Hoy le toca el turno a un maestro del horror. No lo digo yo, lo dijo en su día Mick Garris cuando decidió incluir a John McNaughton en la antología de terror creada para la televisión “Masters of Horror”. Es cierto que el cineasta de Illinois había dirigido una película bastante bien considerada dentro del género como fuera “Henry: Retrato de un Asesino” (“Henry: Portrait of a Serial Killer”, John McNaughton, 1986), pero después, poquito más tuvo que ver con el género más allá de algún flirteo con el thriller , quizás lo más destacado, aquel romance perverso a tres bandas en “Juegos Salvajes” (“Wild Things”, John McNaughton, 1998). ¿Suficiente bagaje para codearse con Carpenter, Argento, Hooper y compañía? No lo se. Lo que si se, que se cascó uno de los mejores episodios de toda la serie con la enfermiza “Haeckel´s Tale”.
Mucho ha llovido desde aquel tórrido romance necromántico bajo la luz de la luna y muchas de estas han tenido que pasar para poder reencontrarnos con el McNaughton más oscuro, quien regresa al género con esta “The Harvest” (“La Cosecha”), en cierta manera, una oda al amor maternal, llevada al extremo, eso si. Y como siempre, los extremos no suelen deparar nada bueno, ni siquiera cuando hablamos de sentimientos positivos. Esta es la moraleja que sacamos de una película que lejos de aquella de 1986, está situada en una zona mucho más comercial del mapa, a medio camino entre el thriller y el terror de corte más popular que pese a caer en algunos tópicos inevitables del género, consigue salir medianamente airosa.
El amor desmedido de una madre por su hijo y la sobre protección desvirtuada en patología, no es una idea nueva dentro del terror. Evidentemente nos viene a la cabeza la figura de Norma Bates y la de su frágil e inocente hijo Norman. Algo menos pervertida se nos muestra la relación entre Katherine y su hijo Andy, el cual, víctima de una corrosiva enfermedad, es totalmente dependiente de la primera, una sufrida madre, doctora, que se desvive por cuidarlo junto a su marido, quien ha renunciado a su vida laboral para encargarse también de su hijo, quien requiere atención las 24 horas del día. La aparente normalidad de la familia, se verá truncada cuando una pareja de ancianos y su nieta, se muden a la casa de al lado.
Amén de los primeros compases del filme, no parece que “The Harvest” tenga el suficiente potencial como para destacar sobre el resto de títulos de semejante tipología que suelen llegar de manera bastante habitual hasta nuestros pendrives o pantallas de cine, en los mejores casos. La sombra de nuestra madre disfrutando con este tipo de películas, le otorgan la peligrosa etiqueta de “terror para toda la familia” y eso, no suele ser sinónimo de nada bueno para el aficionado más específico del género. Afortunadamente, cada caso es un mundo y las reglas están para romperse. “The Harvest” lo hace. Lo hace gracias, sobretodo, a un guión bien escrito y muy bien administrado por un McNaughton que vuelve a demostrar aquí, que cuando se pone, lo hace. Y lo hace bien.
El libreto lo firma un debutante Stephen Lancellotti a quien desde ya, le auguro buenas cosas. Sin estridencias, sin malabares, da forma a una historia que lejos de dejarse contaminar por los tópicos contenidos, los hace suyos sin apenas nos demos cuenta para ir llevando poco a poco al espectador hacia su terreno. La normalidad con la que la historia consigue transportarnos desde ese punto A donde todo parece estar bajo control hasta ese punto B donde descubrimos que la bajada es más pronunciada de lo que a priori creíamos y el coche no tiene frenos, es poco menos que brillantemente aterradora y es que “The Harvest” contiene un par de volantazos muy bien paridos que consiguen arrancarnos nuestra mejor cara de bobalicón, en especial el primero de ellos (el segundo, los más veteranos seguro lo verán venir, aunque no por ello dejará de ser gratificante).
El otro punto fuerte de la cinta tiene nombres propios, tres para ser concretos. El primero de ellos es ya todo un seguro de vida y es que Michael Shannon se ha convertido en poco tiempo, en uno de los valores más seguros en la actual industria de Hollywood, en especial dentro del fantástico, donde parece otorgar una nueva dimensión a todo aquello en lo que participa. Aquí, volvemos a ver al Shannon más introspectivo, interpretando nuevamente a un personaje de abundante fauna interior que parece vivir en su propio ecosistema ajeno al mundo que le rodea, muy en la linea de lo que le vimos en aquella recomendable “Take Shelter” de Jeff Nichols. Parece mentira que ese mismo año, 2013, Shannon pudiera dar vida a un personaje tan radicalmente opuesto como fue el villano que enfrentó al hombre de acero en la cinta de Zack Snyder. Claro, aquí es donde los buenos actores se diferencian de los actores a secas.
No está solo al frente de esta montaña rusa. A su lado, sentada en el cochecito de la atracción, encontramos a una estupenda Samantha Morton, quien heredera de las “mejores” maneras de aquella soberbia Annie Wilkes que fue Kathy Bates en “Misery” (“Misery”, Rob Reiner, 1990), construye con necesidad de muy poquito, un personaje aterrador como pocos y perfecto catalizador de todas las emociones negativas del espectador. En contraposición y como perfecta pareja de baile, un pre-adolescente Charlie Tahan, quien le otorga un nuevo sentido al término “fragilidad”, potenciando hasta el extremo las “virtudes” de su sufrida madre.
Es cierto que no estamos ante una película redonda. Es cierto que los más afines al género, pueden encontrarla demasiado tibia e incluso algo plomiza en determinados pasajes. Cierto también que ciertos tópicos y otros tantos clichés están presentes y que en algunas ocasiones, tendremos la sensación de haber vivido ya, muchas de las situaciones que nos propone McNaughton. Que el giro final, es relativamente predecible, que al guión se le pueden encontrar algunas incongruencias y que su cenit, no está a la altura de las expectativas. Todo esto es cierto. Pero no lo es menos que estamos ante una película bien rodada, bien narrada y bien interpretada. Pero lo más importante, que casi siempre que se lo propone, consigue, tanto sorprender, como incomodar. A día de hoy, en el cine, nada fácil ninguna de las dos cosas.
Lo mejor: El reparto y su sorprendente guión.
Lo peor: No deja de ser una cinta de terror para toda la familia y su decepcionante desenlace.