En los 90 el slasher (leer artículos sobre el subgénero: parte 1 y parte 2) resurgió para ofrecer ingentes cantidades de carnaza cinematográfica para, en principio, el lucrativo mercado de nuevos adolescentes tan amplio como voraz, tan falto en ocasiones de gusto como en otras ocasiones fácil de contentar.
“Scream, vigila quien llama” (Wes Craven, 1996) o “Leyenda Urbana” (Jamie Blanks, 1998) y sus respectivas secuelas, son ejemplo de aquel terror adolescente de los 90. Al igual que su predecesora, “Aún sé lo que hicisteis el último verano” es un pastiche de films como “La noche de Halloween” , “Viernes 13” o “Pesadilla en Elm Street”. Es decir, cine de terror para adolescentes. Pero hay que decir que en esta peli todo es un tanto “light”, pues está repleta de sustos tan previsibles como bostezables, chicas gritonas, jóvenes atractivos, secundarios graciosos, adultos agrios y, por supuesto, un maníaco sobrehumano. Que segunda partes nunca fueron buenas se refleja esta cinta dirigida por Danny Cannon (“Juez Dred”).
Un año después de ser acosada por Ben Willis, la víctima mortal de un accidente en el que ella estuvo implicada junto a sus amigos, Julie James (Jennifer Love Hewitt) ha dejado su ciudad natal para ir a la Universidad. Una extraña llamada le anuncia que es la ganadora de un fin de semana en una isla paradisíaca, lugar en el que la pesadilla vuelve a repetirse.
El film ahonda en los tópicos más carcomidos del género de los psycho killers: un gran lugar solitario, varios personajes secundarios sospechosos, ambientes angostos, unos cuantos asesinatos brutales, un par de situaciones de suspense... Pero no ofrece nada digno de recordarse. Ni asombra, ni mucho menos sorprende, ni atemoriza, ni estremece, ni divierte ni entretiene. Una cinta más del montón.
Quizás se pueda recordar como otra cinta slasher de los 90 que seguían la moda del momento. Algún asesinato por crudo puede venir a la memoria: uno de los personajes ensartado con el garfio por la barbilla y sacado por la ventanilla de su camioneta de un tirón como si fuera un atún. Pero poco más.
Además, conviene destacar como a estos jóvenes, provistos todos de unos esculturales cuerpos de spot publicitario, ya no les interesa el sexo como antes, ni fuman, apenas beben, no tienen conciencia de ningún tipo, no se drogan como anteriormente (a excepción de algún personaje secundario)... Ver al respecto la patética juerga etílica que se corren los protagonistas, o el mohín de disgusto que Julie (Jennifer Love Hewitt) hace al oír los jadeos y gritos que su amiga Karla (Brandy) y su novio Tyrell (Mekhi Phifer) lanzan desde la habitación contigua, pues parece que están haciendo el amor cuando, en realidad, juegan a saltar sobre la cama. Antes, el asesino en serie de turno era el brazo represor del orden, quien imponía la ley paterna, pues destripaba a todos aquellos muchachos que practicaban tales actividades transgresoras. En esta película, el asesino es sólo un subrayado para destacar más los valores de los héroes.
LO MEJOR: Los pechos de Jennifer Love Hewitt. No, no... ahora en serio. La personalidad de Love Hewitt.
LO PEOR: Menor que su antecesora, esta secuela carece de lo básico en un slasher sólido.