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Channel: NIDO DE CUERVOS. Cine fantástico y de terror
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Crítica: Brahms: The Boy 2

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En ocasiones, una retirada a tiempo es una victoria. Y que uno a quien le gusta el cine de terror diga esto, tiene delito, lo se. La historia del género está repleta de grandes secuelas, pero no es de ellas de lo que hoy hemos venido a hablar aquí. Hoy la película va de hacer caja, de explotar el éxito de ayer aunque ello signifique hacer el ridículo hoy y perder, quien sabe, el crédito mañana. Hablo evidentemente de William Brent Bell, quien repite en la dirección de esta “Brahms: The Boy 2”, secuela directa de su refrescante predecesora, “The Boy” (2016).


“Demasiado genérica como para ganarse el favor del espectador pese al embriagador aroma de los réditos de antaño”


Y aunque es el valor y la intención, algo que suelo valorar sobremanera, en ocasiones, los temerarios, terminan colgados por las pelotas. Bell lo intenta, incluso vuelve a probar suerte con el ingenio de Stacey Menear, quien ya escribiera el libreto de “The Boy” con tan buen gusto. Pero ni con esas. Tanto la dirección como el guión, sucumben aquí ante la imposibilidad de hacer evolucionar hacia alguna parte no ya coherente (no es algo que se le deba exigir a según que tipo de propuestas), pero sí interesante, la historia del anterior filme.

Y es que era realmente complicado darle continuidad a una película que basaba casi el 100% de su encanto en el elemento sorpresa, en su espectacular giro final, con permiso de “Eli” (Ciarán Foy, 2019), uno de los más locos y deliciosamente imposibles de los últimos tiempos. Sin él, el elemento sorpresa, “The Boy” hubiera sido una película de muñecos malévolos más, una “Annabelle” del montón y, por desgracia, es en lo que ha terminado degenerando esta voluntariosa pero, me atrevería ha decir, desastrosa secuela. Demasiado genérica como para ganarse el favor del espectador pese al embriagador aroma de los réditos de antaño, los cuales nos invitan a lo largo de todo el visionado a esperar lo imposible, para terminar dándonos de morros con la cruda realidad de una historia que termina varada mucho antes de llegar al puerto deseado.


“el muñeco de marras lo pone todo de su parte para que a base de clichés (y rozan la pornografía), no haya nada que se aleje lo más mínimo de la receta homologada”


Es francamente decepcionante ver como Stacey Menear, incapaz de repetir semejante pirueta mortal, se ha decantado por la opción más fácil. Apostarlo todo a una fórmula tan antagonista del sui géneris que al menos (pensaría), de no poder contentar al espectador de paladar más exclusivo, poder venderle el alma a los apetitos menos “especializados”, subestimando creo yo, a un tipo de público, que a estas alturas y pese a esa amplitud de tragaderas que otorga el carácter ocasional, empieza a estar también cansado de un tipo de películas, que hace tiempo saturan las arterias de las salas comerciales.

Katie Holmes toma el relevo de Lauren Cohan como sufridora heroína, rol tronado primo hermano de su participación en “No Tengas Miedo a la Oscuridad” (Troy Nixey, 2010) y que deja también un regustillo amargo extra, por lo rutinario que resulta el papel que la industria del cine, del terror en este caso, otorga a progenitores en este tipo de terrores familiares. La madre, más perspicaz, más sensitiva, es la que siempre lleva los pantalones en la casa a la hora de descubrir los hechos que acontecen, mientras, el padre, es un tontoelculo que no se entera ni del nodo mientras el mal campa a sus anchas ante sus narices. En una época donde los roles de género han evolucionado tanto, estaría bien que Hollywood actualizara un poco según que dogmas, al menos, no veríamos siempre la misma película y eso que en este caso concreto, el muñeco de marras lo pone todo de su parte para que a base de clichés (y rozan la pornografía), no haya nada que se aleje lo más mínimo de la receta homologada.


“Clichés del cine de terror mainstream, personajes que bordean peligrosamente la auto-parodia y un giro final que ni está, ni se le espera”


Y si a la pequeña Bailee Madison, volviendo a la película de Nixey, daban ganas de adoptarla (lo cual nos solidarizaba más si cabe con su causa), a Christopher Convery, dan ganas de invitarle a una raya de coca o darle un chute de desfibrilador a ver si despierta y es capaz de transmitir algo. Su personaje podría asimilarse a la actividad diaria de un tubérculo o de una seta y su binomio con su compañero de fatigas de cerámica no termina de ofrecer los frutos deseados. La relación se antoja forzada, pero el problema no es tanto ese, como la evidente falta de química, si bien se que esto puede sonar un tanto raro tratándose de un niño y un muñeco.

Creo que habiendo sufrido ya lo que no está escrito con tres entregas de la saga “Annabelle” (vale, si apuramos, la segunda entrega sería tolerable) y otros tantos muñecos de segunda, como el infame “Robert the Doll” (y lo de esta saga sí que debería estar estipulado en el código penal), el encanto que pueda tener una película como esta “Brahms: The Boy 2”, se me antoja complicado de encontrar. Mismo director y misma guionista para dos propuestas que no tienen absolutamente nada que ver, ni en concepto ni en ejecución. Clichés del cine de terror mainstream, personajes que bordean peligrosamente la auto-parodia y un giro final que ni está, ni se le espera (aunque algunos no pierdan la esperanza hasta el último aliento). Las frases hechas no tienen mucha cabida en esto del cine, pero en este caso, lo de “segundas partes nunca fueron buenas”, no es solo una certeza, también un aviso para navegantes.

Lo mejor: La presencia de un coloso de la interpretación como Ralph Ineson...

Lo peor:… aunque termine superado por las circunstancias. Y el decepcionante “nuevo” enfoque respecto al filme original.



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