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Channel: NIDO DE CUERVOS. Cine fantástico y de terror
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Crítica: La Influencia

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Todavía recuerdo “Los sin nombre” de Jaume Balageró. Fue una de esas adaptaciones increíbles, con músculo propio y con capacidad de sentar cátedra en el cine de género patrio. Era un producto intenso, sólido y cohesionado: era todo lo que se podía pedir a una primera película. Que luego el autor tenga un recorrido más o menos regular no es lo que importa, y es que cuando estrena algo nuevo, hay que fijar la atención en él. Las adaptaciones, buenas o malas, siempre tienen ese motu proprio de iniciativa ajena que debe aprovecharse. Es un diamante en bruto. Que lo destruyas o no es otra cuestión. En la adaptación que se hacía de la obra de Ramsey Campbell las cosas fueron bien.


“Desde el primer instante hay cierto ambiente gótico que tendrá una repercusión desigual a lo largo de todo el filme”


De dicha película tenemos que dar el salto a “La Influencia”. Ambas comparten dos elementos fundamentales: el primero, que son adaptaciones homónimas del mismo autor; el segundo, que es un director con su primer producto en sus manos. Ante esta tesitura, las posibilidades de disfrutar de una nueva producción en España eran altas, y muchos estábamos alucinados con el tráiler. Y malditos tráilers. Uno nunca se acostumbra a verlos con sospecha o, literalmente, no verlos. Su acercamiento a productos de la talla de Wan eran más que evidentes en esos minutos de metraje, y uno guardaba la esperanza de que esos sustos tuviesen un sentido, un por qué, una disyuntiva clara que fuera a garantizarnos unos valores de producción puestos al servicio de la calidad y no la reiteración. Maldita reiteración.

“Influencia”, de Ramsey Campbell, fue uno de los últimos libros que he leído del autor. Aterrizó por casualidad en mis manos en una biblioteca pública hace algunos años, en ese momento en que devoraba todo lo que el novelista británico había publicado. Me pasó (pasa) lo mismo con Stephen King. Hay determinados autores fetiche a los que uno no puede obviar. Necesita leerlo todo, vislumbrarlo todo. En esa tesitura devoré la novela, que nos pone en una situación muy interesante en la que veremos como la decrepitud y el odio trascienden la vida, devorando las entrañas del infantilismo y casi vampirizando la personalidad de una de las protagonistas. En realidad, y sin entrar en demasiados detalles para que os animéis a leerla, es un relato que habla de la dureza de la soledad y de la corrupción de la ancianidad y de lo finito, de las ansias de seguir perviviendo a cualquier coste. Todo ello está representado de una u otra manera en la película, que intenta acogerse al espíritu de la novela con ese ambiente turbio, cerrado y familiar en el que se desarrollan todos los acontecimientos.


“un guion defenestrado por una manipulación de la trama del libro que no acaba de llegar a buen puerto”


Siguiendo el hilo del guion, la película cuenta la historia de Alicia, que vuelve a la casa de la que tuvo que huir cuando era niña. Lo hace acompañada de su marido y su propia hija, Nora, sin percatarse de que tendrá que volver a enfrentarse a ese pasado oscuro que provocó su salida. El argumento es clásico, define muy bien el convencionalismo de casas encantadas y lo traslada al núcleo de la crisis familiar. Esa es la parte buena, y procede naturalmente de la novela que adapta.

A partir de aquí, las cosas comienzan a ponerse un poco turbias. La película comienza bien, situando el argumento claramente y mostrándonos sin ambages el punto de partida. Desde el primer instante hay cierto ambiente gótico que tendrá una repercusión desigual a lo largo de todo el filme; en algunos puntos surge natural, con claroscuros bien trabajados en los que la iluminación y los planos provocan ese contraste decadente tan propio de este tipo de ambientaciones. Sin embargo, en otros momentos es provocado con demasiado descaro, asumiendo determinadas escenas que no pegan ni con cola con ese ambiente tétrico, que se ve desdibujado cuando la película se queda sin ideas y comienza a provocar una concatenación de escenas sin mucho sentido en las que se pretende perturbar por perturbar. Si ya eso echa para atrás, más lo hace un guion defenestrado por una manipulación de la trama del libro que no acaba de llegar a buen puerto.

Lo de las escenas que se realizan desde el asustar por el asustar con golpe musical grave de por medio y cierto momento de tensión es algo inherente a toda esta amalgama de filmes que comenzaron a surgir en torno a “Paranormal Activity” e “Insidous”. Para muchas personas, entre las que me encuentro, es el Gran Mal de la industria del cine de género. Si se hace con acierto, todavía el jump scare tiene cierto aire de salvación. Pero aquí siquiera se lleva con rigor: predecibles, innecesarios en determinados momentos y su puesta a favor de generar interés provocan hastío y hasta risas. Se escucharon muchas risas en el cine. Otra mala señal, cuando el argumento debería ser tan trágico.


“El ritmo no existe, la historia no se explica claramente y tan solo se salvan determinados momentos, bastante copiados de otras películas”


Más allá de los retoques que se han hecho vía adaptación y que no han sumado a que la historia se cuente mejor, todo está lleno de errores y situaciones inverosímiles. La incoherencia se paga caro en el cine de terror, y esta se encuentra repleta de fallos, momentos forzados hasta la incomprensión y, hasta cierto punto, incredulidad. Los comentarios en susurros fueron habituales. Más malas señales. Cuando el ambiente gótico y esa recreación escénica funcionan a ratos y cuando los sustos provocan risas, tienes que apegarte al guion, el pulso narrativo y las interpretaciones.

En esos tres puntos, la película vuelve a suspender. El guion está enteramente desgranado por lo forzado, lo insulso y hasta lo inimaginable, en una auténtica y flagrante muestra de no conocer absolutamente nada de lo que precisa una buena película de terror. El ritmo no existe, la historia no se explica claramente y tan solo se salvan determinados momentos, bastante copiados de otras películas, que logran dar la talla. Las interpretaciones rallan lo histriónico, están sobreactuadas en todo momento y no logran dar credibilidad. Y en una novela gótica, la credibilidad de lo que se está contando es fundamental. Imagínense en una película. “The Logders”, por citar un ejemplo, ponía al servicio del terror una tensión dramática bien conseguida. Aquí es todo lo contrario.

En definitiva, “La Influencia” no pasará por estar entre las opciones recomendadas del cine de género patrio. Es una pena, porque adaptaba una buena novela, pero al llegar los créditos, solo puedes pensar esa frase tan manida que ilustra muchos aspectos de nuestra vida cotidiana: donde no hay, no hay.



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