“La celda” (“The Cell”, 2000, Tarsem Singh) -”La Célula” en latinoamérica- es una película donde lo visualmente atrayente impera sobre el contenido de una idea en un principio muy interesante pero plasmada en un guión carente de intriga y dramatismo.
Catherine Deane (Jennifer Lopez) es una psicoterapeuta que forma parte de un revolucionario tratamiento con el que puede experimentar lo que sucede en la mente inconsciente de otra persona, incluyendo sus sueños. Hasta este momento, Catherine sólo ha utilizado este método, potencialmente enloquecedor, en un niño en estado de coma con la esperanza de poder curarlo. Pero cuando el sádico asesino esquizofrénico Carl Stargher (Vincent D'Onofrio) cae en un estado de coma similar, con su última víctima todavía viva, secuestrada en una celda llena de trampas, el agente del FBI Peter Novak (Vince Vaughn) recurre a Catherine como su última esperanza para encontrar el paradero de la chica cuya vida corre gran peligro.
La propuesta del debutante publicista Tarsem Singh es presentar un thriller de terror de asesinos en serie surrealista inyectando una energía visual en la que sumerge al espectador en un territorio donde la geografía, la gravedad y la lógica son conceptos relativos. Son los sueños o pesadillas del psicópata la parte del film que magnetiza al espectador. Todo el mundo onírico del asesino se compone de paisajes, decorados, vestuario, efectos de maquillaje, efectos especiales y una colorista iluminación construidos a partir de referencias visuales de artistas como Damien Hirst (la escena del caballo troceado), Joel-Peter Witkin, Romain Slocombe o Pierre et Gilles (la escena del personaje de Lopez vestido de virgen). Por el excelente trabajo de efectos de maquillaje, la cinta estuvo nominada en los premios Oscar del año 2000 al mejor maquillaje.
Ese mundo personal y único proporciona la información justa acerca de los traumas y la bipolaridad del asesino. Lo más llamativo de dicho mundo son los vestuarios que convierten a Jennifer Lopez en un perfecto objeto fetichista de estilo asiático y a Vicent D'Onofrio en un terrible demonio, por obra de la diseñadora de vestuario Eiko Ishioka.
La compenetración entre diseño de producción, dirección fotográfica, diseño de vestuario, maquillaje y efectos visuales especiales queda patente. De repente, ves una parte que es increíble y no sabes o no puedes decidir que es lo que más te alucina. ¿Es la decoración de Tom? ¿El vestuario de Eiko? ¿El aspecto del actor D'Onofrio con el colibrí en la frente y sus ojos teñidos de negro?
La influencia fílmica más directa de la película es “La gran huida” (“Dreamscape”, 1984, Joseph Ruben), en donde un médico entra a un joven para aparecer en los sueños de otras personas a través de la proyección astral con la intención de conocer y diagnosticar los traumas que sufren sus pacientes. A diferencia de este filme, si a “La celda” se le elimina el mundo onírico lo que queda es un filme de suspense y toques de ciencia ficción bastante mediocre, porque ninguno de los personajes tiene profundidad (no termina de convencer las causas personales del personaje de Lopez para participar en el proyecto) y la intriga y el dramatismo es fallido, por no decir casi nulo, como bien comentaba antes.
El mundo de los sueños se divide en el de Eduard, el niño en coma, que compone el prólogo y el epílogo del filme; el de Stargher, el asesino; y el de la propia Catherine. El mundo de Stargher es el más impresionante, especialmente en su primera aparición con estilo de emperador asiático con una enorme capa sujeta entre los muros. Precisamente las imágenes más impactantes están en las incursiones al mundo de Stargher, cuando le enrolla al poli sus intestinos en un palo o la escena de las mujeres convertidas en muñecas diabólicas.
LA ESCENA:Entre las escenas más interesantes está la de la grúa. En la versión americana la secuencia casi no se ve. Los planos importantes se reservan para la versión europea. El malo colgado de los ganchos boca abajo frente al cadáver de una de las jóvenes para así entrar en trance y autosatisfacerse.
LO MEJOR: El mundo de ensueño o pesadilla del personaje de D'Onofrio.
LO MENOS BUENO: Le falta intriga. El guión de Mark Protosevich hace aguas.