El maestro Hitchcock haciendo gala del noble arte de la trampa y el cartón, fue todo un pionero en el denominado plano secuencia en su venerada “La Soga” (“The Rope”, 1948). Hoy, dicho recurso cinematográfico es considerado uno de los grandes fetiches de propios y extraños así como un oportuno placer culpable para todos aquellos cineastas que pretenden dejar rápida y honda huella en la industria y ya de paso, en la taquilla. Desde Wells con su “Sed de Mal” (1958), pasando por “El Resplandor” de Kubrick y el viaje en triciclo más aterrador de la historia del cine, hasta éxitos más contemporáneos como “Hijos de los Hombres” (“Children of Men”, 2006) o “Gravity” (2013), ambas de Alfonso Cuarón. Por no hablar del mundo de la televisión, donde series como “True Detective”, “La Maldición de Hill House” o “Daredevil”, le han sabido sacar punta al recurso para la causa.
“El de Ueda es un viaje angosto y repleto de baches pero minuciosamente guiado desde la sombra”
“One Cut of the Dead” (“Kamera o Tomeru na!”) de Shin'ichiro Ueda llega para desmitificar un poco esa leyenda épica instalada alrededor del plano secuencia y de paso también, algún que otro tópico popular. Para ser concretos, aquella máxima que dice que un chiste pierde toda su gracia cuando se tiene que explicar. Nada más lejos de la realidad a tenor de lo visto en esta comedia zombie de marcada denominación de origen que pese a las apariencias y descorazonadores indicios, se presenta como una de las propuestas más frescas de la temporada.
El de Ueda es un viaje angosto y repleto de baches pero minuciosamente guiado desde la sombra en el cual el espectador es rehén en todo momento de la genialidad del inspirado libreto firmado por el propio director. Como se suele decir, una montaña rusa de emociones, en este caso, más bien de sensaciones, durante la cual, uno experimenta lo mejor y lo peor de cada casa sin apenas darse cuenta, de estar siendo manipulado como una vil marioneta al servicio de los antojos de una historia tan bien concebida y ejecutada, que llega a costar incluso darle ese voto de confianza tan necesario en ocasiones, para que una experiencia cinematográfica llegue a buen puerto. Por ello, “One Cut of the Dead” es uno de esos títulos que requiere de un plus de paciencia si realmente se le puede sacar partido, en una propuesta que más allá de otros escenarios, respira como pez en el agua en un ámbito festivalero, como así fue en el pasado festival de Sitges.
“no cuesta pensar en la película de Ueda como en una clara aspirante a eso que algunos llaman cine de culto”
La comedia zombie sea quizás, uno de los subgéneros más explotados estos últimos años y mucho ha llovido desde que un genial Edgar Wright abriese la veda con “Zombies Party” (“Shawn of the Dead, 2004), catorce años repletos de exploits, clones y degeneraciones de todo tipo que pese a lo que pueda parecer a estas alturas y tratándose además de un cine tan digamos, peculiar, como es el nipón, en ningún momento le pasan factura a la propuesta de Ueda.
Entendido el chiste, “One Cut of the Dead” deja en el espectador sensaciones muy cercanas a las que nos empujó Wright en su día. La sensación de haber visto una de esas películas que por un motivo u otro, terminarán sobreviviendo al paso del tiempo, tanto por indiscutibles méritos propios, como por el momento idóneo, cuasi profético, de su concepción. Por ello, no cuesta pensar en la película de Ueda como en una clara aspirante a eso que algunos llaman cine de culto.
“en One Cut of the Dead nos esperan todos esos histrionismos autóctonos que deambulan entre la autoparodia y la pornografía que son capaces de sacar de la propuesta a más de uno”
No obstante y como suele ocurrir, no todas las bromas, por más genialidad implícita que haya en ellas, son del gusto de todos. El humor es muchas veces, un terreno pantanoso sobre el que pisar con suma delicadeza a riesgo de hundirnos hasta las cejas. Si hablamos de humor japonés, la cosa puede llegar a adquirir tintes dramáticos. Por ello, es también necesaria cierta conexión, o al menos no excesivas reticencias, con el modus operandi y la forma de entender el humor del cine asiático, de lo contrario, lo de Ueda puede tornarse en pesadilla involuntaria.
Y es que en “One Cut of the Dead” nos esperan todos esos histrionismos autóctonos que deambulan entre la autoparodia y la pornografía que son capaces de sacar de la propuesta a más de uno, en especial en una película como esta, donde hay momentos especialmente concebidos para ello y aunque sean a la postre estos, los más susceptibles de rechazo, los que terminan definiendo a la obra en positivo, no todos estarán preparados para ello, viendo sobretodo la poca paciencia que parece instalada en estos días en según que estamentos de aficionados (o no tanto) al género fantástico y de terror. La genial broma de Ueda, esta típica y a la vez completamente rompedora comedia zombie, sin duda supondrá un gran reto para todos ellos. En lo que a mi respecta, reconozco que caí en la trampa desde el minuto uno, me dejé engañar e incluso vejar, por esta genial propuesta que desde ya se ha ganado un lugar de honor dentro del inacabable imaginario zombie, al menos, en lo que al no menos noble arte de hacernos pasar un buen rato se refiere.
Lo mejor: La ejecución está a la altura de la idea. Ambas brillantes.
Lo peor: Saca a relucir algunos de los tics más prohibitivos del cine nipón, por más asterisco que en esta ocasión lleve la frase.