El cine de terror no tiene tantos ejemplos como pensaríamos de filmes relacionados con barcos abandonados. Incluso cuando los elementos que componen este contexto resultarían muy interesantes por las sensaciones que ofrecen (soledad, desamparo, peligro constante en un lugar alejado de todo, etc.), posiblemente los presupuestos para mover producciones en condiciones hacen que más de uno se lo piense. Sin las cifras exactas, es bastante probable que “Ghost Ship” sea una de las que más dinero puso en la mesa (nada más que hay que ver el metraje para comprobarlo, entre reparto y efectos). Su resultado fue desigual, cosechando unas críticas flojas pero un éxito bastante gordo en recaudación.
Existieron otras películas anteriormente con una temática pareja. Incluso que compartieron título, como la “Ghost Ship” de 1952, producción inglesa y dirigida por Vernon Sewell, de la que no puedo dejar de recomendar “The Crimson Altar” (1968) con Boris Karloff y Christopher Lee. El argumento de la película de Sewell tenía yate, posesiones y una intriga constante por desvelar su trágico misterio. Más relacionada con el argumento estaba “Death Ship” (1980), en la que un crucero se ve arrollado por un misterioso barco fantasma que choca con el mismo, amenazando con acabar con la vida del mismo. Pura serie B del momento con un presupuesto demasiado orientado a los escenarios y menos a los efectos, bastante deficientes.
“Se invita al espectador a un guion en el que vamos asumiendo que hay más de lo que nos cuentan y que promete trama interesante”
Y para no detenernos demasiado en este recorrido histórico, tenemos que mencionar “Virus” (1999), protagonizada por una Jamie Lee Curtis en estado de gracia en una película bastante lamentable. Es curioso que solo pasasen tres años entre esta y “Ghost Ship” (2002), pues en ambas el guion inicia un camino prácticamente idéntico: remolcador halla barco grande, remolcador piensa en cuánto dinero puede pillar por arrastrarlo, barco grande tiene cosas muy chungas dentro. Naturalmente, lo chungo difiere, tanto como la resolución, pero no deja de ser algo tan próximo que llama la atención.
"Ghost Ship" está dirigida por la misma mente de esa película tan extraña como perturbadora: “13 Fantasmas” (2001): Steve Beck. Tan solo un año antes llegaba está alocada película de terror con algunos gags y pinceladas de humor negro que acompañan en esta cinta, de la que comparten absolutamente un estilo de dirección muy propio. Desde luego, ambas vinculadas a ese terror palomitero y tendencia que abrió “Destino Final” (2000), en la que todos los ingredientes propios del cine de género de su época estaban expresamente orientados al consumidor medio para ofrecerle una sesión de terror con algo de risas, buenos efectos y algún que otro sustillo.
“Lo interesante que se plantea es concebir al barco como asesino, al más puro estilo The Haunting, pero la inverosimilitud de algunas situaciones y lo forzado de otras lo lleva a ser una copia más”
Precisamente, esa es la forma en la que empieza: con una escena inicial bastante rompedora, casi perturbadora, que llama la atención por lo esperpéntico de su resultado y el misterio que rodea a la misma. Se invita al espectador a un guion en el que vamos asumiendo que hay más de lo que nos cuentan y que promete trama interesante, aunque esta luego se vaya deshaciendo en multitud de momentos inexplicables que no conducen a nada, y que llevan irremediablemente a que nos frustremos cuando vemos que hay demasiadas cosillas gratuitas que chocan frontalmente con el inicio. En cierta medida, la película te engaña con esa secuencia, por muy bien que esté.
Toda la película tiene una estructura slasher de manual: presentación de personajes, presentación del objetivo, amenaza del enemigo, momento cumbre de los personajes (la diversión, en este caso, es encontrar un cargamento de oro en el barco varado), inicio de las muertes y final lleno de tensión. Lo interesante que se plantea es concebir al barco como asesino, al más puro estilo “The Haunting” (1999), pero la inverosimilitud de algunas situaciones y lo forzado de otras lo lleva a ser una copia más de un sinfín de productos parejos, además de ofrecer un elemento sobrenatural bastante inexplicable (me refiero especialmente al caso de la niña, que queda un poco el aire).
“Una estructura clásica, un ritmo decente, un guion bien planteado a nivel general, interpretaciones que cumplen y unos decorados bastante trabajados”
Su duración juega a favor (poco más de ochenta minutos de metraje), y las interpretaciones no están mal. La única mujer del grupo (Julianna Margulies, famosa por su interpretación en “The Good Wife”) será el timón de la película, aunque para ello tenga que lanzar todos los gritos habidos y por haber. Le acompaña en el reparto Gabriel Byrne (el padre en la famosa “Hereditary”, en un papel brutal) y varias caras reconocidas de la época. No hay actuaciones que sorprendan, pero hoy en día es tan importante eso como que al menos cumplan, algo que sucede.
Una estructura clásica, un ritmo decente, un guion bien planteado a nivel general (aunque fatalmente llevado en su último tercio), interpretaciones que cumplen y unos decorados bastante trabajados son los elementos que definen “Ghost Ship”. Hay momentos muy forzados, hay instantes que ofrecen más risa que otra cosa, pero es una película recomendable para domingos de sofá. Y no ha envejecido tan mal como otras en estos casi veinte años que van desde su estreno. En su liga es un filme, cuanto menos, de aprobado. Y hoy en día decir eso no es poco.