Rara vez me irrito con una película (creo que mi última vez fue con “3 From Hell” del irreconocible Zombie), pero si algún mérito he de otorgarle a la película de Renaud Gauthier es justamente el de haber conseguido sacarme de mis casillas. “Aquaslash” no es solo una experiencia cinematográfica de tercera, también representa lo peor de este género, no tanto por lo que ofrece (o mejor dicho, no ofrece) como por pensar que el aficionado al terror puede tragar con semejante basura. Para mí, no existe mayor pecado capital que el de querer hacer pasar al espectador por tonto y en eso “Aquaslash”, sienta cátedra.
“Lo realmente duro de una película como Aquaslash por encima de cualquier otra consideración es su incuestionable naturaleza de estafa”
Un parque de atracciones acuático y un sádico asesino que quiere manipular un tobogán para cargarse al personal. Esa es la sinopsis de “Aquaslash”. De ella, está claro que uno no puede esperar precisamente un ejercicio de estilo o una oda al arte cinematográfico. Lo que sí puede o debe esperar, es un desenfadado chute de sangre, así como una más o menos acertada revisión de los lugares comunes de este tipo de productos destinados a un espectro de espectadores tipo de lo más específico. Sin ir más lejos y hablando en clave de actualidad, aquellos que son capaces de disfrutar con algo como la resucitada “Sleepaway Camp” (Robert Hitzik, 1983).
Películas horribles las hay acechando en cualquier esquina y desde luego no son patrimonio exclusivo del género de terror (pese a que algunos se empeñen en querer vender esa moto de manera sistemática a modo de desprestigio). No, no es ese el principal problema de la propuesta de Gauthier. Lo realmente duro de una película como “Aquaslash” por encima de cualquier otra consideración es su incuestionable naturaleza de estafa. Puedo entender que una serie de alineaciones astrales tales como la falta de recursos y la falta de talento, den como resultado una experiencia de esta calaña, lo que no se puede consentir es que te vendan la burrada de turno, tan válida como cualquier otra y como digo, con su mercado y público tan respetable como cualquier otro, y luego resulte que de sus miserables setenta y cinco minutos de metraje, no aparezca una sola gota de sangre hasta sus últimos quince.
“Es tras ver cosas como esta, que uno reflexiona y le da el valor, enorme valor, que tiene una película como Piraña 3d de Alexandre Aja”
¿Cómo puede rellenar una película tan limitada como “Aquaslash” la hora restante? Evidentemente, no puede. ¿El resultado? Una hora de post-adolescentes haciendo lo que mejor saben hacer, el gilipollas, con el añadido de una lamentable dirección de actores... bueno, una lamentable dirección en general (a Gauthier habría que exigirle que entregase su carné de director en la oficina más cercana a su domicilio y dejarlo solo en libertad bajo promesa de no volver a acercarse NUNCA a una cámara de vídeo).
Es tras ver cosas como esta, que uno reflexiona y le da el valor, enorme valor, que tiene una película como “Piraña 3d” de Alexandre Aja. De acuerdo, hablamos de presupuestos antagónicos, pero es que más allá de eso, más allá del dinero, exista una variante llamada talento que es la que al final termina inclinando la balanza de un lado u otro. El slasher de los ochenta nunca fue sinónimo de presupuestos millonarios y en cambio, fue capaz de ofrecer excelentes divertimentos a base de todos estos ingredientes que aunque hoy, luzcan desfasados e incluso de mal gusto, en su momento, en su contexto, eran absolutamente válidos y más importante aun, patrimonio de una forma de hacer y entender el género. Basar hoy una película en la explotación de la figura femenina entiendo puede resultar ofensivo (o sencillamente, ridículo) para según que espectadores, pero volvemos al quid de la cuestión, si lo vendes, hazlo. Pero es que Gauthier no es capaz de cumplir con eso para con su parroquia. Por más vulgar que pueda sonar, en una propuesta como esta, no sangre, no tetas, no party.
“no solo es una propuesta engañosa y horriblemente ejecutada, es un insulto al género en cualquiera de sus formas”
Quince minutos... y bueno, que tampoco espere nadie la matanza del siglo. Que por aquí no anda el bueno de Aja agazapado esperando a saltar a la yugular del incauto. El prometido festín de “Aquaslash” se limita a un puñado de maniquíes trozeados en un tobogán de feria ambulante y cuatro chorros de tinta e incluso ahí, las víctimas, cuando nos las enseñan que no es siempre, palman con desgana. Un delator plano general final en el cual dos de los “actores” chapotean sentados al borde la piscina como si la película no fuera con ellos en medio de un mar de sangre y miembros amputados, habla mucho de la “seriedad” del proyecto.
Si prometes una película de las de antes, un slasher burro a base de violencia gratuita y explotación femenina, perfecto, hazlo. Nadie te exigirá nada que no se ciña al formato. Ahora, cuando intentas tomarle el pelo al personal bajo la falsa creencia de que este tipo de espectador tragará con todo, estás faltando al respeto de este y de una forma de entender el género que tantos y tantos grandes títulos y momentos nos ha dejado a lo largo de su historia. No vale todo para vender tu producto y como reza el dicho popular: “Manolete, si no sabes torear pa qué te metes” (por más asco que me de hacer un símil torero, que me lo da). “Aquaslash” no solo es una propuesta engañosa y horriblemente ejecutada, es un insulto al género en cualquiera de sus formas y más gasolina para aquellos que de forma sistemática, intentan desprestigiarlo. Respeto señor Gauthier, respeto.
Lo mejor: El retrato que hace de la juventud de hoy, aunque pueda parecer una descerebrada parodia, mucho me temo que es aterradoramente certero. De largo lo más perturbador del filme.
Lo peor: Eterna, insufrible, mal actuada, mal dirigida, sin gracia y lamentablemente SOFT en todos sus contenidos festivos. Quince minutos de pseudo-casquería no justifican su insultante hora previa.