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Crítica: The Outwaters

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KRUEGER NOS HABLA SOBRE LA NUEVA PELÍCULA "MÁS ATERRADORA DEL AÑO". ¿MARKETING, HIPÉRBOLE O REALMENTE DA PARA APRETAR EL CULO?


El principal valor de una película como “The Outwaters” (Robbie Banfitch, 2023) no radica en sus abundantes recursos para incomodar al respetable. Me refiero a aquellos que se han publicitado como mareos, vómitos y escapadas de las salas de cine; dentro de la penúltima viralización en internet de una cinta de horror de los últimos dos años. El logro de la película, que ha demostrado junto a “Marui Video” (Yoon Joon-Hyeong, 2023) que el found footage sigue vivo, son las ganas que deja en el espectador de comentar lo que ha visto. Estamos frente a una de esas películas que no explica ni cierra nada, pero ofrece suficientes pistas y migas de pan para que cada uno pueda elaborar teorías después del visionado... aunque sea inevitable caer en contradicciones dentro del discurso. “The Outwaters” no es cine narrativo, es cine de sensaciones. 


“una obra tremendamente agresiva con el espectador. No deja cuartel a este y supone el ejemplo perfecto de todo lo que critican los enemigos del found footage” 


La película comienza como un found footage normal y corriente. Se nos informa que vamos a ver tres tarjetas de memoria, en bruto (recurso fundamental para el entramado de la película, no solo por la forma, también por el contenido), encontradas. También nos informan sobre un grupo de jóvenes desaparecidos en el desierto, los presuntos dueños de las tarjetas de memoria. Así, la historia comienza y acompañamos a cuatro amigos que se dirigen al desierto a grabar un videoclip musical y asistimos, entre aburridos y desinteresados, a los preparativos del viaje, las conversaciones que no nos interesan y mucho metraje de relleno (es interesante comentar que la cinta dura casi dos horas, algo poco habitual en el found footage). 


“Existen numerosos elementos que en una primera instancia descolocan, pero que una vez concluido el metraje, podrían ser interpretados según el punto de vista que adoptemos sobre la película” 


Esos son los dos primeros tercios de la película, en la que más allá de algún fenómeno que perfectamente podría ser natural, poco ocurre a nuestros protagonistas. Pero entonces llega el último tercio y todo explota en nuestra puta cara. Voy a obviar dar ningún tipo de información sobre lo que el espectador va a ver, ya que creo que es importante para la experiencia llegar lo más desinformado posible, pero os aseguro que me tire esos 40 minutos, aproximados, con el cerebro siendo zarandeado de lado a lado. Elaborando teoría tras teoría, que abandonaba al instante, en un vano intento de aclarar que cojones era lo que estaba pasando. 

“The Outwaters” es una obra tremendamente agresiva con el espectador. No deja cuartel a este y supone el ejemplo perfecto de todo lo que critican los enemigos del found footage en relación con la forma; pero Banfitch se aprovecha de esos elementos y los convierte en un arma dentro de su película: escenas escasamente iluminadas, cámaras bamboleantes con la capacidad de marear con su continuo ir y venir, aspectos intuidos más que vistos... Muchos dirán que aquí no hay puesta en escena y no podría estar más en desacuerdo. Todos esos elementos se emplean con una finalidad y resultan fundamentales en el devenir de la historia y en la experiencia. De nuevo, el no comentar absolutamente nada de lo que vais a ver en pantalla, me obliga a no poder poner ejemplos concretos; pero os aseguro que (casi) nada aparece en pantalla al azar. Por muy loco que pueda parecer lo que estamos viendo, por mucho que el mensaje parezca cada vez más críptico, cada decisión de iluminación y cada nuevo elemento visual que aparece en la historia se encuentra allí por algo. Existen numerosos elementos que en una primera instancia descolocan, pero que una vez concluido el metraje, podrían ser interpretados según el punto de vista que adoptemos sobre la película. Es difícil ver “The Outwaters”, pero también resulta complicado escribir sobre ella. 


“No es una experiencia que vaya a cambiar el género. De hecho, estamos frente a una película muy complicada de ver, que dudo tenga una distribución normal” 


También quiero aclarar que el hype sobre la película se encuentra (oh, que sorpresa) sobredimensionado. No es una experiencia que vaya a cambiar el género. De hecho, estamos frente a una película muy complicada de ver, que dudo tenga una distribución normal. Un producto de nicho que resulta tremendamente interesante. Pero no estamos frente al nuevo “El Exorcista” (William Friedkin, 1973). 

Soy consciente de que el found footage no es un género del gusto de todo el mundo. Si es tú caso, es posible que “The Outwaters” sea poco más que una china (muy afilada y molesta, eso sí) en tu zapato. Si por el contrario eres capaz de aceptar que la forma de la película se empeñe en hacerte el visionado cuesta arriba y si todo lo relacionado con metraje encontrado te produce salivaciones, estamos frente a una de las películas obligatorias del año. Sea como sea, si decidís acercaros a “The Outwaters”, sí os recomiendo hacerlo en compañía, con la menta abierta y que, después de sus exagerados 110 minutos de duración, comentéis vuestras teorías al respecto. La gracia es que podrán ser parecidas, coincidir en algún aspecto o ser completamente diferentes. Ahí (y en muchos aspectos que no he querido revelar) radica el encanto de la película.



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