No es discutible que vivimos un gran momento en lo que a cine de terror dirigido por mujeres se refiere. La reciente Palma de Oro para Julia Ducournau no hace sino confirmar la presencia creciente de mujeres directoras dentro del cine de género, una presencia que, si bien no es una novedad, sí parece estar haciéndose más evidente en los últimos años. Los motivos son muchos, demasiados como para discutirlos aquí, pero entre las consecuencias más interesantes está la exploración de las experiencias que las mujeres estamos más predispuestas a experimentar (o sufrir) por el hecho de ser mujeres.
“El uso de la luz, la fotografía y la puesta en escena son lo más destacable de la película, me atrevería a decir que casi de sobresaliente”
Para ello, el cine fantástico y de terror ha demostrado ser una herramienta de posibilidades infinitas: desde la reflexión sobre lo dolorosa y solitaria que puede ser la maternidad en clave de slasher de “Prevenge” (Alice Lowe, 2016) hasta la reimaginación del rape and revenge de “Revenge” (Coralie Fargeat, 2017) pasando por el descubrimiento de los pulsiones reprimidas de “Crudo” (Julia Ducournau, 2016) o la llegada a la edad adulta en clave de body horror en “Blue my mind” (Lisa Brühlmann, 2017). Teniendo en cuenta el momento tan espléndido en el que nos encontramos para este tipo de cine, reconozco que me apena enormemente no compartir el entusiasmo generalizado que parece estar despertando “The Power” (Corinna Faith, 2021) en la crítica generalizada.
“The Power” nos cuenta la historia de Val, una joven enfermera que comienza a trabajar en lo que ahora sería el Royal London Hospital a principios de los años 70, durante los cortes de electricidad causados por las huelgas mineras. Tan pronto como llega, es relegada al turno nocturno por lo que su superiora considera un cuestionamiento de su autoridad. El problema es que a Val le aterra la oscuridad, y los cortes de energía sumen al hospital en una negrura casi absoluta donde solo quedan unos pocos enfermeros y pacientes que tienen los medios justos para sobrevivir. En medio de la oscuridad, Val tendrá que enfrentarse a sus demonios interiores.
“los momentos de terror sobrenatural están lo suficientemente cuidados como para que la película se desempeñe más que correctamente como film de género”
Los puntos fuertes de “The Power” son más que evidentes desde que comienza la película. Hay una apuesta incuestionable a la creación de la atmósfera y la ambientación donde “The Power” gana enteros, ya sea en esas breves escenas de las calles de Londres o en los interiores del hospital, que consiguen transmitir esa sensación de abandono y decadencia que la directora busca mostrar en las pocas escenas donde la luz del día ilumina el espacio. Al anochecer, el hospital se convierte en una estructura endemoniada de pasillos infinitos donde acompañamos a una Val aterrorizada, armada con un foco de luz como única herramienta para luchar contra el miedo y la paranoia. El uso de la luz, la fotografía y la puesta en escena son lo más destacable de la película, me atrevería a decir que casi de sobresaliente.
En mi opinión, el problema de “The Power” surge cuando se nos van revelando el pasado de Val y su conexión con los sucesos que ocurren en el hospital. La película opta por sumergirse en cuestiones cada vez más obvias y maniqueas a medida que avanza el film, desplegando una narrativa que no solo es predecible desde los primeros minutos, sino que termina recordando a propuestas de muy inferior nivel como “Dark Touch” (de la siempre maravillosa, eso sí, Marina de Van, 2013). Sin revelar nada aquí, diré que el tema principal de la película es lo suficientemente complicado como para requerir de un tratamiento mucho menos superficial y elemental y lo que es peor, que es completamente innecesario porque “The Power” funciona perfectamente como película de terror sobrenatural sin necesidad de meterse en jardines de los que luego no sabe salir. Todo lo que tiene que ver con el aspecto genérico del film funciona bastante bien, los momentos de terror sobrenatural están lo suficientemente cuidados como para que la película se desempeñe más que correctamente como film de género.
“cuando se mueve por el terreno de lo convencional, puede llegar a destacar gracias a una puesta en escena y a una dirección muy mimada, a pesar de que se pierda cuando se mete en según que terrenos discursivos”
En mi opinión cualquier otra elección narrativa, incluso mucho más convencional, habría elevado mucho el film. Mientras la revisaba, mi cabeza recordaba continuamente como una película con un punto de partida muy similar (aunque difieran en todo lo demás) como “Last Shift” (Anthony DiBlasi, 2014) podía inclinarse por una narración mucho más convencional sin perder efectividad. Una pena, en mi opinión, porque la elección del contexto en el que se sitúa el film (los cortes de electricidad en Londres en los años 70) parecía un escenario muy prometedor.
Para finalizar, diré que “The Power” no es, ni mucho menos, una mala película. Menciono esto porque creo que en un entorno como internet, donde cada vez se fomenta más la polarización con tal de generar eso que llaman engagement, parece que una película no puede estar simplemente bien. Con lo importante que es el matiz. “The Power” cumple con la parte que le corresponde como película de terror y, cuando se mueve por el terreno de lo convencional, puede llegar a destacar gracias a una puesta en escena y a una dirección muy mimada, a pesar de que se pierda cuando se mete en según que terrenos discursivos.