Halleluyah, Aleluya, Hallelujah, Alleluia, no importa cómo lo escribas, la pronunciación es la misma y el significado también: es la palabra que se utiliza para alabar a dios creador. Nuestra "Alluluia" también es un cántico, una forma de alabar al dios en el que cada uno cree, el dios que cada uno crea y una forma de llamar a la locura, que por mucha felicidad que traiga, no deja de ser locura. "Alleluia" es la celebración del feismo y la ceguera del amor.
Fabrice Du Welz nos vuelve a llevar a Ardenne para seguir con las historias granuladas, que comenzó con la enfermiza "Calvaire", en la segunda parte de la trilogía pensada por el director para explorar el terror rural y las bondades de una atmósfera opresiva y claustrofóbica. Esta vez, nos habla de la obsesión, de los celos, del amor y como no, de la locura, otra vez desde la mirada enfermiza que fija él como nadie. Fabrice Du Welz vuelve a explorar las relaciones humanas de una forma extrema, tomando como punto de partida la verídica historia de los asesinos de la luna de miel, Raymond Fernández y Martha Beck, quienes se conocieron en una agencia matrimonial y se dedicaron durante un periodo de tres años (desde 1947 a 1951), a engañar, seducir y asesinar a solteronas adineradas, a las que Ray engatusaba para ganarse su confianza y Martha terminaba matando.
"Alleluia" nos lleva por esos amplios y bastos caminos de la obsesión, los de Gloria, una trabajadora de la morgue, separada y con una hija, que se deja llevar en un arranque de soledad, por las páginas de citas de internet, para tener una velada romántica con un señor llamado Michel que, desde el principio parece interesantísimo. Este encuentro, lejos de quedarse en anecdótico, marca el inicio de una espiral de locura, amor y sexo malsano que arrastrará a Gloria y Michel hasta un pozo del que no podrán salir.
Dividida en cuatro actos, "Alleluia" es la incomodidad hecha película, no sólo por lo que se nos cuenta, sino por cómo se nos cuenta, y es en esa habilidad que tiene este director para transportarnos a esa región francesa que le obsesiona, la que hace de esta película otra obra maestra para tener en cuenta cada vez que se mire al país vecino, y no solo hablo de esa imagen fea, degrada y llena de arena que llena cada plano, sino los enfoques, los silencios después de cada grito y sobre todo la credibilidad absoluta que le da a situaciones totalmente caóticas y retorcidas.
GLORIA
Entramos en terrenos pantanosos de manos de Lola Dueñas, quien desde el momento en que vi "Alleluia" se convirtió para siempre en Gloria, una enfermera que siente la soledad muy dentro de sus huesos, y que es capaz de rompérselos para estar siempre acompañada, una vez que encuentra a Michel (un maravilloso Laurent Lucas, ya presentado en "Calvaire"). Lo que Gloria relata es un cuento de amor enfermo, obsesivo, atroz, doloroso y totalmente dependiente en el que ella, simplemente lucha por su otra mitad, protege su relación y se vuelve loca a cada segundo. La actuación de Lola Dueñas, es de una fuerza tan brutal, que es imposible no meterla dentro de tu piel para sentir la incomodidad de un amor tan desesperado y desesperante.
MARGUERITE
Con el segundo acto, titulado como el nombre de la desencadenante de la la espiral de violencia, Marguerite, empezamos a conocer la verdadera naturaleza de los protagonistas, y se empiezan a desvelar las historias que discurren paralelas a la vida de los amantes. Marguerite será la primera mujer seducida por Michel, con quien se casa y con quien convive junto a su "hermana" Gloria. Es fácil entender cómo terminará la combinación celos, desesperación y enajenación en un marco de perturbación en cada esquina. Destaca la presencia de Edith Le Merdy, a quien ya conocimos como Lara en el desconcertante y también enfermizo primer corto, en 1999, de este gran director que es Du Welz: " Quand on est amoreux c´est merveilleus".
GABRIELLA
La historia, como toda buena historia, engancha desde el principio y va en linea ascendente en cada una de sus partes, con un desarrollo que no decae gracias a un guión muy bien pensado, y sin grandes artificios, pero al que se ha sacado un gran partido a través de unos personajes absolutamente maravillosos y dignos de inclusión inmediata en el olimpo de los grandes, una cámara que se mueve cómoda por los lugares más oscuros de la mente y de Ardenne, y una banda sonora excepcionalmente escogida, que es decisiva en cada toma.
Gabriella nos muestra la naturaleza del ser humano al servicio del deseo, y como consecuencia, Fabrice Du Welz sigue tambaleando a su protagonista entre paredes desconchadas y luces ocres, donde parece que el tiempo se ha detenido, para sacudir al espectador con cada susurro de Michel, y cada palabra rota de Gloria.
SOLANGE
Toda historia intensa, tiene que tener un final intenso, y para ello, Fabrice Du Welz, reserva a Solange, la mujer que destruye y rehace a Gloria, la mujer que destruye y rehace a Michel y la mujer que finalmente contempla su propia destrucción. Es el final la puesta en pie definitiva de una historia que habla de temas universales, pero desde un punto de vista muy particular. Gloria- Lola Dueñas, se hace dueña de la pantalla y provoca el aplauso en cada paso, en cada grito, en cada orden, en cada lágrima. Todo un homenaje al buen cine, donde pocas pegas se le pueden sacar (en mi caso, ninguna).
"Alleluia" es una película apabullante, que discurre por diferentes estadios del cine: lo hace por el drama, el terror, el humor negro, e incluso se atreve con el musical, combinandolo todo en una experiencia que deja con la boca abierta al espectador. Para mi "Alleluia" es la ganadora del Festival de Sitges, y sin lugar a dudas, Lola Dueñas debería haber sido la ganadora a mejor actriz, sin discusión alguna.
Ojalá pudiéramos ver más películas como esta en pantalla grande. He aquí mi dios.