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Channel: NIDO DE CUERVOS. Cine fantástico y de terror
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Crítica: Última noche en el Soho

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KRUEGER NOS HABLA SOBRE EL LARGAMENTE ESPERADO REGRESO AL GÉNERO DE EDGAR WRIGHT


Póster de ültima noche en el soho
Tras muchos años de consumo compulsivo de todo tipo de cine (aberrante, pasable y maravilloso), puedo afirmar que he desarrollado unas tragaderas considerables. Siempre encuentro a lo que poder agarrarme y evidentemente siempre existen las preferencias y filias personales; pero a día de hoy siguen existiendo dos categorías con las que directamente no puedo: la animación y los musicales. No me saques de Jack Skellington y Laika, y por favor no me pidas que acepte que la gente se ponga a cantar como recién salidos del Lopez Ibor. Ahora bien, estoy convencido de que Edgar Wright dirigirá en algún momento una obra totalmente musical… y allí estaré yo para disfrutarla como un gorrino. 


“la obra es una maravilla de puesta en escena: elegante sin resultar acartonada y valiente cuando debe serlo” 


Anya Taylor-Joy sexy
A riesgo de sonar como Daddy Yankee (¿ha muerto ya?), todas sus películas tienen flow. “Baby Driver” (2017) ya dejaba clarala importancia de la música, introduciéndola directamente dentro de la diégesis, yendo más allá de una banda sonora molona y de secuencias con ritmo. Misma jugada repite en “Última Noche en el Soho” (2021), en la que la importancia del aspecto musical vuelve a ser capital. Wright mueve la cámara por las calles de Londres apoyándose siempre en el ritmo. Creo que ha quedado claro que la obra es una maravilla de puesta en escena: elegante sin resultar acartonada y valiente cuando debe serlo. No es casualidad que Wright acabe de dirigir un documental sobre un grupo de música “The Spark Brothers” (2021) y que sus dos últimas obras de ficción comiencen con secuencias parecidas, poniendo a sus personajes a bailar de forma justificada dentro de la historia, realizando al mismo tiempo una presentación perfecta de sus roles dentro del contexto de la narración. 

espectacular Thomasin McKenzie
También destacan especialmente todos los elementos sugeridos (ese golpe al tocadiscos que interrumpe el momento de jovialidad es toda una declaración de intenciones) y como la película siempre expone con claridad todos sus giros de guion, que apoyan y justifican muchas de las tesis sobre las que la historia se sustenta. Resulta sorprendente que un argumento, a priori tan fantástico, quede perfectamente justificado y explicado una vez que hemos finalizado el visionado. Y sin necesidad de recurrir al efecto Shyamalan. No estoy diciendo que estemos frente a un ejercicio de verosimilitud; afirmo con rotundidad que “Última Noche en el Soho” no deja ni un cabo suelto. Todo está donde tiene que estar y todo obedece a una finalidad


“Resulta sorprendente que un argumento, a priori tan fantástico, quede perfectamente justificado y explicado una vez que hemos finalizado el visionado” 


romance Anya Taylor-Joy en Última noche en el soho
Estamos frente a un guion modélico en cuanto a estructura. Los puntos de giro siempre quedan claros y cada uno de ellos sube las apuestas. Para recordar el momento en el que Wright convierte lo que hasta ese momento había sido un sueño en una pesadilla, a través de un pasillo que conduce directamente al inicio del infierno que va a vivir el personaje de Sandie. Las luces que eran vivaces comienzan a convertirse en sombras que agreden al personaje. 

Si ya he alabado los aspectos detrás de las cámaras, me veo en la obligación de hacer el mismo ejercicio al otro lado. Sorprende Matt Smith con un papel al que no nos tiene acostumbrados y deslumbra Anna Taylor-Joy con su rol de diva londinense. Por encima de los dos vuela, muy alto, una Thomasin McKenzie que pasa del pizpiretismo al modelo “Repulsión” de Polanski, dejando por el camino pinceladas de musa del giallo y del expresionismo


“Sería una necedad negar el alto componente referencial de la película (de las rubias de Hitchcock a los colores de Argento), pero conviene afrontar el visionado con la mirada menos condicionada posible” 


Thomasin McKenzie cine de terror
Es posible que tengáis la sensación de que he escrito mucho para no decir nada: ha sido de forma consciente. Es “Última Noche en el Soho” algo que ciertamente escasea en estos tiempos modernos que nos ha tocado vivir: una obra original, en el sentido de que ni adapta ni remakea absolutamente nada. Sería una necedad negar el alto componente referencial de la película (de las rubias de Hitchcock a los colores de Argento), pero conviene afrontar el visionado con la mirada menos condicionada posible. Casi parece obsceno que pida dicha percepción cuando llevo varios párrafos de palmero de Wright…

De los 60. De sororidad. Del asco que damos la mayoría de los hombres. De ambición. De fracasos. De fantasmas. De venganzas. De música. De moda. De enfermedades mentales. De alcohol, sexo y risas. De despertares. De la decrepitud. Del abuso. De nosotros. De todo ello habla “Última Noche en el Soho”. Y de todo ello habla rozando en todo momento la excelencia.



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