Aprovechando-otra más-el tirón de "Expediente Warren", que remueve los cimientos de Amityville de forma extraordinaria, surge este bodrio ya desde un principio mal planteado, peor interpretado y para rematar, fatalmente resuelto, que se quiere subir al carro sacacuartos con un póster chulo y un título denunciable.
Lisa Templeton, una chica mona y sobrecualificada hace una entrevista con el director de un más que siniestro psiquiátrico, el High Hopes Hospital, una extraña institución mental en Amityville,(qué casualidad) Long Island. En plena entrevista le estornuda en la cara por lo que piensa que no la pillan ni de coña ante la pringosa carta de presentación. Pero como no es España y no hay 5 millones de parados, esa misma noche la llaman para contratarla. La ponen a limpiar en el turno de noche con un compañero raruno y pronto las cosas se van un pelín de madre y Lisa se da cuenta que no todo es lo que parece.
Es que ella, fíjate, a pesar de estar sobrecualificada, no sabía que el edificio se construyó encima de las cenizas de la famosísima casa de Amityville, (manda wevos), debía ser la única ciudadana que no conocía una de las más famosas propiedades americanas, que con todo este tonto ronroneo y aprovechando la nueva oportunidad de fama volvía a ponerse a la venta esta semana por 4 millones de dólares más de lo que vale... Aquí saca pasta todo dios, así todos ganamos... Bueno, todos menos el espectador medianamente exigente, ya no digo inteligente. Y desde luego no, el fan de la saga regulera que ha ido pasando de bueno a peor y ha tenido algún remake fantástico, como la espectacular e imprescindible “La morada del miedo”, remake de “The Amityville Horror”, con la que compartió título original y que en un inicio aún mejor contado que en la primera, nos contaba cómo el 14 de Noviembre de 1974 en Long Island, Nueva York, la policía recibió una llamada telefónica que condujo a todos los efectivos de la policía local a una escalofriante y espantosa escena de uno de esos crímenes que han pasado a la historia del crimen americano en un casoplón de Amityville, Long Island. La familia Defeo había sido siniestrada en sus camas mientras dormían. Todos menos el hijo mayor, Ronald, que en menos de una semana confesó la autoría de los crímenes y que él mismo disparó a sus padres y hermanos mientras dormían llevado por unas voces que en su interior le decían que debía matarlos. Justo un año después, La familia Lutz con sus tres hijos se mudaron a la misma casa, una ganga que consideraron que sería el hogar de sus sueños. Pero poco después de haberse mudado, el padre parece empezar a experimentar lo mismo que Ron Defeo. Este fue el origen de una saga estirada hasta la saciedad y que la presente peli que critico trata de subirse a la chepa haciendo una peli-bodrio cuyo único atractivo es la introducción de “ Amityville” en su título.
Bueno, pues en esta cinta encontramos un film totalmente diferente a los anteriores, pero prácticamente idéntico a todas las recientes películas que tratan sobre psiquiátricos siniestros. Mucho tópico y cliché, mucho aburrimiento y mucha desvergüenza es lo que acaba ofreciendo. Es la enésima cinta que se desarrolla y transcurre en la ciudad y como única novedad en vez de ocurrir en la nefasta casa endemoniada, sucede en un asilo construido sobre los cimientos de tal infame residencia que en realidad sigue en pié, restaurada y como les dije, a la venta.
El ritmo, en su mayor parte cansino y modorro hace que la historia transcurra lenta, lenta, lenta. Si bien en algún momento-pocos-entretiene. El problema es que el autor que pertrecha semejante felonía aporta datos y personajes que lo único que hacen es divagar y no aportar nada al desarrollo de la historia. Aguantar una charla de diez minutos sobre con qué producto hay que limpiar cada cosa no sé qué puede aportar a la película aparte de un ratillo para ir al baño, lavarte los dientes y oídos y ponerte el pijama sin perderte nada en absoluto. Y precisamente en esa relación entre la nueva limpiadora y su compañero, que esperamos inocentes que va a pintar algo en la trama, el director podía haber construído algo medianamente consistente, pero al parecer el director se siente incapacitado para cosas “tán profundas y complicadas”.
Así, la primera parte no es sino un coñazo sobre una chica mona que empieza a limpiar en un hospital y poco-muy, muy poco- más.
Capacidad de aterrorizar, la misma que cualquier temazo de Kiko Rivera Dj, de entretener, que cualquier listín telefónico y de sorprender, que la fecha de caducidad de tu yogur.
Lo mejor: Sophia Del Pizzo. Con ese nombre parece un retrato de Raffael. Mona, discreta y la mejor del reparto. El ritmo, a ratos, entretiene. Sólo a ratos. Y porque estoy de capa caída.
Lo peor: El resto. Tópicos y clichés a puñados y una mayoría de interpretaciones que rozan el ridículo. Técnicamente muy precaria, plagada de malas interpretaciones, momentos ridículos y que no vienen a cuento y mucho, mucho, mucho aburrimiento.
Realmente es para plantearse las cosas, porque sí, es imposible que semejante truño cruce nuestras fronteras y se estrene aquí, pero por cosas como esta nos perdemos prácticamente todo el cine independiente de terror, que nos brinda grandes innovaciones y momentos fantásticos... Luego, en la gala de los Goya se ponen todos locos contra la piratería, pero es que no somos ni uno ni dos ni tres los que no nos conformamos con la selección trillada y pasada por una censura no ya de contenido sino económica que salta a nuestras carteleras.
Que sí, que viva el cine español, que viva la bajada del iva cultural (aunque todo lo que no sea 0% no es como para tirar cohetes) pero que tener que acudir a festivales a ver determinadas cintas no está a nuestro alcance, por desgracia... Nos vemos en Toronto, o en Sitges...