A Robert Rodríguez no le van los falsos cumplidos: si no te gustó Machete, no te va a gustar Machete Kills, y le importa un rábano. Esta secuela a la peli de acción de 2010 parece existir sólo para dar rienda suelta a su argumento intenso y por hacerle un favor a su buen amigo Danny Trejo, quién hace de héroe lacónico de cara llena de picadas de viruela qué da título a esta obra. Ni siquiera el distribuidor original, Fox; quería secuelas de las aventuras del ex agente federal que nunca conoció bola de fuego que no tuviera que atravesar con la gracia de un águila y la fiereza de un tigre, así que esta entrega de la saga viene a cargo de los buenos muchachos de Open Road.
Machete, última vez visto al final de la primera cinta huyendo veloz cuál leyenda, sigue contribuyendo en el lado del trabajo sucio en esta secuela, que no tarda en dar a Trejo su última oportunidad de ser awesome en pantalla. Trejo, una estrella improbable, ha trabajado duro desde ser un ex convicto recuperándose de su adicción a la droga a tener pequeños papeles como extra, y verle gruñir y posar a través de secuencias abiertamente falsas de otra película de Rodriguez todavía me provoca ese placer culpable pero afectuoso que siento por él. Es cierto que este es el último sueño de un actor: acabar en un papel en el que no tienes mucho que hacer, y la quietud natural de Trejo es el efecto menos especial, y de alguna manera el más especial; en todas las cintas de Robert. Su Machete permanece menos como un personaje y más como un sketch de un tipo malote; pero como su predecesora, Machete Kills no es nada más que mucho ridículo.
Momentos antes de cierta muerte, Machete es rescatado en un último minuto de perdón por el Presidente (Charlie Sheen, o “Carlos Estevez” – un malintencionado pero no carente de sentido aplicativo de su nombre de nacimiento). Washington D.C está bajo asedio por un loco con un arma nuclear, apostada en el Capitol y pidiéndole al gobierno que se infiltre en México y limpie la corrupción y la violencia del cartel, y está en las manos de Machete salvar América, consiguiendo así el perdón y la ciudadanía. La oferta del Presidente no es una solicitud, así que Machete acaba en el corazón de México, en paracaídas en pleno Acapulco ardiente sin ser visto; en uno de los gags más estúpidos de la cinta que sugiere que hay un poco de Zucker-Abrahams-Zucker en su ADN.
El villano en cuestión es supuestamente un revolucionario, Mendez; qué representa una crítica inteligente de la compleja relación de México con su violencia culturalmente embebida. Quiere limpiar el país, para evitar las complicaciones que suelen venir de la mano de las regiones llenas de violencia muchas veces ignorada o incluso respaldada por los gordos y corruptos políticos que gobiernan y los oficiales de la ley. Tiene también una personalidad dividida, y su parte Hyde es un Looney Tune de rabiosa violencia, que de alguna manera sirve como crítica al kilometraje de la cultura contemporánea que México obtiene de su asociación con la violencia del cartel. Demian Bichir es Mendez; quién ha dado perfectas actuaciones en la serie The Bridge y ha estado nominado por A Better Life. ¿Qué saca él de este personaje maníaco con dientes de conejo que mira con ojos saltones? Pues toda la diversión del mundo mundial. Toda.
Esto no es una cabeza nuclear cualquiera, de todas formas. Es otra de estas bombas que explotan en el minuto exacto la que manda a Machete a la caza del carnero salvaje, donde se cruzará con un grupillo infinito de enemigos peligrosos y hábiles amigos. Uno de estos personajes es la repipi caníbal Desdemona, quien ladra y sisea con el gruñido de Sofia Vergara y la armería fálica de los últimos personajes de Rodriguez; posiblemente nada que comentar sobre los problemas de identidad sexual que se pueden suponer de sus balas lanzadas desde el brassiere o la pistola que se saca de la entrepierna. Amber Heard desdeña y se acicala creíblemente como Miss San Antonio, la única mujer en la instalación que se va a la cama con Machete en vez de las muchas amantes que se lleva en la primera película. Y Mel Gibson es impreciso y divertido como leader del culto con una fijación por Star Wars, y que parece entregar sus frases de una manera que sugiere un peso dramático apropiado así como un claro entendimiento del tono ridículo de la cinta. En el momento en que es un luchador en toda regla, maneja un sable láser. Gibson lo vende sin la mínima queja.
Rodríguez parece haber seducido más de un par de nombres para participar en su último proyecto y a nivel básico, Machete Kills tiene un cast muy respetable, incluso aunque disponga de actores menos familiares como el artista de artes marciales Marko Zaror. Quentin Tarantino, probablemente un fan también; le daría con gusto tres frases a Zaror y cortaría la mayor parte. Rodríguez le hace literalmente invencible. Tal es la naturaleza del estilo de Rodriguez, todo planos monetarios, nada de seducción. El gran Wesley Morris una vez describió a Lee Daniels, dirigiendo Lee Daniels’ The Butler, como Oliver Stone sin el condón intelectual. Sospecho que la relación es similar entre Tarantino y Rodriguez, buenos amigos que se informan el uno al otro de sus respectivas películas y sensibilidades. Está claro que un primer plano prolongado de los pies manicurados de Heard es algo así como una carta de amor a su compañero fetichista de los pies. En ese aspecto, es conmovedor.
Rodriguez es también descuidado al usar algunos nombres grandes al servicio de su personaje llamado El Camaleón. Este asesino a sueldo acaba en la pista tras Machete y sus desventuras parecen superficiales y vagamente relacionadas con el argumento. Primero aparece con el aspecto de Walton Goggins, y una vez que es descubierto, se quita la cara y revela bajo ésta la apariencia de otra mega-estrella, normalmente con un cambio de color de piel e incluso de sexo bastante dramático. Es un truco, un truco muy idiota que nos muestra que Rodriguez ha conseguido convencer a mucha gente de aparecer en la cinta antes incluso de escribirla. Cuando tienes un estudio en tu propio garaje y la luminiscente Michelle Rodriguez en el teléfono, a veces unos pocos gags acertados y unos trucos baratos son todo lo que necesitas.