En ocasiones, el destino junta a extraños compañeros de viaje. Somos nuestras circunstancias y nuestras circunstancias muchas veces, suelen ser caprichosas e inesperadas, teniendo como potencial resultado desenlaces que en otro momento, en otro escenario, jamás podríamos haber siquiera imaginado. Pero al fin y al cabo, no somos más que supervivientes y a la hora de hacerlo, de sobrevivir, o al menos de intentarlo, nos aferramos a todo aquello que tenemos a nuestro alcance por inverosímil que sea, agarrarse a un clavo ardiente es una frase muy nuestra que nos define como anillo al dedo. Y de esto va un poco la ópera prima del dúo de cineastas compuesto por Christopher Caldwell y Zeek Earl: “Prospect”.
“la película nos habla de nosotros, de como entendemos el universo debido a nuestras circunstancias y lo que pasa cuando el nuestro se ve sacudido”
Caldwell y Earl adaptan su propio cortometraje homónimo de 2014 para engendrar a cuatro manos y rellenar el receptáculo de todos sus fluidos corporales y darle cuerpo a esta pequeña pero preciosista cinta de ciencia ficción la cual dirigen y también escriben y que en términos estrictamente de historia, rápidamente nos teletransporta al año 1985 y a aquella fabulosa fábula sobre la amistad dirigida por Wolfang Petersen titulada “Enemigo Mío” en la que Dennis Quaid y Luis Gossett Jr. teorizaban sobre las lindeces de un mundo futuro libre del yugo del racismo, aunque tan solo se tratase de una idílica fantasía en petit comité, de un bonito romance de verano antes de regresar a la cruda realidad de nuestra realidad, de la cual por cierto, parece ser hoy seguimos mamando.
Si bien el fondo de la historia que nos propone “Prospect” no es exactamente el mismo que el de la película de Petersen, si existen importantes similitudes de peso entre ambos filmes, pues los dos proponen un canto a la tolerancia, un salto de fe al vacío del perdón, aunque este venga un tanto forzado por las circunstancias y por ese espíritu de supervivencia innato al que hacía referencia. “Prospect” es una propuesta que busca de forma cuasi desesperada ese pequeño halo de luz que hay dentro de cada espectador, ese pedacito de bondad y de empatía hacia los demás que se nos supone de serie y que no siempre termina manifestándose y es que aunque dejando de lado la temática racial tan presente en "Enemigo Mío", la película nos habla de nosotros, de como entendemos el universo debido a nuestras circunstancias y lo que pasa cuando el nuestro se ve sacudido con tanta virulencia que termina por venirse abajo. De ahí, de entre los escombros, de entre la ceniza y el olor a quemado, algo tan en ocasiones folclórico como la amistad, puede convertirse en todo un salvaconducto hacia alguna parte, hacia un nuevo comienzo, una nueva vida.
“un cuento triste, que se vuelve más oscuro cuanto más se atreve a retratarnos, donde los diálogos y los silencios tienen mucho más peso que la propia historia”
Y es que la cinta de Caldwell y Earl también tiene su puntito metafórico, en este caso y continuando con las cenizas, los renacimientos y el ave Fénix, los directores y guionistas aprovechan su pequeño cuento espacial para representar una obra de teatro de guerrilla sobre aquello que suele decirse también sobre la familia, aquello de que uno no la escoge, le toca. “Prospect” nos habla también de los lazos de sangre, que no dejan de formar parte de esas serie de “circunstancias” de las que hablaba y que en ocasiones, más que lazos, terminan siendo cadenas que, al romperse, pueden dar forma a una cantidad ilimitada de resultados pero que podrían definirse en una sola palabra: libertad.
Cierto que el proceso puede ser doloroso, incluso traumático. Que se lo digan a Cee (Sophie Tatcher) arteria principal de esta película de y para personajes, que se verá reforzada por la presencia del chileno Pedro Pascal (Ezra). Ambos de notable alto como no podía ser de otra forma para que una producción de esta naturaleza llegara a buen puerto o al menos, no se hundiera calamitosamente a mitad de travesía y es que hay que avisar, por más pretencioso o cinematográficamente xenófobo que pueda sonar, que esta no es una película para todos los públicos. No lo es en especial, para aquellos que esperen, pese a las apariencias, una aventura espacial al uso. “Prospect” es un cuento triste, que se vuelve más oscuro cuanto más se atreve a retratarnos, donde los diálogos y los silencios tienen mucho más peso que la propia historia y cualquier intento de disfrazar a esta con más fuegos artificiales de los necesarios.
“quitarse el sombrero ante la capacidad de sus creadores por hacernos sentir con cuatro trucos de magia de salón, que estamos a años luz de la tierra y no en el bosque de al lado de casa”
Y que nadie se equivoque, la película es una puñetera pasada en lo visual y sonoro (mágica la partitura de Daniel L.K. Caldwell). Pero la historia es lo que es, poco original, se ve venir de lejos y en ningún momento pretende parecer otra cosa. Bien, se agradece la honestidad, pero también es cierto que ciertas partes, en ese en ocasiones poco agradecido salto evolutivo del corto al largometraje, se notan un tanto estiradas y bueno, ya sabemos que la paciencia y el gusto por las cocciones lentas no es algo que esté precisamente de moda cuando hablamos en clave de cine.
Volviendo a lo primero, sorprende como una producción pequeña como esta, puede llegar a sorprendernos tanto valga la redundancia, gracias al exquisito mimo puesto a la hora de otorgar vida propia a una estética que cogiendo elementos del steampunk, de obras como “Bioshock” (véase el videojuego de Irrational Games) e incluso de las novelas de Julio Verne, puede llegar a aparentar tan sumamente personal. Da gusto recrearse y perderse en los muchos detalles de cada traje, en cada aparatejo absurdo que aquí parece tener todo el sentido del mundo o en la arquitectura retro de las naves y vehículos que romperán, muy de vez en cuando, la hegemonía y dictatorial protagonismo de la fauna alienígena de un remoto planeta vaya usted a saber en que culo del universo. Una vez más, quitarse el sombrero ante la capacidad de sus creadores por hacernos sentir con cuatro trucos de magia de salón, que estamos a años luz de la tierra y no en el bosque de al lado de casa, todo ello gracias a una cinematografía que rebosa elegancia y que al igual que en lo referente al diseño de vestuario, lo cuida todo al detalle.
Si el cerebro humano es el último baluarte analógico que nos queda dentro de un mundo digital, “Prospect” es una rareza a apreciar dentro de un género el de la ciencia ficción que en muchas ocasiones y bajo demanda, ha preferido la brocha gorda al fino pincel. Un buen ejemplo de que no siempre hace falta una historia sesuda con mil y una interpretación (amándolas como las amo) o grandes despliegues de músculos y excesos (amándolos también), en ocasiones, algo pequeño, sencillo, pero cuidado hasta lo erótico, puede convertirse en ese diminuto reducto de dos plazas en el que escaparse de todo y de todos o en ese kit kat onanista si se me apura, en el que dar rienda suelta a tus más oscuros deseos por más mal vistos que estén a ojos de una sociedad que todo lo devora cuando no nada a favor de la corriente. “Prospect” está demasiado bien hecha como para perdérsela, por más restrictiva que parezca intentar ser con aquellos que no la merecen.
Lo mejor: Una delicia visual que aun brilla más pasada por el tamiz de su humilde naturaleza y la química entre Tatcher y Pascal, dan ganas de creérselo.
Lo peor: La historia es entrañable, pero facilona y previsible, sin margen para la sorpresa. La narración lenta y especialmente reiterativa en algunos pasajes, nos recuerda constantemente de donde viene. Como siempre en estos casos, muchos no querrán pagar este peaje.