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Channel: NIDO DE CUERVOS. Cine fantástico y de terror
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Crítica: Son

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KRUEGER NOS HABLA SOBRE ESE BUEN AMIGO DEL FANTÁSTICO QUE ES EL DIABLO Y EL CULTO DE LAS BUENAS GENTES QUE LO ADORAN


Póster de Son de Ivan Kavanagh
Con Satán (o sucedáneos) todo mejora ostensiblemente. Desde infantes hasta la música, desde embarazos hasta misas; cuando algo tiene cuernos, rabo y peste a azufre, la diversión siempre aumenta y todo resulta más sano. Cualquier persona con dos dedos de frente (y tridente) estará de acuerdo con dicha apreciación y si no…¡a misa! 


“una película de terror, sin cortapisas de segundas lecturas ni rasgos irónicos, algo que a un género al que demasiado a menudo se le quieren buscar las cosquillas, le sienta de maravilla” 


Emile Hirsch y Andi Matichak en Son
“Son” (Ivan Kavanagh, 2021) es una propuesta que nos llega de Irlanda, dispuesta a aumentar la saludable unión entre sectas y demonios, que últimamente plaga la actualidad cinematográfica del terror más puntero, especialmente en la excelente dupla formada por “Hereditary” (Ari Aster, 2018) y “Midsommar” (Ari Aster, 2019), cintas que perfectamente podrían ejemplificar las dos influencias más claras (argumentales) respecto a “Son”, aunque desafortunadamente está última se encuentra a años luz de las dos obras maestras de Aster, aunque sí se trata de una propuesta entretenida y con puntos de interés. 

Si algo agradezco de una película como “Son”, es su honestidad. A pesar de que juega, constantemente, con la habitual dualidad entre el elemento fantástico y la posible imaginación de toda la situación (contraposición habitual en el subgénero), cualquiera un pelín avispado sabe que aquí hay pentagrama encerrado. Es “Son” una película de terror, sin cortapisas de segundas lecturas ni rasgos irónicos, algo que a un género al que demasiado a menudo se le quieren buscar las cosquillas, le sienta de maravilla.


“últimamente la plataforma bajo demanda Shudder se ha convertido en garantía de pequeños proyectos que buscan la satisfacción inmediata del aficionado” 


Andi Matichak madre en apuros
Unida a esa honestidad, va una historia que no se anda con rodeos y que entra pronto en harina: no han pasado ni 15 minutos y el film ya ha proporcionado dos sustos de considerable potencia. Está ausencia de medias tintas, también juega en contra de la película: al comenzar de forma tan potente, evidentemente, el ritmo no puede mantenerse y la estructura se resiente, adquiriendo un carácter episódico, lo que termina pasando factura a una trama que avanza a trompicones y a unos personajes que entran y salen de la historia con pasmosa facilidad. En ocasiones, incluso esperamos el fundido a negro que indique el fin del capítulo. 

Andi Matichak con su hijo
Hemos comentado la influencia de Aster, pero resulta evidente el peso que juegan obras seminales del cine demoníaco como “El Exorcista” (William Friedkin, 1975), especialmente en relación con todas las pruebas médicas, sin resultado aparente, que realizan al infante protagonista, o también “La Semilla del Diablo” (Roman Polanski, 1969), con elementos que no voy a desvelar, pero que no resulta difícil imaginar. De “Hereditary” toma esa huida hacia adelante, buscando nuevos elementos dentro de los círculos satánicos y de “Midsommar”, esa concepción de secta de gente normal con tendencia a aparecer en pelotas. Muchas influencias y quizás ausencia de personalidad propia, aunque es cierto que “Son” se distancia de las cintas mentadas, al introducir por medio una trama policíaca y componentes de drama, que se apoyan en la posible imaginación, por parte de la protagonista, de toda la situación.

Andi Matichak con un cuchillo
Voy a realizar un inciso; dentro de un reparto simplemente correcto, funciona especialmente un actor que, desde que ha descuidado su figura y adoptado los ropajes de un funcionario público, funciona perfectamente como hombre corriente héroe de serie B. Estoy hablando de Emile Hirsch, al que me he encontrado casi de forma consecutiva en dos productos como “Son”, donde desde luego es lo mejor del reparto, a pesar de su gepeto siempre tendente al rictus afectado, y en “La fuerza de la Naturaleza” (Michael Polish, 2020), subproducto de acción que mezcla malos malosos con desastres naturales, junto a Mel Gibson, al que se come con patatas. Desde luego le prefiero con sus pantalones de tiro alto y su aspecto descuidado, antes que de héroe en supuestos blockbusters como “Speed Racer” (Lana Wachoswki, 2008) o de ídolo indie grunge en “Hacia rutas salvajes” (Sean Penn, 2007). Por mi que siga adicto a los bollycaos y prodigándose dentro de los géneros, ya que su presencia aporta mucho a una propuesta como “Son”. 


“presenta rasgos propios, como un giro en el tratamiento del niño, supuestamente sobrenatural, y un abrazo sin remilgos a un gore despendolado, que sorprende dentro de la seriedad de la propuesta”


Emile Hirsch con niño maléfico
Comentaba en otra crítica, las ideas que inmediatamente le vienen a la cabeza al espectador al ver determinado logos de productoras. Desde los casos más evidentes (Disney) hasta productos que presentaban unas señas de identidad muy concretas (evidente en todas las producciones Jerry/Bruckheimer, por ejemplo). Realizaba la apreciación a raíz de una producción reciente de Fangoria y Full Moon, el remake “Castle Freak” (Tate Steinsiek, 2020). Pues bien, últimamente la plataforma bajo demanda Shudder se ha convertido en garantía de pequeños proyectos que buscan la satisfacción inmediata del aficionado. Si comparamos su producción con la asociación de Amazon y Blumhouse, por ejemplo, no cabe duda donde se encuentra el gozo para el terror adicto. No debemos olvidar que de Shudder es “Host” (Rob Savage, 2020), una de las propuestas más estimulantes y terroríficas del pasado año. 

He citado las muchas influencias que pueden verse en “Son”, pero también es justo reconocer que presenta rasgos propios, como un giro en el tratamiento del niño, supuestamente sobrenatural, y un abrazo sin remilgos a un gore despendolado, que sorprende dentro de la seriedad de la propuesta: hay un par de planos con bastante casquería y unos cuantos litros de sangre por celuloide, lo que siempre es un acierto. Se puede pasar un buen rato con “Son” y su plano final representa lo que todos deberíamos hacer en la vida…



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