KRUEGER NOS HABLA SOBRE EL NUEVO TRABAJO DE DAVID BRUCKNER Y PROTAGONIZADO POR UNA DESCOMUNAL REBECCA HALL
Enfrentarse al visionado de una película sobre casas encantadas poco margen de sorpresa deja hoy en día. Uno de los argumentos más clásicos de nuestro adorado género, cuya cima, a título personal, coloco en la tremenda “La Leyenda de la Mansión del Infierno” (John Hough, 1973); cinta insuperable en muchos aspectos y con menos crédito popular que otros fenómenos del fantástico como “Poltergeist” (Tobe Hooper, 1982). No tiene sentido esperar una revolución dentro del (sub) género; ni tan siquiera una lectura meta o post moderna; algo habitual en otras modalidades más proclives a ello, caso del slasher por ejemplo. Me explico: por su propio concepto, las mejores jugadas siempre ocurren en tanto en cuanto más elementos clásicos añaden a la receta.
“Rebecca Hall, una de esas actrices, con menos nombre que compañeras de generación, que siempre supone una garantía de calidad en cualquier propuesta en la que participa”
Dicho lo cual, “The Night House” (David Bruckner, 2021) ofrecía suficientes atractivos, a priori, para prestarle toda mi atención. En primer lugar, la dirección de David Bruckner que, tras pasarse por la nueva serie televisiva de “Creepshow”, venía de ofrecer la muy satisfactoria “El Ritual” (David Bruckner, 2017), de cuya primera hora guardo un recuerdo tremendamente grato, a pesar de no comulgar tanto con la segunda parte de la historia. En segundo lugar, la presencia de Rebecca Hall, una de esas actrices, con menos nombre que compañeras de generación, que siempre supone una garantía de calidad en cualquier propuesta en la que participa.
Voy a empezar por dicha interpretación: Hall ofrece un muestrario de emociones digno de elogio, además de evitar, con su papel de viuda reciente, muchos de los lugares comunes a los que se prestaba la historia. Resulta simplemente perfecto como se maquilla, lo que sobre el papel serían confusas decisiones de guion, mediante el recurso de una mujer que se resiste a despedirse de la persona que ama, por mucho que no termine de entender ciertas aspectos de su marido. ¿Sabéis esa sensación de las películas de terror en las que no entendemos las decisiones de los protagonistas? Pues aquí se encuentran totalmente justificadas: en la negación del duelo, siempre viene mejor un espíritu y unas cuantas botellas de alcohol, que hacer carretera y manta. Hall también añade capas de humor (triste, desesperado y desolador) que resultan simplemente refrescantes en su interpretación. La entereza que demuestra a la hora de sobrellevar el suicido de su marido, provoca que la secuencia en la que finalmente se derrumbe sea muy dolorosa para el espectador, y es gracias a los matices de Hall. Incluso se permite recordar a la secuencia del metro de Isabella Adjani en “La Posesión” (Andrzej Zulawski, 1981) en ciertos fragmentos.
“las segundas lecturas adoptan un cariz muchísimo más interesante que la sobada dicotomía fantasía/trastorno y resulta una gozada pensar sobre la película una vez que has descubierto todo el pastel”
Estamos frente a una obra que deja lugar a las dobles lecturas sobre la historia (la clásica dualidad entre el elemento fantástico y el trastorno mental), pero la cinta no tarda demasiado en dejar entrar, poco a poco, con tempo pausado, los elementos fantásticos para dejar más claro que el agua que estamos frente a una cinta de terror. ¿Contenida, pausada y sin secuencias de impacto? Correcto, pero terror al fin y al cabo. De este modo, las segundas lecturas adoptan un cariz muchísimo más interesante que la sobada dicotomía fantasía/trastorno y resulta una gozada pensar sobre la película una vez que has descubierto todo el pastel. También debo reconocer que la resolución de la historia, sin ser rompedora o dejar con la boca abierta, justifica y explica de modo ciertamente coherente lo que hemos estado viendo, además de apoyarse de forma excelente en la puesta en escena.
“lo que hace lo hace tan bien, que no queda otra que caer rendido ante una propuesta clásica en historia y ciertamente novedosa en imagen”
Aquí entra en juego el aspecto que más he disfrutado: la excelente dirección de Bruckner. Existen numerosas escenas cuya planificación es digna de aplauso, además de numerosos recursos, juegos de espejos y trampas visuales que adoptan plena razón de ser una vez que todas las cartas de la historia están puestas sobre la mesa. El director también logra crear un par de secuencias ciertamente escalofriantes, jugando con escasos elementos y dejando (completamente) fuera de la ecuación el recurso de la subida de volumen. Un aplauso para el señor Bruckner.
No es “The Night House” una cinta rompedora ni revolucionaria. Su historia es fácilmente rastreable en varias obras similares (quizás no tanto la resolución), pero todo lo que hace lo hace tan bien, que no queda otra que caer rendido ante una propuesta clásica en historia y ciertamente novedosa en imagen. También agradezco que la película evite, pese a su tempo pausado y su enfoque serio, caer en el saco del elevated horror. Los tiros no van por ahí: simplemente se trata de pasar al otro lado del espejo.