Más de treinta años después de que Wes Craven aterrorizara a los espectadores con su “La última casa a la izquierda” (1972), cinta dotada de imágenes de una violencia brutal, adelantándose a “La matanza de Texas” de Tobe Hooper, llegó el remake que si bien mantiene ciertos elementos del film original, como por ejemplo el salvajismo de sus escenas de violación y asesinato, se desvía de sus resultados añadiendo algunas gotas de moralismo familiar, bañado de un estilismo visual que poco o nada tiene que ver con el cine de terror que lo inspiró. No es el primer remake que se hace de un film de Craven, tres años antes (la película que reseño es del año 2009) el cineasta francés Alexander Aja hizo su versión de “Las colinas tienen ojos”, una de las mejores producciones recientes del género.
El griego Dennis Iliadis (“Hardcore”) realiza un remake inferior a la cinta original que carece de personalidad alguna. Rebajado y adornado, la versión de 2009 logra crear suspense y repulsión por las violaciones y humillaciones a los que son sometidos sus protagonistas, pero sin la tensión ni la crudeza de la obra de Craven. El producto parece superficial, demasiado preocupado por la escenificación de los momentos de impacto. Iliadis tiene obsesión por cargar las escenas de violencia. Esto lo comprobamos, por ejemplo, al final de la película en la muerte de uno de los asaltantes en el microondas. En fin, thriller de venganza demasiado reaccionario.
El film se basa en un relato tradicional escocés del siglo XIII que fue llevado al cine primero por Ingmar Bergman con “El manantial de la doncella”, de 1960, y después por Wes Craven con la primera “La última casa a la izquierda”.
Con guión original de Wes Craven como plantilla, el director de esta nueva versión pidió a los guionistas Adam Alleca y Carl Ellsworth que actualizaran la historia. Ellsworth ya había trabajado con Craven en “Vuelo nocturno” (2005) y se alegró de tener la oportunidad de colaborar en el remake de la primera obra del director.
SPOILERS El film narra la historia de Emma (Monica Potter), John (Tony Goldwyn) y su hija Mari Collingwood (genial Sara Paxton). Éstos se van de vacaciones a lo que parece ser un lugar ideal. Es una casa al final de una carretera, situada, por cierto, a la izquierda, rodeada de un bosque y un lago. Un sitio casi paradisíaco perfecto para Mari, una nadadora experta, el orgullo de la familia. En su estancia la joven visita a su amiga Paige (Martha MacIsaac) en el pueblo más cercano, quien la convence para comprar un poco de marihuana de manos de Justin (Spencer Treat Clark), a quien no conocen muy bien, pero que parece un buen chico con esa cara de tonto que tiene. Y las muchachas no se equivocan: es un buen chico (tampoco un ángel porque hay que recordar que vende droga), a diferencia de su padre Krug (Garret Dillahunt) y sus dos compinches, Francis (Aaron Paul), con una cara de psicópata que se la pisa, y Sadie (Riki Lindhome), con pinta de bisexual indecente. Cuando los tres llegan a la habitación del motel donde están Justin, Mari y Emma, su inmediata reacción no es dejarlas marchar, sino secuestrarlas, llevárselas al medio del bosque y, tras un accidente, violarlas y matarlas.
Ya que carecen de transporte, Francis, Sadie, Krug y Justin, éste a regañadientes, caminan a la casa más cercana. Y ésta no es otra que aquella que está a la izquierda y donde residen los padres de Mari. Emma y John reciben a los intrusos casi con los brazos abiertos, sin saber en un principio que son los causantes de las heridas y la violación de su hija, quien sobrevive y consigue alcanzar su casa. Pero al final terminan por descubrirlo todo y se toman la justicia por su mano FIN SPOILERS.
LA SECUENCIA: La cruda violación de las chicas.
LO MEJOR: La violación. Cruda, muy cruda.
LO PEOR: La venganza está sobrecargada de violencia menos realista y más cinematográfica que la de su primer acto.