En algunas ocasiones me cuesta mucho entender la política de selección de películas que tienen los festivales especializados. De acuerdo que la producción es la que es y que hay años donde no hay mucho para elegir. También compro que hay determinados títulos que el publico espera con ansia y que, por ello, se repiten sistemáticamente de unos festivales a otros. Y por supuesto acepto que los criterios de selección son subjetivos (e incluso muchas veces están supeditados a determinados intereses que al aficionado medio se nos escapan) y que ello motiva que haya películas cuya exhibición se nos antoja harto incomprensible. Los caminos del señor muchas veces son misteriosos.
Ahora bien, lo que resulta todo un misterio para mí es que los organizadores de estos festivales selecciones películas que o bien hace meses que están disponibles en la red y que, por ello, ya ha visto todo el mundo, o que saben que se estrenarán en cines o plataformas a los pocos días de su pase u otras cuya adscripción al fantástico/terror/thriller está, por ser muy generosos, cogida con pinzas. Sin ir más lejos, todo ello pasó este año en Sitges con, entre otras, "Caveat" (201), "Hunter Hunter" (2020), "Censor" (2021), "Hallowen Kills" (2021) o "The Trip (2021). Lo peor es que esa política deja por el camino otros títulos interesantes que merecerían un visionado en pantalla grande. Este es el caso de "Slapface" (2021), una película que incomprensiblemente los responsables del, por otro lado excelente, Festival de Terror de Molins de Rey ha decidido relegar a la plataforma Filmin, privando a los espectadores de disfrutar en pantalla grande de un título francamente interesante.
“el género fantástico es un mero pretexto para mostrarnos un drama sobre la perdida, la enfermedad mental y la incapacidad para gestionar los pequeños y grandes dramas cotidianos”
La película nos sitúa en un pequeña población de los Estados Unidos. En ella viven Lucas y Tom, dos hermanos que se llevan bastante diferencia de edad y que recientemente han perdido a sus padres en un accidente de tráfico. Tom hace lo que puede para cuidar de su hermano, pero la situación claramente le supera y su incapacidad para gestionar todos los problemas hace que se refugie en el alcohol. Lucas a su vez sufre bulling por parte de unas compañeras y se siente sólo e incomprendido. Todo empezará a cambiar cuando el más pequeño conozca a un extraño monstruo que habita en una casa abandonada.
La película es obra de Jeremiah Kipp, un realizador norteamericano cuya obra anterior, para que nos vamos a engañar, no es precisamente motivadora. No soy una persona a la que le guste opinar sobre aquello que no he visto, pero constatar que una de sus últimas películas es “Black Wake” (2018), unaMonster movie con pulpos gigantes (que copia la fórmula de The Asylum) protagonizada por Tom Sizemore y Eric Roberts (ambos en lo más alto del top de actores cuya carrera hace años que se convirtió en un chiste), nos plantea todas las dudas del mundo. Siendo incapaz de valorar su obra previa, tengo que reconocer que "Slapface" es una película sumamente interesante. En primer lugar porque el realizador nos ofrece una propuesta en la que el género fantástico es un mero pretexto para mostrarnos un drama sobre la perdida, la enfermedad mental y la incapacidad para gestionar los pequeños y grandes dramas cotidianos. En segundo lugar porque aunque la película se inscribe claramente dentro de esa corriente tan en boga (y a veces tan molesta) del terror indie de bajo presupuesto, es capaz de subvertir determinados tips muy habituales en el género y ofrecer una narración donde la paja mental no está por delante de la historia. Y eso es algo muy de agradecer.
“en todo momento tenemos dudas sobre si lo que ve el protagonista es real o todo es producto de su imaginación; si el monstruo existe o simplemente es un reflejo de sus miedos, necesidades y angustias”
Así, Kipp articula un buen armazón dramático que rehúye de metáforas existenciales para mostrarnos una historia con toda su crudeza. La narración nos presenta a dos personajes, que en el fondo no dejan de ser unos críos perdidos y solitarios que, uno a través del alcohol y el otro buscando el afecto desesperadamente, sobreviven a una realidad inmisericorde. En este contexto, se entiende perfectamente el cruel juego al que Tom somete a Lucas; esas bofetadas, esas hostias metafóricas y reales, son la manifestación de una vida que les ha golpeado y golpea sin ningún tipo de concesión. La violencia física funciona como un catalizador que nos muestra la incapacidad de los personajes para gestionar con resiliencia su propia vida. Esa interesante idea es la que articula un discurso aparentemente sencillo pero profundamente complejo sobre las miserias sociales.
“a la película se le nota la falta de presupuesto, que en algunos momentos la realización es excesivamente plana y que el guion tiene alguna trampa”
La película juega claramente, al menos en las intenciones, en la liga de "The Babadook" (2014). Como en la cinta de Jennifer Kent, en todo momento tenemos dudas sobre si lo que ve el protagonista es real o todo es producto de su imaginación; si el monstruo existe o simplemente es un reflejo de sus miedos, necesidades y angustias; si lo que observamos sucede o es producto de la enfermedad mental. Pero, francamente, eso al final es lo de menos ya que el director no pretende jugar con los sustos fáciles sino con mostrarnos un terror mucho más sutil pero, por paradójico que parezca, infinitamente más real y acongojante.
La compleja y opresiva relación entre los dos hermanos, los maltratos a los que es sometido el protagonista por parte de las dos adolescentes (demostrando el realizador que ser un cabrón no es una cuestión de género), la falta de empatía de las autoridades con el dolor psicológico de los hermanos, el alcoholismo normalizado, las dependencias tóxicas... todo ello sí que da realmente miedo y nos demuestra, una vez más, que en este mundo hay que temer más a los vivos que a los monstruos. Es cierto que a la película se le nota la falta de presupuesto, que en algunos momentos la realización es excesivamente plana y que el guion tiene alguna trampa (toda la secuencia de la comisaría sobra), pero desde mi punto ello son elementos menores que no desmerecen el conjunto. "Slapface" es una película de esas que dejan poso después de su visionado y que te hacen plantearte muchas preguntas. Es una verdadera lástima que tengamos que disfrutarla a través de la pequeña pantalla. A ver si algún distribuidor se anima y nos da la sorpresa. Pero mucho me temo que....