburren con películas largas, lo cual nos deja un montaje, por decirlo de manera suave, mejorable.